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Procedimientos Electorales

Teorema

La visión de los gobiernos gerontocráticos suele remontarse a épocas antiguas o a sociedades primitivas. Empero, uno de los gobiernos más importantes sobre la tierra (cerca de 1,400 millones de personas) es manejado de esa forma. Me refiero al Estado Vaticano y a El Cónclave, el proceso para elegir al nuevo Papa, que culminó con éxito este jueves 8 de mayo.

Este artículo no pretende redundar con lo mucho ya dicho, ni aportar nada nuevo sobre el procedimiento que convirtió a Francis Prevost en León XIV. En cambio, compara el Cónclave, que desde el año 1274 utiliza el Vaticano para elegir Papa con el método electoral que utilizamos en Guatemala desde hace más de dos siglos, para elegir al Presidente de la República y que está regulado por la Ley Electoral y de Partidos Políticos ―LEPP.

Se atribuye a Winston Churchill haber dicho que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos, con ese eufemismo el dirigente inglés se protegió de afirmar que, en su opinión, la democracia es el mejor de los sistemas políticos.Nuestra forma de selección corresponde al llamado Democracia Representativa. Nuestra Constitución Política lo delega en la LEPP. El Cónclave, de corte gerontocrático que, esta semana empleó el Estado Vaticano para seleccionar a Francis Prevost como nuevo Papa. Adelante, se busca comparar las características de ambos procedimientos y, de paso, refutar a don Winston.

Estabilidad: De 1922, hasta la semana pasada (103 años) hubo ocho Papas. León XIV es el noveno. De 1921 a la fecha (104 años) 36 personas ocuparon la silla presidencial de Guatemala. De ellos, 17 presidentes concluyeron el período para el que fueron electos mediante votación popular. Otros tres, también electos mediante votación, no concluyeron su mandato. Hubo una Junta de Gobierno, tres gobernantes de facto y dos que fueron designados por el Congreso. Otros once estuvieron en el cargo menos de cuatro meses. El Estado Vaticano, con ausencia total de democracia y ninguna participación popular, solo ha tenido un período papal de un mes, por fallecimiento súbito de Juan Pablo I en septiembre de 1978.

Eficiencia: Con una sola excepción (Benedicto XVI quien renunció), la renovación de un Papa solo ocurre después de fallecido el Pontífice anterior. Las exequias fúnebres toman quince días y se inicia el Cónclave para designar al nuevo Papa, mismo que usualmente ocupa menos de cinco días. Así que en menos de tres semanas después de fallecido un Pontífice, se ha designado a su sucesor (esta vez fueron 17 días). La instalación del nuevo Papa es inmediata. En cambio, nuestro proceso electoral toma, desde la convocatoria hasta el balotaje, 212 días. Un año después de la convocatoria asume el nuevo Presidente.

La iglesia católica afirma que hay más de 1,400 millones de personas vivas que fueron bautizadas en su seno. Con el alejamiento de los fieles y el éxodo a otras religiones, la cifra podría ser menor. Pero seguiría siendo la Iglesia más numerosa, después del Islam.

Tributación: A diferencia de los gobiernos, en el Estado Vaticano, los fieles pagan sus tributos sin coerción. Nuestro gobierno cuenta con una SAT que persigue a los contribuyentes e impone penas severas a la evasión. Empero, el gobierno se hace el distraído ante la exigencia ciudadana de rendición de cuentas. Es irresponsable.

Cuando eran las 18:08 de la tarde de hoy (8 may.25, hora de El Vaticano), la Piazza San Pietro estaba repleta observando con largavistas el resultado de la tercera votación (segunda del día). Había sonrisas, confianza y entusiasmo. Al ver humo blanco en la chimenea, la gente dijo Habemus Papam. Todos daban saltos de regocijo, se abrazaban, agitaban banderas. Había emoción, muchos, muchísimos habrán llorado. No se sabía el nombre del elegido, pero ya había altas expectativas por el futuro de la Iglesia Católica en manos del nuevo Papa. Había confianza, mucha confianza que así sería. Repicaron las campanas. Una hora después, a las 19:12, por el inmenso ventanal, un cardenal reveló su identidad. Poco después León XIV bendijo a todos.

Nosotros, mediante procesos electorales democráticos, no conseguimos reunir aliento suficiente ni para cobijar la mínima esperanza. Las ceremonias de investidura y juramentación se prolongan. Al menos una vez hasta más allá del mandato constitucional. Es aburrido y cansado. Muchos dignatarios de otros países han abandonado el Teatro Nacional por cansancio. ¿O se siente usted confiado de que la elección de 2023 nos haya dejado con un gobierno merecedor de confianza ciudadana? Y la futura elección de 2027 (o antes) ¿Acaso nos causa la esperanza de un gobierno probo?

Una comparación útil: Las figuras presidenciales y las figuras papales. Desde 1978, a través de El Cónclave, ellos eligieron a Wojtyla, a Ratzinger y a Bergoglio. Nosotros a Lucas, Cerezo, Serrano, Arzú, Portillo, Berger, Colom, Pérez y Giammattei (me perdonan si omito a Arévalo). Usted podría decir que uno de ellos hizo un buen gobierno, pero difícilmente se referiría a más de uno. En contraste, podría pensar mal de uno de los Papas y su pontificado, pero no más de uno.

Desde Juan XXIII (1958 a 1963) a Francisco (2013 a 2025), hubo 6 Papas. Dos de ellos son beatos (paso previo a que se les declare santos) y otros dos ya son santos.

Desde Romeo Lucas (1978 a 1982) hasta Alejandro Giammattei (2020 a 2024) en Guatemala hubo 11 elecciones populares que dejaron igual número de presidentes. De ellos, dos se exiliaron y tres fueron encarcelados.

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Le invitamos a leer más del autor:

José Fernando García Molina

Guatemalteco, 67 años, casado, dos hijos, ingeniero, economista.Tiene una licenciatura en ingeniería eléctrica de la Universidad de San Carlos, una licenciatura en ingeniería industrial de la Universidad Rafael Landívar –URL–, una maestría en economía en la Universidad Francisco Marroquín –UFM–-, estudios de especialización en ingeniería pentaconta en la ITTLS de España.

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