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Como me dueles USAC

Lugar Hermenéutico

Por 285 años, la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, cuarta universidad de la América Hispánica y primera en Centro América, fue, el único centro de educación superior en el país, lo cual, por supuesto, es motivo de una rica y vasta historia, que rebasa lo académico, pues en sus aulas se forjaron liderazgos que modelaron importantes cambios sociales en el país. 

Sin embargo, para nadie es un secreto la crisis en que está sumida la Carolingia desde mediados del siglo pasado, pues sumadas a las presiones que las instituciones públicas de su tiempo afrontan, debe agregarse la crisis político social que vive Guatemala, entre otras razones, como un efecto de postguerra y la crisis de un Estado colapsado, rebasado en todas sus capacidades, cuyo principal producto de exportación es la migración ilegal de jóvenes a los Estados Unidos. 

En este sentido, quisiera situarme en tres momentos importantes de la historia reciente de la USAC, partiendo en primer punto, desde el involucramiento de la Universidad Nacional en el conflicto armado interno, que cerceno una parte importante de la masa crítica del país, surgiendo casi en paralelo, la primera universidad privada en Guatemala, la Jesuita Universidad Rafael Landívar en 1961.

Un segundo momento a partir de la firma de los acuerdos de paz, en el cual se le abren las puertas de par en par, a muchos profesionales extrabajadores y exestudiantes, que tuvieron que salir del país resguardando su vida, otros involucrados directamente en alguna de las fuerzas insurgentes y otro buen número de vividores del conflicto, entiéndase pseudointelectuales que se pasearon por el mundo recaudando fondos para avivar el odio y la muerte entre bandos. 

Fue en esa época, en la cual ingreso a las aulas de la Facultad de Ingeniería, con la ingenuidad política propia de la edad y de ser egresado de las aulas del ITV Fischman, donde el estudio a doble jornada, daba poca posibilidad de involucrarse en temas de país, como sucedía en otros establecimientos públicos de educación media en este tiempo como la Normal, el INCA, o el Central para varones. 

Sim embargo, recuerdo de aquella época, los movimientos de huelga, algunas luces y sombras de las rectorías del Ing. Efraín Medina y del Dr. Luis Leal, que de alguna manera les toco enfrentar la transición de postguerra en la USAC, es en esta transición, en el cual se instala el sistema de exámenes de admisión para primer ingreso, un verdadero crimen que cerró las puertas de la única universidad pública en el país a miles de jóvenes y apertura la anarquía que a la fecha priva en la educación superior del país, que, con sus más de 15 universidades legalmente aprobadas, están lejos de cumplir la expectativa que el país le requiere, pero esto da para otra discusión más profunda.

A esta etapa, le siguieron la excelente gestión del Dr. Estuardo Gálvez y del Dr. Carlos Alvarado, quienes  siempre procuraron el equilibrio entre lo académico y el rol de la USAC en su participación de las más de 80  representaciones en cuerpos de Estado, así como la propia lucha interna, con las presiones de una marcada mediocridad de la  camarilla de activistas politiqueros que de ayudantes de cátedra o como docentes, buscaban a toda costa hacerse del control de las distintas facultades y escuelas no facultativas de la Universidad. 

Un tercer momento lo enfoco directamente con la llegada de Murphy Paiz a la Decanatura de la Facultad de Ingeniería, lo que sin duda sentó las bases para desarrollar una rústica estructura electorera en las distintas unidades académicas y colegios gremiales, que a base de sueldos, puntos y títulos, le encumbra a la Rectoría en 2018, con lo que toma el control de la Carolingia y le convierte en una comparsa de los dos gobiernos centrales de la República, con los cuales convive y se revuelca en sus tres años de rectorado “magnifico”.

