Novedad y asombro para despertarnos
Nos movemos entre el asombro y la invención de los días. Necesitamos sentirnos acompañados y crecidos, cuando menos para rehacernos y renacernos, llenar nuestro vacío interior y superar el aislamiento mundano. Hay que volver al gozo, a esa alegría que nos sale del corazón y que se comunica, con el entusiasmo necesario, para injertarnos aliento y alentarnos. La desolación es lo último.
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