Por un celeste manto de vida
¿Será docente y decente el señor cielo, que hasta aquel morador de la tierra que le escupe, en la cara le cae? Pues sí, es público y notorio que una excesiva arrogancia es causa también de justo castigo. Hasta nuestro mismo Creador se deja conquistar por el humilde y rechaza la soberbia del vanidoso.
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