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Rudolf Nuréyev, El Gran Bailarín

Editado Para La Historia

Noviembre de 1960. Al aeropuerto de la entonces Leningrado llega, procedente de un vuelo de París, una joven francesa, antigua bailarina, Janine Ringuet. Su misión es seleccionar al grupo de bailarines que vendrá poco tiempo después a presentarse en la Ópera Garnier de París. Vio a las estrellas del Ballet Kirov, que es como se llamaba el Teatro de Ópera y Ballet Mariinski en aquella época. Estuvo sorprendida por la calidad de las bailarinas, pero no vio a ningún bailarín varón que le entusiasmara. Al salir del local pudo ver un cartel en el que se anunciaba para el día siguiente la presentación del ballet Don Quijote. Ella pidió ver ese espectáculo pero su acompañante soviético, siguiendo las órdenes del Partido Comunista, la desalentó de verlo alegando que era una versión polvorienta, que no valía su tiempo. Janine insistió. Ante la imposibilidad de negárselo, el funcionario accedió. Al día siguiente, al ver la presentación de ese Don Quijote, quedó sorprendida al ver bailar a un joven bailarín que no había sido presentado la víspera.

Quedó entusiasmada con lo que acababa de ver y a la mañana siguiente mando un telegrama a París desde su hotel a su jefe en París en el que decía: -Anoche he visto bailar al mejor bailarín del mundo. A lo que su jefe le respondió: -Usted es aún muy joven para determinar cuál es el mejor bailarín del mundo. De regreso a París se hicieron la gestiones directamente con la irreemplazable Ministra de cultura soviética, Yekaterina Fúrstzeva, quien alegaba que cierto, que era un magnífico bailarín el que ella había visto aquella noche en el Teatro Kirov, pero que era un chico muy indisciplinado e impredecible, que no lo querían enviar a París. Comenzaron arduas negociaciones para lograr la presentación del joven en París. Este joven tenía nombre y apellido: Rudolf Nuréyev.

Janine después supo que este chico rechazaba afiliarse al Partido Comunista, que no asistía a las reuniones de propaganda del partido, que era extremadamente impuntual, que padecía de frecuentes saltos de humor, que no era muy disciplinado y que vivía abiertamente su homosexualidad, tabú supremo en aquella época en la Unión Soviética. Dicho en pocas palabras, el comportamiento de Nuréyev era subversivo. La insistencia de Janine Ringuet dio resultados. Se obtuvo la lista de los bailarines que vendrían a París y Nuréyev forma parte de ella, es el 69 de la lista.

El 11 de mayo de 1961, Janine Ringuet se dirige al aeropuerto Le Bourget, el único que existía en la época en París, a esperar el vuelo procedente de Leningrado en el que debería llegar la troupe del Kirov. Después de larga espera, detrás de las puertas de inmigración sale un hombre medio salvaje que se dirige directamente a Janine. Mirándola fijamente a los ojos, con un rostro adusto le dice: -Yo sé lo que usted ha hecho por mí. Yo soy Rudolf Nuréyev. Días más tarde, Nuréyev logra el sueño de su vida: bailar en el Palacio Garnier de París. Los espectadores necesitaron solo unos pocos minutos para entender que aquel joven que entraba al escenario como toro embravecido a la arena y que sabía mantenerse en el aire en incompleto irrespeto de las leyes de la gravedad, era el mejor bailarín del momento. Nuréyev había conquistado París.

Todo soviético que llegaba al extranjero, en particular bailarines de esta talla, era acosado con preguntas y reflexiones que le hacían los periodistas. Los agentes del KGB les daban la lista de las respuestas que se debían dar. No podían salir solos a la calle, y Nuréyev más que el resto de la troupe. Él en particular era permanentemente vigilado por agentes del KGB. Rápido los agentes del KGB informaron a sus superiores que Nuréyev había infringido los principios de conducta de un ciudadano soviético en el extranjero, pero ¿qué hacía de raro el joven bailarín de tan solo 22 años para causar tanto alboroto? Pues disfrutar al máximo del mes de estancia que tenían en París. Después de todo, París es la capital del mundo. Quería verlo todo, quería saberlo todo, quería vivirlo todo. Eso en Moscú no gustaba. A pesar de las advertencias, Nuréyev no hacía caso. Llegado el 16 de junio de 1961, la troupe debe abandonar París para continuar su periplo por Europa. Todos se preparan en el aeropuerto Le Bourget para un vuelo París-Londres. En el aeropuerto, Nuréyev estaba rodeado por los amigos que se había hecho en París y, ya casi en el momento de pasar los controles de inmigración, dos hombres se le acercan, lo toman del brazo y le dicen que él no volará a Londres, sino que debe regresar a Moscú. Es en ese momento que el joven se tira por el piso y comienza a gritar. Al acercarse Janine Ringuet le dice: -Soy hombre muerto.

