
Donald Trump, Geopolítica y Geoestrategia
La Otra Cara
La Geopolítica y Geoestrategia bajo Donald Trump han cambiado hacia un nacionalismo «Estados Unidos Primero», caracterizado por el unilateralismo, el cuestionamiento de alianzas (OTAN, ASIA), el mensaje antiglobalista, la confrontación comercial (China, TLCAN), y un enfoque más realista y transaccional en conflictos (Ucrania, y la Guerra Contra El terrorismo impulsada por Israel y acompañada por Trump en el Medio Oriente), buscando redefinir el poder estadounidense y desafiar el orden liberal (izquierdista trasnochado), con un énfasis en el poder duro y el bilateralismo, lo que genera incertidumbre en los receptores de su política internacional y obliga a aliados y no aliados a buscar o intentar consolidar mayor autonomía estratégica.
Cambios Clave en la Geopolítica y Geoestrategia:
- «Estados Unidos Primero» y Unilateralismo: La Política Internacional de Trump da la espalda a posiciones blandas o acomodaticias dirigidas por Joe Biden y el terrible espectáculo de soldados estadounidenses retirándose precipitadamente de Afganistán ante los ojos críticos de los analistas mundiales que nos hizo recordar hechos vergonzosos similares como el retiro en desbandada de tropas norteamericanas de la embajada en Saigón, durante la Guerra de Vietnam en aquel lejano 1975. Trump por el contrario prioriza la imagen de fortaleza en defensa de los intereses nacionales sobre los compromisos multilaterales, cansado de que los famosos organismos internacionales ONU, OEA, USAID sirvan como plataforma de engorde físico, y de sus billeteras, de izquierdistas globalistas convertidos en parásitos funcionarios expoliadores del presupuesto norteamericano. retirándose desde el inicio de su segundo mandato de acuerdos como el de París, y la OMS, entre otros.
- Revisión de Alianzas: Cuestiona el valor de alianzas tradicionales como la OTAN, exigiendo mayor gasto a sus miembros y generando incertidumbre en Europa, lo que impulsa la búsqueda de reagrupamiento de los integrantes de la Unión Europea en la ingente búsqueda de autonomía estratégica europea.
- Confrontación con China: Adopta una postura agresiva en el comercio y la tecnología, buscando contener el creciente ascenso chino y reconfigurar la hegemonía estadounidense en el presente expresado desde hace décadas en un mundo multipolar.
- Guerra Comercial: Impulsa aranceles y presiones comerciales con países oponentes o rivales como China Continental además de algunos socios como México y Canadá, priorizando la industria nacional sobre la globalización.
- Enfoque «Realista» en Conflictos: Propone soluciones pragmáticas y transaccionales, como congelar el frente de Ucrania para evitar una confrontación directa con Rusia, y una postura proisraelí en Medio Oriente, criticando la manifiesta corrupción incrustada en el Gobierno de Zelensky fruto de la desbordada ayuda a Ucrania.
- América Latina: Abandona el multilateralismo por relaciones bilaterales, usando presión para alinear a la región con su agenda, fortaleciendo opciones de la derecha política latinoamericana tan afectada por la descarada influencia y apoyo económico observado por la USAID y otros organismos durante los gobiernos demócratas en especial de Biden, que cometió tropelías como imponer a Bernardo Arévalo en la presidencia sin siquiera sonrojarse, haciendo gala de su falta de escrúpulos, que se extienden hacia el actual embajador Tobin Bradley de quien se espera sea retirado este fin de año debido al despertar de congresistas y senadores republicanos que han sido correctamente informados sobre el proceso de fraude electoral dirigido por Blanca Alfaro y su banda de seudo magistrados (que están preparando un nuevo fraude electoral que prolongaría la grave crisis nacional y el campeo del Crimen Organizado en Guatemala) mediante la prolongación de mafias incrustadas en el actual Tribunal Supremo Electoral TSE.
- Interés en Territorios Estratégicos: Muestra la visión geopolítica al manifestar la defensa de sus zonas de interés geoestratégico continental sobre Groenlandia y el Canal de Panamá, buscando controlar recursos y rutas claves.
- Aumento del Poder Duro: Desdén por el «poder blando» y las narrativas mediáticas, favoreciendo la dominación y la confrontación directa, lo que reconfigura el equilibrio de poder global.
