Ni jóvenes vasallos ni viejos castrados
El hombre viejo que no haya acumulado fortuna en la sociedad de consumo pierde la esencia de todas sus virtudes, y lo sacude la realidad de un sistema avorazado por engullirse a la juventud en sus años productivos, haciéndola esclava, del crédito sin fin, que hace dueños de las cosas, cuando ya no tienen valor, y que los obliga a lanzarse sin remedio en las arenas movedizas de la tentación.
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