Una de las amigas presentes, ante la acción de los dos agentes del KGB, se dirige a las oficinas de la Dirección de la Policía de Fronteras del aeropuerto para reclamar ayuda. Los policías le explican que ellos no pueden actuar tomando al bailarín de la mano, pero si realmente lo que él desea es quedarse, ellos estarán presentes. Nuréyev solo se les tenía que acercar voluntariamente y pedirles asistencia.

Los agentes del KGB no logran sus objetivos. Nuréyev logró ponerse bajo la protección de los policías franceses. Los policías lo llevan y lo dejan solo en una habitación con dos puertas. Le dicen: -Por esta puerta usted puede llegar a la habitación donde puede firmar su solicitud de asilo político (gesto de muy graves consecuencias). La segunda puerta lo llevará al avión para regresar a Moscú. Usted decide. Decisión difícil: abandonar su país, sabiendo que nunca más podrá regresar a su patria, volver a ver a su familia, a su querida madre, que tanto representaba para él. Después de largos minutos de reflexión optó por tomar la primera puerta y de allí es llevado a la Prefectura de Policía de París para ser escuchado por la Seguridad Francesa. Querían saber si es un espía, si tiene contactos en las altas esferas del gobierno, saber qué se podía esperar de este joven. Esa noche todos los periódicos del mundo anunciaban la gran noticia. La estrella del Ballet de Leningrado optó por la libertad.

Durante una semana vivió Nuréyev bajo una gran presión psicológica, preguntándose cuál sería su futuro, cuál sería el futuro de su madre a la que seguramente no volvería a ver. Al cabo de la semana da su primera conferencia de prensa, el 22 de junio de 1961, en el Teatro de Champs Elysées. En ese mismo teatro es contratado por el Grand Ballet du Marqués de Cuevas. El mismo día de la presentación, sentado en su camerino, le llegaron tres cartas de Rusia, una de su profesor, una de su madre y una de su padre. El objetivo era desestabilizarlo. Al leer las cartas de su madre y de su padre entendió claramente que habían sido dictadas por el KGB con intención de hacerlo regresar a la Unión Soviética. Lo que no se esperaba Nuréyev es que, al salir al escenario, fuera abucheado. La casi integralidad de los asientos del Teatro des Champs Elysées había sido comprada por miembros del Partido Comunista francés que le gritaban: -Maldito, regresa a tu país.

Como resultado de todo esto, el nombre Rudolf Nuréyev sale del ballet y de la historia soviética. Como si nunca hubiera existido un gran bailarín de ese nombre. Los programas en los que se anunciaba su participación son casi confiscados. Se deja de hablar de él. Desde Moscú se ejerce una fuerte presión diplomática para que el Palacio Garnier no lo contrate. Es entonces que toma la decisión de partir a Copenhague, con el bailarín danés Eric Brun, a quien ya había conocido en Leningrado. Comienzan a trabajar juntos y pronto estos dos grandes bailarines comienzan a vivir una aventura que va más allá de su interés por la danza. Mientras tanto, en Londres, una de las más importantes bailarinas del mundo se interesaba por Nuréyev. Era Margot Fontaine, ya de 42 años, que preparaba una gala de caridad e invitó a Nuréyev a participar en ella. Nuréyev aceptó, a condición de bailar el ballet El Espectro de la Rosa con ella. Ella, ya mundialmente reconocida, temía bailar con un joven de solo 22 años. Al conocerse los dos grandes bailarines en casa de Margot en Londres, entre ambos de inmediato se estableció una gran amistad, como de hermanos, como de madre e hijo. Rudolf  Nuréyev fue el partenaire de Margot Fontaine durante muchos años.

La vida disipada y libertina de Nuréyev lo llevó a contraer la maldita enfermedad del SIDA. Murió a consecuencias de esta. Hoy en día, sus restos se encuentran bajo una hermosa tumba al sur de París en el cementerio ruso, Sainte-Geneviève-des-Bois.

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Franck Antonio Fernández Estrada

traductor, intérprete, filólogo (altus@sureste.com)