
El Reto de Replantear la Democracia Antes de Que Sea Demasiado Tarde
Una Guatemala Diferente Es Posible
En el mundo actual, la democracia entendida como sistema político occidental y como forma de vida, atraviesa una de sus crisis más profundas, las promesas que alguna vez inspiraron esperanza, igualdad de oportunidades, acceso a servicios básicos, justicia imparcial, gobiernos transparentes, hoy parecen difuminarse frente a una realidad marcada por la corrupción, la violencia, la pobreza y la captura de instituciones por intereses criminales, Guatemala es un ejemplo claro de esta debacle, aunque no es el único: fenómenos similares se repiten en América Latina y otras regiones.
La falta de credibilidad hacia las instituciones, el abandono de los ciudadanos por parte de sus gobernantes y la incapacidad de los Estados para resolver problemas básicos han abierto un vacío peligroso, ese vacío lo llenan con facilidad lideres populistas, caudillos autoritarios o dictadores en ciernes que prometen soluciones rápidas a cambio de sacrificar libertades; la gente cansada y desesperada, empieza a ver con buenos ojos modelos distintos de democracia o incluso sistemas que, aunque limitan derechos, ofrecen lo que sus Estados y lideres nunca lograron: seguridad, estabilidad y desarrollo.
Hoy vemos como en países como China o Rusia y más cerca en El Salvador, se han consolidado modelos de gobierno que, aunque distintos del concepto clásico de democracia occidental, gozan del respaldo de sus ciudadanos, la razón es simple para las personas, más que un debate ideológico, lo que importa es que su vida mejore, que tengan acceso a un trabajo digno, que sus hijos puedan estudiar, que la salud sea un derecho real y que caminar por la calle no sea un riesgo de muerte; allí donde la democracia occidental no ha cumplido, otros sistemas han encontrado espacio para crecer y consolidarse.
La pregunta que deberíamos hacernos es ¿Cómo replantear nuestra democracia para que vuelva a tener sentido, para que sea apreciada como un sistema político y de vida que defiende a las mayorías y no a las élites? La respuesta no está en copiar modelos ajenos a nuestra realidad, sino en transformar la forma en que entendemos y practicamos la democracia.
Este replanteamiento debe partir de lo esencial: justicia y dignidad humana, la democracia pierde valor cuando protege a corruptos, y se muestra indiferente con la gente que lucha a diario para llevar el pan a casa, debe garantizar igualdad ante la ley, castigo efectivo al crimen organizado y a los políticos que lo respaldan y al mismo tiempo, asegurar derechos básicos como salud, educación, trabajo y vivienda; no se trata solo de elecciones periódicas, sino de construir un sistema que acompañe al ciudadano en cada etapa de su vida.
También es urgente fortalecer las instituciones, una democracia sin instituciones sólidas es un cascarón vacío, fácilmente manipulable, por lo que necesitamos, independencia judicial, organismos de control que actúen sin miedo, sin servilismo, un ejército y una policía al servicio de la nación y no de mafias o caudillos, ya que una democracia en la que sus instituciones han sido capturadas por el crimen organizado y sirven a mafias, no es más que un disfraz, pero nunca se puede llamar democracia.
El replanteamiento pasa, además, por recuperar el sentido comunitario de la política, la democracia debe ser cercana, humana, enfocada en el bienestar colectivo, no puede seguir siendo un club de poderosos o mafiosos, ni un escenario para negocios personales, es necesario abrir espacios reales de participación ciudadana, escuchar a quienes nunca son escuchados, como los campesinos, indígenas, jóvenes, mujeres, trabajadores; en países como el nuestro, la democracia tendrá futuro si es incluyente.
Estamos en un punto de inflexión, si no replanteamos ahora la democracia, si no la hacemos útil, justa y cercana a la gente, corremos el riesgo de que se convierta en un recuerdo, remplazada por regímenes autoritarios que, aunque resuelvan problemas inmediatos, terminan negando libertades fundamentales; la democracia no debe ser defendida solo por tradición o ideología, sino porque puede y debe ser el camino hacia una vida más digna y segura para todos,
Replantear la democracia es, en realidad, rescatarla y hacerlo a tiempo es el mayor reto que enfrentan nuestras naciones antes de que sea demasiado tarde.
AL RESCATE DE GUATEMALA.
GUATEMALA NECESITA DE SUS MEJORES HOMBRES Y MUJERES.

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