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Guatemala, al cambio democrático

Del Escritorio del General

Guatemala entra al cierre del segundo año de gobierno envuelta en una atmósfera de incertidumbre. Renuncias inesperadas, silencios deliberados, funcionarios que se esconden en cortijos políticos y otros que buscan refugio en embajadas o instituciones internacionales. Es un éxodo de poder que revela el miedo: saben que su tiempo se agota, que las estructuras informales que los protegían comienzan a fracturarse.

La más reciente decisión —entregar control territorial a actores incapaces o ajenos a la realidad nacional— es, sin duda, un error monumental. Se está cediendo el país pieza por pieza, como si las comunidades fueran simples fichas en un tablero ajeno. El Estado, que debería ser la columna vertebral de la Nación, parece hoy un cuerpo debilitado que delega sus funciones esenciales en lugar de fortalecerlas.

Mientras tanto, se anuncian “trasatlánticos nacionales”, “freeways”, megaproyectos y soluciones mágicas. Todo queda en discursos, en conferencias, en videos de redes sociales. Nadie explica cómo, cuándo o con qué recursos se materializarán. La política se ha convertido en espectáculo, y las plataformas digitales son hoy el circo donde cualquiera, sin preparación ni conocimiento, opina y desinforma.

En este ambiente, el ciudadano de a pie vive atrapado entre promesas vacías y una realidad que lo golpea todos los días. El presupuesto de la nación —que debería ser la brújula estratégica del país— se ha convertido en una piñata repartida entre alcaldías, gobernaciones, intereses particulares y redes oscurecidas que operan a plena luz.

Frente a esta situación, Guatemala necesita abrir los ojos y comprender que sin orden, sin institucionalidad y sin un proyecto de nación, cualquier intento de desarrollo será ilusorio. No basta con denunciar: es necesario construir un rumbo común que devuelva la confianza, la autoridad del Estado y la esperanza en el futuro.

El patriotismo, lejos de estar muerto, sigue vivo en quienes trabajan, producen, crean y sostienen este país todos los días. La defensa de la dignidad nacional no exige violencia, sino carácter; no clama por destrucción, sino por reconstrucción; no demanda odio, sino dirección estratégica.

Guatemala merece más. Merece una conducción firme, sensata y valiente que entienda que este no es un momento para improvisar, sino para salvar al Estado, ordenar el territorio, desmontar las estructuras criminales mediante la ley y reconstruir la institucionalidad desde sus cimientos.

Iniciaremos un nuevo año con expectativas políticas singulares, “los principales órganos de control ciudadano” llegan a votaciones por los mismos involucrados, en donde priva no la población, por el contrario sus intereses. Esto hace del 2026 un punto de inflexión, parte aguas, en el sistema político democrático de nuestro país. En el cual debemos estar atentos, juiciosos y exigentes. O bien exigir el cambio del sistema. 

El nuevo año presenta un desafío democrático y político, corregible sin duda, con la participación ciudadana. 

Felices fiestas de fin de año y un venturoso año nuevo.

Los próximos años serán decisivos. O recuperamos el país, o lo perdemos. Pero si algo ha demostrado nuestra historia es que Guatemala nunca se rinde.

Adelante con espíritu de vencedores.

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Francisco Bermudez Amado

General de División ex Ministro de la Defensa, Analista político.

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