OpiniónColumnas

Y AHORA, ¿Quién podría defendernos?

Barataria

La figura del Procurador de Derechos Humanos fue una novedad de la actual Constitución Política de Guatemala.  Anteriormente no existía esta institución, sin embargo, dado el avance del constitucionalismo a nivel global se tuvo una brillante idea de instituir al defensor del pueblo como se le llama en otros países.  El Procurador de Derechos Humanos, en sí mismo es una institución, su persona encarna el ejercicio de acciones en pro y defensa de los derechos humanos de todos los guatemaltecos ante los abusos que puedan suscitarse por parte del poder público.  

La Procuraduría de Derechos Humanos la han ocupado diversas personas, podríamos decir que muchos pasaron sin pena, ni gloria en sus cuatro años que estuvieron allí.  Otros fueron más bien “cautos y diplomáticos”, algunos otros actuaron sí o sí contra lo que consideraron abusos del poder que viola directamente los derechos humanos y otros muchos han utilizado la figura del Procurador de Derechos Humanos como un botín político a medida de aquellos que los eligieron es decir los Diputados del Congreso de la República.  

Si vamos a analizar a los Procuradores, por lo que han hecho, diríamos que Menéndez de la Riva, primer procurador tuvo acciones contra el alza  de la energía eléctrica logrando, mediante un amparo paliar la situación en favor de los guatemaltecos. Ramiro de León Carpio, cuya neutralidad en la crisis constitucional de 1993 le valió para que, aparte de apoyos políticos, fuera elegido para terminar la presidencia del defenestrado Serrano Elías.  Luego de ellos, tuvimos dos procuradores inoperantes en todo sentido:  Arango Escobar y García Laguardia, de estos dos solo podemos decir que utilizaron la Procuraduría de Derechos Humanos para publicar diferentes libros cuya autoría aún hoy en día es puesta en duda, pero se la atribuyeron y para hacerse de una posición más a su curriculum.  No se les recuerda como aquellos que podrían haber realizado acciones en favor de la población.

Sin duda alguna el declive de la institución del Procurador de Derechos Humanos inició precisamente con la elección de Sergio Morales.  En efecto, electo por los vínculos de su padre con los poderes fácticos y medios de comunicación, asumió el cargo con gran expectativa. Habiéndolo tenido de Profesor en la Maestría de Derechos Humanos en la USAC, siempre pensé que Sergio sería un gran Procurador de Derechos Humanos, sus pensamientos sobre la aplicación y ejercicio de los derechos humanos en sus clases parecía que sería el boom en la institución. Nada más lejos de la verdad.  Pronto Sergio Morales se le olvidó todo lo que tiene que ver con el ejercicio del cargo en la Procuraduría y utilizó la institución como decimos comúnmente para “chancear” es decir para pasar el tiempo cobrando un jugoso salario y así dejar de ejercer la tan trillada profesión de abogado.  A Sergio Morales se le recordará porque tuvo alianzas políticas muy fuertes con los grupos de poder en el Congreso de la República, que le valieron estar dos periodos en la Procuraduría de Derechos Humanos, es decir ocho años, sin lograr absolutamente nada, sino retrasos y todavía aplicó, caradura que es, a un tercer periodo que afortunadamente no logró. El Procurador De León Duque, hijo de Ramiro de León Carpio exprocurador participo activamente cuando se le requirió de acciones sin embargo quizá pudo hacer más en el cargo.

Luego de ello tenemos a los dos últimos Procuradores de Derechos Humanos, Jordan Rodas Andrade y José Alejandro Córdova.  En realidad, la Procuraduría de Derechos Humanos ha venido de más a menos con estos dos últimos funcionarios porque han utilizado la institución con fines políticos e ideológicos que han hecho de la PDH un chiringuito de pasiones, peleas y polarización.  Resulta vergonzoso como estos dos funcionarios han instrumentalizado los derechos humanos para hacerlos parte de una batalla ideológica en Guatemala que no tiene razón de ser.  

Los derechos humanos, son eso: derechos de todos los seres humanos y por ello los valores que representan no son patrimonio de ningún movimiento ideológico.  El derecho a la vida, es eso derecho a la vida, no es por tanto un derecho de la izquierda o de la derecha, que ha veces lo utilizan para echarse mierda unos con otros.  

