Pese a que la Corte de Constitucionalidad fue creada para hacer valer los derechos constitucionales de los ciudadanos, hoy en día sirve, para consolidar la corrupción y el poder de los empleados, funcionarios públicos y funcionarios electos.
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Un alto funcionario de Estados Unidos habló sobre la elección de magistrado de la CC realizado en el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala…
Por fin, la Corte de Constitucionalidad dio luz verde para que se lleve a cabo la elección de la vacante del finado magistrado Bonerge Mejía Orellana, por parte del Colegio de Abogados y Notarios.
Seguimos fingiéndonos república, sabiendo que la desintegración e ineficacia de los organismos del Estado nos retornó descaradamente a una Regencia Monárquica, supuestamente colegiada, bajo el poder absoluto de la Corte de Constitucionalidad
El momento para cerrar la Corte de Constitucionalidad es ahora. Durante sus 34 años de existencia, únicamente ha servido a intereses contrarios a lo establecido en la Constitución y ha fortalecido el poder de los empleados, funcionarios y entidades públicas.
Normalmente les comparto aberraciones que acontecen en nuestro país y si bien suena a queja o lamentación, normalmente suelo proponer algo para resolver el tema. Esta vez, voy a lo último por sobre todo, sugiriendo lo que los ciudadanos de a pie podemos hacer. Ideal para los que tienen miedo de salir de casa.
Al final, lo único que lograron los grupos de interés que quisieron sabotear el proceso desde el inicio, fue hacerle el favor a la clase política dominante en la actualidad que ahora tiene el pretexto para demorar aún más la integración de las Cortes en el Organismo Judicial, esperar que expire el plazo de la actual Corte de Constitucionalidad, así sea en el caos en que se encuentra y con el riesgo de quedar desintegrada, para posteriormente hacer los nombramientos.
Pregúntese ¿a quiénes conviene que se siga demorando la integración de la Corte Suprema? o ¿a quiénes conviene que no se llenen las actuales vacantes en la Corte de Constitucionalidad o, no se declare la cesantía dadas las circunstancias? Pregúntese, amable lector ¿Quiénes son los responsables de haber provocado esta crisis?
La magistrada Porras Escobar, se niega a iniciar el procedimiento constitucional para lograr le designación del sustituto, pues, ello implicaría perder el control de la citada corte, y consecuentemente su caída y posterior encarcelamiento.
Guatemala es un país qué en términos generales, el vicio de la corrupción se manifiesta en algunos sectores de la sociedad y el Estado.
Hoy, las aberraciones cometidas por los cuatro magistrados parecen llegar al clímax de la ilegalidad, pues, existe un siniestro plan encaminado a que diferentes entidades integradas por pseudo activistas, procedan a confeccionar un amparo a la medida de sus intenciones.
Como guatemaltecos debemos estar alertas, ser analíticos y maduros para no dejarnos manipular por “lobos con piel de oveja”, que al final son parte de esas figuras nefastas que tanto hacen daño al país, es vergonzoso ver como incautos opositores de derecha, se les mire unidos, al lado de la izquierda, dando un respaldo inmerecido, queriendo fabricar una “víctima y nuevo salvador”, a una pieza más de la izquierda como lo es el vicepresidente de la República.
-Más pareciera que vivimos en la era de los eunucos- concluyó con fuerza, sin explicar que los eunucos eran los encargados de cuidar el harem de esposas de los sultanes, visires y gobernantes, castrados para evitar las tentaciones.
A partir de la existencia de las redes sociales como canales de expresión popular, hemos caído en la trampa de opinar sobre todos los problemas sin considerar las aristas que tienen.
El régimen legal tendría que prohibir a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad acusados de delinquir, admitir un recurso de amparo destinado a impedir que ellos mismos puedan ser sometidos a procedimiento penal. Por supuesto, si se prohíbe admitirlo, se prohíbe también que puedan otorgar el amparo.
En plena crisis, en la cual la economía ha sufrido una caída sin precedentes, la clase política del país se enfrasca en una pugna de poder y de egos, de la cual lo que resulta sacrificado es la justicia y el endeble sistema republicano.