
TCQ y Odebrecht
Deseando a los estimados lectores de Siglo21 que hayan tenido una feliz Navidad y que el Niño Dios colme de bendiciones sus hogares, terminamos el año con la certeza de que, como dice el refrán, el gobierno Pérez-Baldetti, por donde pasó quemó. Al sucio negocio de TCQ se uno otro más fraguado con Odebrecht, auténtico líder en corrupción. Los US$ 800 millones repartidos entre gobiernos latinoamericanos y africanos son toda una marca.
Y mientras esto sale a luz, el interventor de TCQ continúa espantando con el petate del muerto. Que el tiempo se acaba, que un mes la situación será incontrolable salvo, claro está, aunque no lo mencione, se apruebe la concesión. Afirma que las obligaciones de la terminal sobrepasan sus capacidades. Surge la pregunta ¿Por qué la empresa interesada quiere meterse en un pantano de US$ 180 millones, del cual no podrá salir? ¿Tan generosa es que está dispuesta a un negocio ruinoso para socorrer a un pobre país, a fin de evitarle la fatiga y el costo de un prolongado juicio?
Busqué en el sitio web del Congreso para ver si aparece entre las iniciativas de ley la propuesta de la concesión, que según informó la prensa en su oportunidad, fue presentada por el Ejecutivo en el mes de noviembre, pero nadita de nada. Lo menos que podría esperarse es que en la exposición de motivos se explique con claridad la situación actual y las expectativas de la terminal; las obligaciones que derivan para la la portuaria por el incumplimiento de un arrendatario – eso es hasta ahora la empresa que compró los “derechos” de TCB – ; las implicaciones legales y, sobre todo, las opciones que tiene el Estado.
«Ante el caso Odebrecht, el ministro de Comunicaciones declaró que los diputados no estaban exentos de responsabilidad.»
Ante el caso Odebrecht, el ministro de Comunicaciones declaró que los diputados no estaban exentos de responsabilidad pues debieron estar informados de los detalles y consecuencias del contrato de préstamo. Por ejemplo, que estaba condicionado a que Odebrecht fuera la ejecutora. El préstamo para esa carretera y otros más fueron aprobados mediante el procedimiento de moción privilegiada, de urgencia nacional, para eludir el análisis en la comisión correspondiente. Esa inolvidable legislatura llegó al extremo de los trucos al incluir un préstamo de Q 550 millones en la Ley de Protección de Obtenciones Vegetales.
Lo que el ministro, con toda razón, critica de la anterior legislatura, quiere el gobierno actual que se repita en el caso de TCQ. Al no estar ingresada y trasladada a una comisión la iniciativa de ley, el rato menos pensado saltará la liebre en el pleno. Y tendremos aprobada, a ciegas, una concesión que seguramente será muy favorable para la empresa beneficiaria y, casualmente, perjudicial para el país. En el tema de Odebrecht, donde ya se pagó el 70% y solamente se ha ejecutado el 30%, dado que según indican las notas de prensa, los bancos hacían los desembolsos en forma directa a la empresa, hay una responsabilidad directa de las entidades prestatarias, pues la práctica usual es que las entregas parciales se realicen contra la verificación del avance físico.
Ahora ojalá que no venga alguien a decir que, con relación a esa empresa, es preferible un mal arreglo que un buen pleito, pues estará en juego el crédito internacional de Guatemala. Que el Estado debe asumir la responsabilidad de pagar los préstamos y sentarse a esperar por las calendas griegas para recuperar lo sustraído por la empresa brasileña. Y, mientras tanto, contratar otro préstamo para terminar la carretera o explorar la posibilidad de una alianza público-privada, con elevados costos para el público – usuarios incluidos – y pingües beneficios para el privado.
Mientras estos negocios turbios afloran y, seguramente, no serán los últimos, provoca indignación que, con la tolerancia del gobierno actual, responsable del sistema penitenciario, Pérez Molina, Baldetti y sus secuaces disfruten del estatus de presos VIP. Rodeados de lujos y comodidades, con menos restricciones para visitas que un enfermo en un hospital. Burlándose olímpicamente del pueblo que saquearon. Lo menos que podrían hacer es poner en evidencia, ante la opinión pública, la forma cómo viven en las jaulas de oro. Acumulando días para cuando vengan sentencias benevolentes, como las impuestas al cacique de Chinautla o al expresidente del BANGUAT, compañero de fórmula del que ya no le tocó.
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