La revolución trovadoresca del amor
El mundo antiguo y medieval era violento, patriarcal y opresivamente jerárquico. El fuerte regía sobre el débil, el amo sobre el siervo, el instruido sobre el analfabeto, el rico sobre el pobre, el hombre sobre la mujer. La finalidad de la mujer era ser una buena esposa. Y, entre las clases altas, ni siquiera esa decisión trascendental la tomaba ella. Los padres casaban a los hijos para prolongar la estirpe y establecer alianzas mercantiles o diplomáticas. El amor entre esposos surgía, si acaso, después de la unión matrimonial.
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