Así, para analizar a estos dos últimos funcionarios, debo de indicar que el señor Jordán Rodas representó una decadencia para la institución que protege los derechos humanos. En efecto, como Procurador de Derechos Humanos no se apartó de su ideología de izquierda y, junto a la CICIG, promovió acciones tendientes a atacar a todo aquel que representó una posición diferente.   Es famoso por sus acciones de amparo para evitar muchos actos gubernamentales.  En realidad no hay que saber mucho de derecho constitucional para saber que, en un plano imparcial, los amparos del señor Jordán Rodas no hubiera tenido éxito no solo porque estaban mal planteados, sino porque las vergonzosas resoluciones que dictó la Corte de Constitucionalidad, contravenían precisamente la Constitución y el Estado de Derecho.  Pero claro, cuando se presentan acciones de amparo “a compadre hablado”, ni se deben preocupar por si se fundamenta bien o mal tales acciones, porque se sabe que “van a pegar” aunque lo que menos se discuta sea el derecho.  Así, los amparos presentados por Jordán Rodas, para evitar la declaración de non grato al excomisionado de la CICIG, no se sostenía en el derecho porque el Presidente en su función de Jefe de Estado estaba constitucionalmente autorizado para hacerlo, pero se sacaron de la manga que “si el Ministro de Relaciones Exteriores no suscribía el acuerdo no era viable” En realidad da vergüenza que la CC confunda funciones administrativas del Gobierno, en donde sus disposiciones deberán ir refrendadas por el Ministro del Ramo, con funciones de Jefe de Estado, pero “había que hacerle el favor” al ilustre jurista convertido en PDH y con ello sus amparos, sea como fueran se decidían como provisionales pero con efectos definitivos, una vergüenza para la historia jurídica constitucional guatemalteca.  Fue tanta la polarización ideológica del famoso PDH Rodas Andrade que en tiempos de la pandemia, fue incapaz o mejor dicho no quiso presentar acciones en favor de algunos presos que tenían serios problemas de salud, tanto así que varios fallecieron porque él prefería mantenerlos en prisión que presentar alguna acción en favor de tales presidiarios.  Al final, el señor Rodas Andrade, pasó de ser una esperanza al pueblo a ser un verdadero personaje de la vida política guatemalteca, porque en lugar de ejercer el cargo sin tinte ideológico lo pintó todo de izquierda y a la larga, dejó a la institución con una grave deuda con la población.  Su posición de PDH fue más política, activa sí pero políticamente no fue un PDH para el pueblo o para cumplir la función que supone debería cumplir.

El otro lado de la moneda, lamentablemente lo constituye José Alejandro Córdova, que fue electo en tiempos de Alejandro Gimmattei para “equilibrar la balanza en favor del otro bando”.  Cierto es que desde el Congreso la idea de elegir un Procurador de Derechos Humanos “que no chingue y que no le importen los desmanes del poder público” es una consigna que se plantean, por ello vemos a lo largo de la historia de la PDH como quienes han pasado allí tibiamente se animan a hablar contra los desmanes del poder público y de los particulares que violan los derechos humanos a diestra y siniestra.  Con José Alejandro Córdova se pretendió tener un PDH ad hoc  y en realidad lo han logrado.  Conocí a José Alejandro en la Maestría de Derecho Mercantil en la USAC, compañero de cursos, un tipo muy tímido y bastante centrado.  Se conocían sus vínculos con el poder público que le llevaron desde la PGN, la CC hasta ser magistrado de Corte de Apelaciones en el poder judicial, desde entonces nos sorprendió a todos sus compañeros cuando fue el primero en graduarse de la promoción.  

Sin subestimar sus méritos, la sorpresa vino porque no presentó nunca una avidez y eficiencia para elaborar los trabajos de fin de curso, muchos de ellos carentes de rigor investigativo y al saber que al siguiente año se graduó nos sorprendió cuan rápidamente había realizado su tesis. Dicho esto, su paso por la Procuraduría de Derechos Humanos ha sido más bien complaciente con el gobierno de turno. Sin decir agua va o agua viene, el actual Procurador de Derechos Humanos ha sido una figura decorativa en la PDH, no se manifiesta por nada, es casi imperceptible su cargo y no ostenta el protagonismo de su antecesor.  Con Gimmattei en el poder fue muy complaciente, tanto así que en los medios de comunicación y las redes sociales no se percibió su actividad y tampoco ahora.

Sin embargo, su nombre ha resonado en esta ultima semana por el traslado de un peligroso marero por una recomendación que no se sabe a ciencia cierta si la giro el PDH o bien el Relator contra la Tortura Alfred Sánchez quien no da la cara.  En todo caso, la verificación de las condiciones de los prisioneros son funciones de la Comisión Nacional contra la Tortura, institución esta que no hace absolutamente nada más que cuando le conviene.  Por ello, el PDH se ve inmerso y sale del anonimato, porque la institución que dirige fue incapaz de mantenerse al margen de una situación de verificación de una cárcel cuando no era su función y no le pudo hacer ver a la Jueza que esto debería cursarse, tratandose de un proceso penal en donde se encuentra sometida una persona individual, a la Comisión Nacional contra la Tortura para que el Comisionado fuere.  Pero, esto le sucede a un procurador que se ha olvidado de procurar por los derechos humanos de todos los guatemaltecos.

Dicho esto, lo que vemos es que la Procuraduría de Derechos Humanos y el Procurador necesitan una redefinición de su actuación acorde a lo que establece su mandato, pero la falta de objetividad, la falta de acción en favor de la población, la falta de promoción de los derechos humanos y las acciones de protección y reivindicación de ellos plantea un verdadero dilema porque los siguientes Defensores del Pueblo necesitan salir del ostracismo y ser verdaderos protagonistas independientes e imparciales de su función, para no pasar de ser un PDH a un HDP.

Area de Opinión
Libre emisión del pensamiento.

Le invitamos a leer más del autor:


Descubre más desde El Siglo

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Emilio Estrada

El Doctor Emilio Estrada, es abogado egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, obtuvo su PhD en Sociología en la Universidad de Salamanca, España, es abogado litigante.

Descubre más desde El Siglo

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo