
GUATEMALA ante la tormenta perfecta, la convergencia criminal que amenaza al país II
Una Guatemala Diferente Es Posible
Guatemala atraviesa uno de los momentos mas delicados desde la firma de los Acuerdos de Paz, pero la crisis política, por profunda que sea, ya no es el eje principal del riesgo nacional, el verdadero peligro, el que hoy golpea sin disimulo y sin resistencia efectiva, es la convergencia de las amenazas criminales que se han instalado como un poder paralelo, capaz de competir, condicionar y, en algunos espacios, sustituir al Estado; la fragmentación política, la falta de liderazgo nacional y la incapacidad institucional solo han servido para abrirles el paso, pero la raíz del problema es mucho más oscura y compleja.
Las organizaciones criminales que durante décadas operaron en los márgenes del sistema, hoy han mutado, se han articulado, han crecido, se han sofisticado y han entendido que la política es el lugar en donde se define su supervivencia y expansión, esto las ha convertido en un actor que no solo participa de la vida pública, sino que la distorsiona, la corrompe y la manipula en función de sus intereses económicos y territoriales.
La infiltración criminal ya no es un secreto, es un fenómeno visible, documentado y normalizado, estructuras vinculadas al narcotráfico han consolidado corredores que no solo facilitan el trasiego de drogas, sino que también controlan economías locales, financian campañas políticas y penetran instituciones claves, el contrabando aduanero se ha convertido en un negocio multimillonario que funciona gracias a la complicidad de redes que operan desde lo público y lo privado, las estructuras de extorsión, antes confinadas a zonas urbanas marginales, hoy son un sistema económico-criminal que recauda como si fuera una entidad tributaria paralela, afectando desde pequeños comercios hasta grandes empresas, y por encima de todo eso se encuentran las redes político-económico criminales, articuladas entre empresarios oscuros, abogados, operadores políticos, intermediarios y funcionarios que garantizan impunidad, colocan piezas estratégicas y bloquean cualquier reforma que ponga en riesgo sus intereses.
Lo grave ya no es la existencia de cada estructura por separado, lo realmente peligroso es su convergencia, su capacidad de articularse, compartir recursos, intercambiar favores, sincronizar estrategias y operar con una lógica casi corporativa, donde antes actuaban como amenazas dispersas, hoy funcionan como un sistema criminal que se fortalece a medida que el Estado se debilita; esta convergencia de narcotráfico, corrupción, contrabando, extorsión, lavado de dinero, captura institucional, entre otros, está creando una tormenta perfecta que amenaza no solo la seguridad nacional, sino la estabilidad democrática y el futuro económico del país.
La evidencia es contundente, los casos de cooptación municipal, donde alcaldías enteras caen bajo el control de intereses ilícitos, van en aumento, la inversión extranjera directa se desacelera cada vez que un informe internacional menciona corrupción, inseguridad, impunidad o penetración criminal, la migración irregular que alcanzó niveles récord, se alimenta precisamente del deterioro de las condiciones sociales y económicas que frenan el desarrollo, desvían recursos públicos y mantienen a la comunidades sometidas, incluso dentro del Estado, cada vez mas unidades son capturadas o paralizadas por operadores cuyo compromiso no es con la ley, sino con quienes los colocaron en esos puestos.
Y mientras tanto, en el país se discuten disputas ideológicas superficiales, conflictos parlamentarios irrelevantes y peleas entre grupos políticos que, en el fondo, funcionan como cortinas de humo, la verdadera amenaza avanza sin oposición real porque un Estado dividido es un Estado útil para quienes viven del caos, del miedo y de la corrupción; la falta de decisiones firmes, la incapacidad para construir consensos mínimos y la ausencia de políticas integrales de seguridad solo profundizan este escenario.
Cuando las estructuras criminales logran coordinarse, financiar a actores políticos, presionar instituciones y operar sin freno, la democracia entra en fase de vulnerabilidad extrema, no se trata únicamente de delitos; se trata de poder, de quien toma las decisiones nacionales, de quien controla los recursos, de quien dicta las reglas, y si Guatemala no enfrenta esta convergencia criminal con políticas audaces, con una reconstrucción institucional auténtica, y con la valentía que exige una amenaza de esa magnitud, el país corre el riego de perder algo mas que estabilidad, corre el riego de perder su futuro.
Hoy, más que una crisis política, lo que enfrenta Guatemala es una disputa por el control del Estado, y esa es una batalla que ya empezó a definirse y nos llevará décadas resolver, la pregunta es ¿Estamos conscientes de lo que se viene?
AL RESCATE DE GUATEMALA.
GUATEMALA NECESITA DE SUS MEJORES HOMBRES Y MUJERES.

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