En resumen, la estrategia de Trump busca una refundación del orden mundial bajo principios nacionalistas y transaccionales, acelerando la multipolaridad y forzando a otras potencias y aliados a redefinir sus propias estrategias de seguridad y autonomía al desafiar el orden mundial establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Su enfoque a mostrado favoritismo en elecciones extranjeras y ha utilizado diversas estrategias, incluyendo el apoyo en redes sociales, para influir en escenarios globales. El regreso de Donald Trump supondrá un punto de inflexión tanto en la política internacional como en el panorama ideológico global. La victoria contundente del candidato republicano, que le otorga control sobre ambas cámaras del Congreso, augura una política exterior marcada por pragmatismo y una visión geopolítica centrada en la competencia con China, así como una revolución conservadora destinada a reconfigurar el panorama político occidental.
Esta nueva era se caracteriza por una política internacional más realista para conflictos como el de Ucrania. El fracaso de la contraofensiva ucraniana del 2023 ha puesto de manifiesto los límites del apoyo occidental, y Trump reconoce esta realidad estratégica. Sin embargo, sería un error interpretarla como una postura pro Rusia. Trump ve la Guerra dentro de un contexto geopolítico más amplio, donde el verdadero rival estratégico no es Moscú, sino Pekín y sabiamente considera un grave error táctico de la administración de Joe Biden haber convertido a Rusia en el principal villano y aislarla, lo que solo ha conseguido acercarla más a China. La competencia con China se presenta como el eje prioritario de la política exterior estadounidense. Esta visión global explica movimientos que en un principio pueden parecer dispersos, desde el interés por Groenlandia hasta la atención renovada hacia el Canal de Panamá.
El interés por Groenlandia, y las consecuentes tensiones con Dinamarca, no se deben a un simple capricho territorial. Esta inmensa isla ártica representa un punto estratégico crucial en la competencia con China por el control de las rutas marítimas polares y el acceso a recursos naturales estratégicos. En el Ártico, Groenlandia se ha convertido en el epicentro de una batalla geopolítica que Trump decidió visibilizar. La isla y el ártico, almacenan vastos recursos naturales, y China viene diagramando una estrategia que abarca desde la colaboración científica hasta vínculos económicos y políticos. La creciente presencia china, aunque no apoye públicamente la independencia groenlandesa de cómo Colonia de Dinamarca la alimenta generando inquietud tanto en Estados Unidos, inquieto por su posición estratégica en la región. En este tablero geopolítico, China contempla su alianza con Rusia, como la posibilidad de ganar influencia en Groenlandia, e incrementar una presencia en el Ártico.
Algo similar sucede con el Canal de Panamá. La creciente presencia china en preocupa a Washington. Trump ha criticado los altos precios de tránsito impuestos a los buques estadounidenses que suponen una desventaja estratégica que debe corregirse. Y sugiere una posible intervención más directa en la gestión del canal. En el ámbito interno, esta nueva era Trump representa mucho más que un cambio en la política exterior. Su administración ha desencadenado una revolución del nacionalismo tradicional y el conservadurismo cultural. La declaración de guerra contra la cultura “woke” apunta a desmantelar el adoctrinamiento de género en las escuelas, universidades y corporaciones estadounidenses. Esta ofensiva cultural probablemente incluirá recortes significativos en financiamiento federal para denominados programas de diversidad e inclusión, así como presión sobre instituciones educativas que promuevan lo que los conservadores consideran una ideología izquierdista radical.
Al igual que el líder húngaro, Víktor Orbán, Trump busca utilizar el poder del Estado para promover valores tradicionales y nacionalistas, y atacar la hegemonía cultural izquierdista en los medios de comunicación, las universidades y el mundo artístico. Esta estrategia incluye el fortalecimiento de medios de comunicación conservadores y la creación de instituciones culturales alternativas que promuevan una narrativa nacionalista y tradicionalista, y Latinoamérica ocupa un lugar particular en este nuevo esquema geopolítico e ideológico. La región se percibirá a través de la competencia con China, la inmigración, el narcotráfico y las pandillas declaradas grupos terroristas por su administración. La creciente influencia económica china en la región, manifestada en inversiones masivas en infraestructura y acuerdos comerciales, representa un desafío directo a la hegemonía estadounidense en una región cuyos gobiernos izquierdistas son aliados de las estructuras de crimen organizado, como es el caso de Nicolás Maduro, Gustavo Petro, Claudia Sheinbaum, Bernardo Arévalo y su banda, representan una creciente amenaza para la seguridad continental de los Estados Unidos frente al cual Trump no permanecerá pasivo. Ya lo verán….

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