La Bestia de Gévaudan
Editado Para La Historia
Existen leyendas que algunos toman por realidad. Me vienen a la mente el monstruo del lago Ness en Escocia, Drácula, el chupacabras, los zombis… Pero de ninguno de ellos se han documentado víctimas, como es el caso que existió y que pasó a la historia como el caso de La Bestia de Gévaudan. Gévaudan fue un viejo condado en la antigua división política de la Francia monárquica, se encuentra en la región del País d’Oc, en el centro sur de Francia, sobre el Macizo Central.
Pues bien, los cronistas de la época de estos acontecimientos registraron 84 muertos, parcialmente devorados por este animal, con atroces heridas y partes de su cuerpo separadas del tronco. Ahora bien, hay algunas fuentes que llegan a hablar de más de 100 víctimas. Todo comienza una mañana de junio de 1764 cuando una joven pastora de 14 años, Jeanne Boulet, es encontrada muerta con todo su cuerpo horriblemente mutilado. Inicialmente no se le dio mucha importancia. A pesar de que normalmente los lobos no atacan a las personas, sino a su ganado, de vez en cuando existían casos de ataques de estos cánidos a los seres humanos.
Pero Jeanne fue solo la primera víctima, apareciendo muchas más víctimas, desmembradas e incluso decapitadas y con las vísceras devoradas. De inmediato se dieron cuenta los lugareños de que se enfrentaban a algo más feroz que un lobo ordinario. Empezaron a hablar de un hombre lobo que aterrorizó durante tres años toda esta región. Hasta el día de hoy no sabemos qué tipo de animal fue el que atacaba a sus víctimas para saciar su hambre.
A partir de un momento dado, los pastores decidieron agrupar su ganado y salir en grupo a pastorear. Sin embargo, ni siquiera esta táctica desalentó a la bestia que atacaba principalmente a jóvenes. Ya para otoño de este año, la macabra noticia de los cuerpos horriblemente destrozados se había esparcido por toda Francia. Si el asunto de la bestia tomó tanta relevancia fue no solo por lo macabro de los hechos en sí, sino porque el dueño de un pequeño periódico de Aviñón, después de la Guerra de Siete Años, ya no tenía nada más que publicar que atrajera la atención del público y, en bandeja de plata, le trajeron al periodista el asunto que lo vio como una posibilidad para relanzar las ventas de su diario.
Así fue como todo el país estuvo al tanto de lo que ocurría en esta zona de Francia. Pronto los otros periódicos, que en aquella época se les llamaba gacetas, se hicieron eco de lo que sucedía en Gévaudan. A Europa también había llegado la noticia y los ingleses, vencedores de la última guerra con Francia, se burlaban diciendo que el rey de Francia no era capaz ni siquiera de matar a un lobo. La noticia llegó incluso a las Américas. Podemos entender que los periodistas, con el fin de vender más sus gacetas, exageraban las características de la bestia. Unos decían que tenía la mirada del diablo, otros anunciaban que tenía la inteligencia de un gladiador astuto, los de allá alegaban que corría a una velocidad sorprendente. Hubo alguien que llegó a comparar la bestia con el león de Nemea, el famoso león que tuvo que enfrentar Hércules entre sus 12 hazañas. Para enriquecer sus escritos, las gacetas imprimieron también el testimonio de algunos sobrevivientes.
A comienzos de 1765, un grupo de jóvenes logró mantener a distancia a la bestia con unas largas perchas que llevaban cuchillos en la punta. En marzo de ese mismo año, Jeanne Jouve defendió, como solo saben hacer las madres, a sus tres hijos. A pesar de su resistencia para que la bestia no maltratara a ninguno de ellos, uno de ellos, de seis años, falleció a consecuencias de las horribles mordeduras de la bestia.
Uno de los testimonios más conocidos es el de Marie-Jeanne Valet, a la que llamaron la Doncella de Gévaudan (en recordatorio a Juana de Arco, la Doncella de Orleans). Esta chica logró herir y hacer huir a la bestia con un puñal que llevaba siempre consigo. El animal había perdido el miedo, entraba en las pequeñas comarcas e incluso a los jardines de las casas, donde desmembró a una señora que trabajaba en su huerto.
Para el otoño de 1764 el capitán Jean-François Duhamel anuncia que no es un lobo, sino un gato grande el responsable de todos estos hechos. Reúne a un millar de habitantes del lugar para ayudarlo a darle caza a la bestia. Ya a comienzos del año 1765, el tema de Gévaudan hace que el propio Luis XV se inmiscuya en el tema. Su prestigio estaba en tela de juicio. En primer lugar, les dio una importante recompensa al grupo de chicos que habían logrado mantener a raya a la bestia con sus perchas con puñales. Al jefe del grupo, el más valiente que alentaba a sus colegas, el rey le pagó sus estudios.
Por otra parte, Luis XV envió a sus propios cazadores para darle caza a la bestia. También desde Normandía vino un famoso cazador de lobos para matar a este animal y cobrar las recompensas que se habían ofrecido a aquel que le diera fin al dolor que prevalecía en Gévaudan. Ante el fracaso de todas las personas que le daban caza a la bestia, el rey mandó a su propio guardaespaldas quien logró matar a un lobo muy grande y lo envió a Versalles disecado. A pesar de ello, continuaron las masacres de jóvenes personas en Gévaudan.
Es solamente en junio de 1767 que un cazador de la región, Jean-Chastel, tiró sobre un gran animal y lo mató. A partir de ese momento cesaron los ataques. Según los testigos, la criatura tenía algo de lobo, pero no era uno. Tenía una cabeza horrible y un lomo rojo, blanco y gris, cosa que nunca habían visto los cazadores de lobos en el pasado. Muchos hablan de que se trataba de un hombre lobo. Incluso corrió el rumor de que Chastel habría matado a la bestia con una bala de plata que, como dice la tradición, es la única bala que puede matar a un hombre lobo. La explicación más generalmente aceptada sería de que se trató de un animal no nativo de esta zona, como una hiena. Otros dicen que habría sido un joven león que se hubiera escapado de alguna jaula y cuya joven melena habría parecido extraña a los habitantes de la Francia rural de aquellos años.
En la actualidad, otros historiadores piensan que realmente se trataba no de un lobo, sino de un grupo de grandes lobos y que el tema fue deformado por la prensa y la histeria nacional, creando la leyenda de la bestia. A pesar de que han pasado más de 250 años desde el comienzo de aquellos tristes acontecimientos, la ciencia actual no ha logrado explicar lo que sucedió a todas esas víctimas en la antigua región Gévaudan, sobre el Macizo Central de Francia, región de los hechos que les he narrado. Allá, entre los lugareños, continúa el misterio sobre la existencia de la bestia de Gévaudan.
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