En el acta 14-2021 de la sesión extraordinaria del Consejo Superior Universitario, el día que Murphy Paiz fue capturado, consta el nombramiento como rector en funciones del decano de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Gustavo Enrique Taracena Gil, que abre paso a una nueva telaraña de actores, en medio de un laberinto que pareciera no tener salida, no tener mañana, pues prácticamente todas la unidades académicas y colegios gremiales responden a las órdenes de funcionarios del anterior gobierno, canalizadas a través de las distintas autoridades de la universidad.  

Lo que sucede en San Carlos, es una muestra de lo que hemos venido observando en escala a nivel nacional, en la mayoría de las municipalidades, en el gobierno central, la toma del poder público, por parte de activistas politiqueros, con poco conocimiento técnico, nula sensibilidad humana, enanismo moral y como consecuencia desmesurada ambición. 

¿Dónde marcar un punto de inflexión? difícil pregunta, no será de un momento a otro, ni de pocos meses, un proceso de reingeniería que puede llevar años, sin embargo ejemplos como los de la elección de la Junta Directiva  del Colegio de Ingenieros Agrónomos, la Junta Directiva del Colegio de Psicólogos y la reciente elección de representantes del RIC en el Colegio de Ingenieros de Guatemala, son apenas destellos de auténticas representaciones académicas y gremiales, con suma dignidad, desde donde puede apalancarse un esfuerzo genuino de marcar un norte a la educación pública superior del país y la dignidad gremial en Guatemala. 

Este norte debe iniciar con la urgente apertura académica a todo ciudadano con deseos de superarse, es inadmisible que una universidad pública, más aún, si es la única de un país subdesarrollado como el nuestro, tenga un sistema de admisión, absurdo y cuestionado como el vigente, que con suma discrecionalidad les cierra las puertas a miles de ciudadanos anualmente, arrojándoles al subempleo y la migración ilegal.   

El verdadero examen de admisión debe darse en las aulas, sean estas físicas o virtuales, es válido procurar una excelencia académica, para ello está el mecanismo que penaliza la repitencia, pero es verdaderamente absurdo, por no decir perverso o estúpido, que, algunas unidades académicas limiten la asignación a 35 estudiantes por aula, bajo el supuesto de una pseudo acreditación de por sí, muy cuestionada e inútil.  

La reingeniería, debe pasar también por la apertura de más universidades públicas en el país, a Costa Rica le ha ido bien con sus 5 universidades públicas, El Salvador cuenta con un sistema integrado de educación, en el cual suman 6 universidades públicas, qué decir del hermano mayor, México, con sus 9 universidades públicas Federales y sus 34 Universidades Públicas Estatales, así pudiéramos seguir enumerando ejemplos, de como la realidad rebaso por mucho nuestros dogmas.  

Guatemala, reclama el surgimiento de nuevos aires de pensamiento y apertura de ideas, la USAC debe prevalecer, pero es necesario que nuestros hijos, hermanos y vecinos, puedan ver la apertura de la “Universidad Pública de los Altos”, la Universidad Estatal del Sur Oriente, la Universidad Autónoma del Pacifico, el Instituto Politécnico del Norte, en el entendido de lo que significa un politécnico, no a lo que llamamos en Guatemala, esto, por mencionar tan solo algunos ejemplos.

Las universidades son el principal puente para el desarrollo de cualquier país, un vínculo para la movilidad social, sus egresados son su reflejo y los indicadores sociales de Guatemala, los peores en América, incluso después de Haití, nos indican que, en nuestra educación superior, algo va mal, muy pero muy mal. 

En vez de seguir prestando pisto innecesariamente y endeudando a las próximas generaciones, si algo de voluntad queda en este gobierno, que se empeñe en integrar un verdadero sistema educativo nacional, como sucede en otras realidades de sociedades más desarrolladas, en el cual se incluyan a las universidades y se posibilite mejorar la educación superior del país, que como consecuencia genere una masa crítica de profesionales, que desde sus diferentes áreas sea capaz de sacar del subdesarrollo a Guatemala en un proceso sostenido que revierta la cruda realidad de situarnos en el fondo de los indicadores sociales de Latinoamérica. 

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