
El Barómetro Ciudadano
Del Escritorio del General
El barómetro ciudadano se incrementa día a día, elevando la temperatura de la convivencia social en nuestro país, gracias al nefasto gobierno de Bernardo Arévalo y su séquito de funcionarios inexpertos e incapaces. Guatemala vive hoy una etapa de confusión, desorden e improvisación, donde la retórica sustituye a la gestión y la propaganda reemplaza a los resultados.
Sin duda, los hechos cotidianos nos colocan en una fragilidad indescriptible. Mientras el pueblo sufre el alza de los precios, la inseguridad en las calles y la falta de empleo, los titulares noticiosos giran en torno a frivolidades: desde los escándalos de supuestas “señoritas TikTok” hasta disputas entre ministros que exhiben su falta de respeto institucional. Con cinismo, algunos altos funcionarios incluso apelan al sarcasmo, diciendo que habría que llamar a Harry Potter para resolver los problemas de infraestructura económica del país. Tal respuesta simboliza la desfachatez y la pérdida del honor, la ética y la dignidad de quienes ocupan cargos del más alto nivel sin mérito ni competencia.
El reciente escándalo de la fuga de veinte reos pertenecientes a la Mara 18 del presidio de Fraijanes II refleja la podredumbre del sistema penitenciario. Todo indica que no se trató de una fuga masiva, sino de un escape facilitado, donde la complicidad alcanzó a guardianes, mandos intermedios y posiblemente al propio Ministerio de Gobernación. ¿Fueron solo veinte los fugados? ¿O el dinero y las dádivas permitieron ocultar una realidad mucho más grave?
El barco llamado Guatemala navega hoy a la deriva, sin capitán ni rumbo, mientras el pueblo observa cómo se hunde lentamente en la corrupción y la mediocridad.
El deterioro de la red vial nacional es otro síntoma de esta ineficiencia. Puentes colapsados en la Costa Sur, carreteras destruidas y comunidades aisladas son el reflejo de una administración incapaz. El ministro respectivo, con descaro, ironiza sobre los reclamos ciudadanos. Y el de Gobernación, lejos de renunciar, insiste en que “resolverá los problemas”, aunque después de casi dos años de gestión no ha mostrado ningún resultado tangible.
El presidente Arévalo fue electo con promesas de transparencia, seguridad y progreso, pero el pueblo sigue esperando. Persisten la pobreza, la desnutrición, el abandono en salud y educación, y un gasto público que crece sin rendición de cuentas.
A nivel político, los tres poderes del Estado —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— se enfrentan entre sí como jugadores de una cancha sin reglas. No discuten por principios, sino por intereses. Se acerca la elección de la nueva Junta Directiva del Congreso, mientras el Ministerio de Finanzas propone un presupuesto abultado, sin claridad en la ejecución ni beneficio visible para la población. Todo ello anticipa un cierre de año cargado de tensiones y conflictos.
El panorama institucional se complica aún más con las elecciones de magistrados para la Corte Suprema de Justicia (CSJ), la Corte de Constitucionalidad (CC) y el Tribunal Supremo Electoral (TSE), así como la próxima designación del nuevo Fiscal General de la Nación.
Estos procesos definirán el rumbo jurídico, político y moral del país en los próximos años. Sin embargo, los indicios no son alentadores: los pactos políticos, la manipulación de las comisiones de postulación y la intromisión de intereses oscuros amenazan con secuestrar nuevamente las instituciones.
En lugar de evaluar méritos, trayectoria y ética, el debate se centra en quiénes servirán al oficialismo o a los grupos económicos y partidarios que buscan perpetuar su influencia en la justicia y el poder electoral.
La independencia judicial, piedra angular de la República, se ve gravemente comprometida por un sistema que premia la lealtad política sobre la capacidad y la integridad.
A ello se suma la reciente polémica sobre el supuesto retiro de visas a diputados y funcionarios, asunto que merece una aclaración oficial de la embajada de Estados Unidos. El pueblo guatemalteco aún confía en la transparencia y el compromiso democrático de dicha representación diplomática, que podría ser aliada en la reconstrucción institucional de nuestro país.
Ante esta situación, hago un llamado a las fuerzas vivas de la nación —instituciones, sociedad civil, organizaciones profesionales, comunidades y medios de comunicación— a que pongamos un alto al deterioro moral y funcional de este gobierno.
Nos acercamos al Día de Todos los Santos y a la tradicional degustación del fiambre, símbolo de unión familiar. Que esta fecha sirva como punto de inflexión para no seguir tolerando la demagogia, la mentira y el saqueo de la patria.
Aprovecho también para felicitar al pueblo venezolano y a su lideresa Corina Machado, por su valentía al enfrentar la dictadura de Nicolás Maduro, inspirando a América Latina en su lucha por la libertad.
Caminemos por la derecha.
Adelante, con espíritu de vencedores.

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