La Santa Corona de San Esteban de Hungría
Editado Para La Historia
Existe un país en el centro oriental de Europa que siempre ha llamado mi atención. Su pueblo tiene casi todo lo que me puede gustar de un pueblo: jovial, disciplinado, amante de la vida, sibaritas, elegantes y de seductoras mujeres y apuestos caballeros. Es el único pueblo europeo que no tiene orígenes indoeuropeos, sino otro origen, procedente de allende el Cáucaso, los magyares y que se fueron estableciendo a ambas orillas del Río Danubio, dirigidos por Atila I, antiguo rey de los hunos. Raza bárbara. La crueldad de Atila era tal que se decía que donde se posaban las patas de su caballo nunca más volvía a crecer la hierba. Se le conoció como el Azote de Dios.
Pero estoy hablando de hace mucho, hacia los años 400 de Nuestra Era. Si queremos tener una idea más clara de Hungría dentro del contexto del resto de las naciones debemos remontarnos al año 1001 cuando el príncipe Vajk es bautizado junto a su padre en la Santa Fe Católica, siendo coronado el 25 de diciembre del año 1000 (según otros historiadores, el 1 de enero del año 1001) como rey de Hungría. Con el fin de confirmar su compromiso con la Iglesia Católica, se casó con una princesa católica de Baviera.
La leyenda cuenta que el Papa Inocencio III le regaló la corona al recién convertido rey. Los especialistas han aceptado el hecho de que, como en el caso de los faraones que unieron simbólicamente la corona del alto Egipto, con la corona del bajo Egipto en una sola corona, lo mismo ocurrió con la llamada Santa Corona de San Esteban, que también sería la unión de dos coronas, una llamada corona griega y otra llamada corona latina.
Otros afirman que las dos piezas fueron realizadas en una misma factura. La corona está realizada en oro, con imágenes esmaltadas, perlas y piedras preciosas. En la parte superior de la corona encontramos una cruz y a los costados cuelgan cuatro cadenas de oro. La característica principal de la cruz es que está inclinada. La tradición dice que en el viaje que hizo desde Roma se habría caído y es la razón por la que estaría inclinada esta cruz.
Los 17 esmaltes representan a Santos y al Pantocrátor. La corona de San Esteban es la más importante de las regalías de la corona húngara. Entiéndase por regalías los símbolos del poder real y que son, en primer lugar, la corona, seguida por la espada, el cetro y el orbe. La espada simboliza las cualidades del gobernante, el centro simboliza la autoridad y la esfera, que generalmente va rematada por una cruz, simboliza el dominio moral de Cristo sobre el mundo que el rey ejerce como su representante terrenal.
La corona ha tenido una historia muy movida. Al terminar de gobernar la dinastía de los Arpad, el trono pasó al rey de Bohemia, Wenceslao. Pronto el rey bohemio se vio obligado a entregarle el reino de Hungría con sus regalías al emperador del Santo Imperio Romano quien, a su vez, le entregó la corona a Otón de Baviera. La Santa Corona de San Esteban ha sido robada durante el transcurso de los siglos por diferentes nobles europeos que pretendían coronarse como reyes de Hungría en la medida que sin corona… no hay coronación. Ningún rey de Hungría es legítimamente reconocido como tal si no lo es con la Corona de San Esteban porque, a diferencia de otras coronas de otros reyes del planeta, la Santa Corona de San Esteba representa a la nación, al pueblo, a la esencia misma del espíritu húngaro, estando por encima del rey, de la Constitución e incluso de los nuevos presidentes actuales.
Fue en 1916 que se realizó la última coronación húngara, siendo coronado en Budapest el 30 de diciembre de ese año el rey Carlos y su esposa Zita, princesa de Borbón Palma. Hungría conoció un breve periodo de República soviética entre 1919 y 1920, durante el cual se abolió la ley sobre la preservación de la Sagrada Corona. Después llegó la Segunda Guerra Mundial, durante la cual Hungría tuvo el mal tino de aliarse a Alemania. Una vez más. En 1944, ante la inminente caída del Eje, los guardianes de la corona optaron por enterrarla en un lugar secreto con el deseo de que ella, junto con el resto de las regalías, no cayeran en manos del ejército rojo.
La situación se puso tan precaria que los guardianes decidieron huir con la corona y el resto de las regalías hacia Alemania con la intención de entregárselas a los ejércitos norteamericanos. Allí los guardias de las coronas fueron capturados junto con los cofres donde se guardaban los objetos. Los norteamericanos recibieron los cofres contra recibo. Sin embargo, no se pudieron abrir porque se necesitaba utilizar tres llaves que no estaban disponibles en ese momento, cosa que se logró hacer solo el 24 de julio de 1945.
Al abrir los cofres se dieron cuenta de que solo estaba la espada. Al reclamar los norteamericanos el resto de las regalías, como habían registrado en el documento de recibo, un comandante húngaro dijo conocer la ubicación en la que se había enterrado la corona y el resto de las regalías, siendo todas ellas excavadas intactas.
Uno de los norteamericanos escribió “desafortunadamente, las joyas estaban sucias, cubiertas de barro”. Todo esto que les estoy contando se produjo en la ciudad alemana de Augsburgo desde donde fueron llevadas a la bóveda de un banco de Fráncfort y de allí fueron trasladadas a los Estados Unidos de Norteamérica. De 1953 a 1978, la Santa Corona de San Esteban estuvo almacenada bajo resguardo en la base militar de Fort Knox en Kentucky.
Hubo que esperar el año 1978, bajo la presidencia de Jimmy Carter, para que la Santa Corona, junto con el resto de las insignias de la coronación, pudieran ser devueltas a suelo húngaro. El 6 de enero fueron entregadas por el Ministro de Estado norteamericano, Cyrus Vance, al Presidente del Parlamento y a los representantes invitados del pueblo húngaro en una pequeña ceremonia, asistiendo muchas personalidades conocidas de la vida cultural nacional. János Kádár, el presidente comunista, no pudo estar presente en la recepción solemne que se les hizo a las reliquias en el aeropuerto internacional de Budapest ni en la pequeña ceremonia de entrega porque, para los Estados Unidos, era muy importante que la devolución se le hiciera al pueblo húngaro y no a ninguna autoridad.
No faltaron húngaros anticomunistas que alegaban que esta entrega era una legitimización de la dictadura comunista. El 21 de diciembre de 1999, el parlamento húngaro adoptó el año 2000 para conmemorar la fundación del Estado de San Iztván (San Esteban en español) y la Santa Corona, trasladándose a la Sala de la Cúpula del Parlamento en un ambiente ceremonial junto con el cetro, permaneciendo el manto de la coronación en el Museo Nacional húngaro. Entre las funciones de las fuerzas armadas de Hungría se incluye la custodia de la Santa Corona y las insignias asociadas con derecho a utilizar las armas en caso de ser necesario para su protección.
La Santa Corona sigue viva en el espíritu del pueblo húngaro y en la tradición de su derecho, es una reliquia que encarna la continuidad y la independencia del Estado húngaro. Si tiene la posibilidad de visitar este maravilloso país no deje de darse un paseo por el muy hermoso parlamento húngaro, hermoso exponente de una arquitectura neogótica y observar, bajo guardia solemne, la Santa Corona de San Esteban, símbolo del pueblo y de la nación húngara.
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