La proliferación en el reconocimiento de los derechos ha provocado una comprensión equivocada. Numerosas personas han supuesto que los derechos no tienen correspondencia con las obligaciones.
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No solamente hay que criticar al actual gobierno que está haciendo mal casi todo, con mucha corrupción e irresponsabilidad, sino tenemos que presentar soluciones para obligarlos a que NO sigan empeorando nuestras vidas y nuestra sociedad, diciendo tantas mentiras que las convierten en verdades.
Todo derecho individual presupone una obligación no menos individual.
Es difícil entender porqué a la gente le cuesta tanto llamar a las cosas por su nombre. Lo que es bueno es bueno, lo que es malo es malo. Violar gente, la pedofilia, asesinar, robar sea a quien sea, coartar los derechos de los demás, atacar a la gente sin motivo ni razón, no respetar las leyes aunque sean ilógicas, y no entender que la libertad de uno termina donde inicia la del otro y viceversa, es malo. Punto. Así de sencillo.
Todo derecho conlleva una obligación libremente adquirida, sin coacción, ni engaño.
No solo debemos quejamos de la desigualdad de ingresos, hay que reconocer la desigualdad de esfuerzos y aceptar que no todos ganamos lo mismo porque no todos aportamos lo mismo, ni trabajamos en las mismas actividades, ni trabajamos igual, ni trabajamos la misma cantidad de horas.
Nosotros el pueblo somos libres y hay que invertir el orden de las cosas. Ya que el gobierno entre más diga que debemos hacer, ponga más reglas, regulaciones e impuestos, el gobierno confiscará más nuestro dinero, limitará más nuestras opciones, trabajo y reducirá más de nuestra libertad.
Mientras el mundo se nos queda pequeño, las dificultades y los sufrimientos se acrecientan por doquier.
Fue el genio analítico de nadie menos que José Ortega y Gasset quien nos obsequió a todos el descubrimiento de este nuevo fenómeno sociológico que él dio en llamar “La rebelión de las masas”, allá a principios de la década de los treinta del siglo pasado.
el Estado otorga un reconocimiento por esa encomiable labor de educar, esperando que la respuesta del maestro sea la entrega aprendizajes con calidad, vocación y compromiso ciudadano.