¿Cómo lograrlo? Las opciones son dos: confiar en que alguien más cumplirá nuestras aspiraciones, o impulsar que efectivamente se concreten o las concretemos nosotros mismos.
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La ruptura de relaciones productivas y la pérdida de confianza mutua suele suceder cuando se toman decisiones sin verificar los hechos, lo que también ocasiona una severa afectación a terceros. ¿Le resulta familiar? ¿Ha sido usted protagonista o víctima de alguna situación análoga?
Cada persona es un mensaje en sí misma. Solo con escuchar su nombre, vienen a la mente los conceptos que tenemos de ella: lo que representa para nosotros, la manera como nos influyen sus ideales, la experiencia que nos provocan sus conductas.
Cuando se caracteriza al jefe y a sus colaboradores, aumenta el rendimiento de los miembros de un equipo. Fortalece las relaciones y permite que quien la recibe se sienta valorado, deseoso de contribuir más: nutre la actitud de servicio.
Para los improductivos, la evaluación del desempeño sin consecuencias se convierte en semilla de comodidad; por otro lado, es terreno fértil para la decepción de los eficientes.
Por difícil que sea una situación entre personas, su solución —o el inicio de ella— podría estar a tan solo a una conversación de distancia.
¿Qué es lo que más valoran los líderes en sus colaboradores? Lo consulté con excelentes gerentes de varias empresas y países. Le propongo evaluarse e identificar qué tanto se aproxima usted al perfil ideal sugerido por ellos.
Si toda acción del líder constituye su mensaje, si es un referente, la percepción que tienen de él en la empresa pondría de manifiesto la receptividad que inspira, bien haría en considerarlo.
Nuestra interpretación de lo que acontece afuera influye en las acciones que emprendemos.
Los que se mueven por la pasión de ganar parten de un propósito elevado y trascendente que inyecta una motivación poderosa.
¿Le pasó que leyó el título e imaginó unos jefes rojos, amarillos y verdes? Si es así, ¡acertó! Esta columna induce a la reflexión sobre el color que lo caracteriza a usted o a su jefe.
Tener anhelos es sencillo, conseguirlos no lo es tanto, y el afán de lograr un anhelo puede ser tan o más importante que el resultado mismo. Así, hay cuatro ineludibles escalones en el camino hacia la consecución de una gran meta: querer, creer, darse, recibir. Veamos qué implican:
La persona que se dispone a mejorar sus capacidades comienza por aprender a aprender. De lo contrario, ¿cómo podría elevar sus resultados? Las fases de la rueda de David Kolb se transforman en cuatro pasos que siguen las personas y los equipos comprometidos con el alto desempeño.
«Somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras», reza un adagio. ¿Es consciente del efecto profundo que tienen sus palabras en su interlocutor?
Mi intención es someter a discusión con el lector mi visión del futuro cercano de El Salvador. ¿Acepta?
Para mantener la organización en la dirección correcta mientras se navega en mares turbulentos, son vitales algunos factores: