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De la guerra, a la justicia transicional

Del escritorio del General

Con tristeza —por lo deteriorado que está nuestro sistema de justicia—, leo y escucho hoy la sentencia dictada contra ex patrulleros de autodefensa civil. Una resolución que considero arbitraria y sesgada. Lo digo con claridad: hay jueces que han vendido su imparcialidad a ideologías y agendas políticas, y han distorsionado el verdadero equilibrio de la ley. La balanza de la justicia ha sido hoy extrapolada más allá de su función natural. Pero este no es un caso aislado. Es el reflejo de un sistema judicial capturado por una visión ideologizada, que aplica criterios del pasado en abierta contradicción con la Constitución Política de la República de Guatemala.

La semana pasada escuchábamos argumentos en contra de renunciar a salvaguardas políticas que protegen la soberanía nacional. En otras palabras, Guatemala no debe jamás renunciar a sus derechos constitucionales. Sin embargo, hoy vemos un tribunal claramente parcial, dictando sentencia en base a hechos del pasado, y pretendiendo imponer una narrativa que sobrepasa los límites legales. El uso retroactivo del derecho penal, en violación de principios fundamentales, es inadmisible. Y no hay duda de que lo hacen bajo el manto ideológico de los derrotados en la guerra interna, aquellos que no lograron imponerse en el campo de batalla y hoy buscan revancha desde los estrados.

La sentencia no es otra cosa que un acto de desvergüenza contra quienes enfrentaron con valor al enemigo en tiempos de conflicto. El Ejército de Guatemala, guste o no, fue quien venció en los años de guerra. Hoy, los herederos ideológicos de la insurgencia pretenden revertir esa historia desde los tribunales, valiéndose de jueces parcializados, muchos de ellos formados en estructuras académicas contaminadas por la politización y la mediocridad.

Es preocupante la pusilanimidad de quienes ocupan hoy estos cargos judiciales. No encuentran otro camino más que la transgresión de la ley para justificar sentencias que, mañana, podrían alcanzar a cualquier ciudadano. A usted, estimado lector, le advierto: si hoy se permite esta manipulación del sistema, mañana será usted la víctima. Urge impedir que estos mequetrefes de la justicia continúen pervirtiendo el sistema.

Mientras tanto, hay quienes celebran estas decisiones como parte del «folklore político». Son los mismos que no comprenden que están aplaudiendo su propia ruina. Los que hoy se sienten justicieros serán mañana perseguidos. Se están convirtiendo en espectadores complacientes de un circo judicial que degenera la legalidad.

Además, es inaceptable que sigamos permitiendo que toda la estructura del sistema educativo público esté controlada por una sola universidad estatal, convertida en bastión de adoctrinamiento ideológico. No se trata de cerrar la Universidad de San Carlos, sino de abrir el debate nacional para reformar el modelo. Guatemala necesita múltiples universidades estatales, verdaderamente independientes, fiscalizadas y competitivas, que formen ciudadanos libres, críticos y capaces, no reproductores de dogmas.

La educación pública actual es una parodia de lo que debería ser. Vivimos enfrentamientos absurdos que terminan en complacencias entre grupos igualmente ineficaces. Hago un llamado enérgico a los padres de familia: no permitan que sus hijos sean víctimas de un sistema educativo que fomenta el servilismo ideológico. No permitan que los eduquen para la dependencia, para la rapiña, para la mediocridad.

A los jóvenes les digo: rebélense, no contra la autoridad legítima ni contra el orden social, sino contra la estupidez, el adoctrinamiento y la mediocridad. Exijan conocimiento, exijan calidad educativa, exijan herramientas para vivir en un mundo donde la tecnología y la inteligencia artificial ya no son futuro, sino presente.

A todos —padres, hijos, abuelos— les hago un llamado final: cambien su mentalidad. No se conformen con migajas disfrazadas de «programas sociales». Rompan la cadena de la dependencia. Guatemala necesita ciudadanos pensantes, libres, capaces. ¡Adelante, con espíritu de vencedores!

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Francisco Bermudez Amado

General de División ex Ministro de la Defensa, Analista político.

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