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Cobertura y Calidad educativa el gran déficit guatemalteco

Reflexiones

«La educación es nuestro pasaporte para el futuro, porque el mañana pertenece a la gente que se prepara para el hoy».
Malcolm X

El ministerio de Educación de Guatemala, tiene ante sí un gran desafío: mejorar la cobertura y la calidad educativa en un país que arrastra altos índices de analfabetismo, población en edad escolar fuera del sistema (4.5 millones), exigua infraestructura escolar y una muy cara e insubstancial formación docente. 

Según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Guatemala ocupa el puesto 127 de 189 países en el índice de desarrollo humano, solo el 59% de la población mayor de 15 años sabe leer y escribir. Además, la pandemia de covid-19 agravó la situación, al dejar sin clases presenciales a más de cuatro millones de estudiantes durante casi dos años, pecado por el que seremos castigados por muchos años.

Se debe actuar de manera urgente en replantear la formación docente (inicial y en servicio), ampliar la oferta educativa en los niveles preprimario y medio (básico y diversificado) y reducir las brechas de calidad entre las zonas urbano, marginales y rurales del país, especialmente para las niñas y los niños indígenas, así como, ampliar la oferta del subsistema extraescolar. Para ello el presupuesto a partir de 2026 debe contar con 30 mil millones de quetzales, que represente el 3,3% del producto interno bruto (PIB) del país, una cifra muy por debajo del promedio regional, la cual seguiría creciendo en un 0.3 anual, afectando significativamente los procesos de calidad educativa, recursos didácticos, infraestructura y tecnología. 

La cobertura educativa no es universal y existen grandes desigualdades entre los niveles y modalidades educativas. Mientras que la primaria casi alcanza una cobertura universal, el ciclo básico y el ciclo diversificado muestran una fallida cobertura. La pobreza y la desigualdad socioeconómica impiden que muchos niños, adolescentes y jóvenes accedan al sistema educativo, permanezcan y promuevan dentro de él. 

La falta de formación continua y la ausencia de una carrera docente diferenciada impactan la calidad de la enseñanza. Se debe formular e implementar la formación inicial docente con la filosofía normalista heredada por los grandes teóricos de la educación. Se debe invertir en pocas escuelas normales de preprimaria y primaria, pero de gran calidad. Las escuelas normales deberán tener una diferenciación urbana y rural, ambas con un enfoque intercultural.  Así mismo, se deberá impulsar las escuelas normales regionales de educación física, educación musical, educación artística y educación empresarial.

La falta de inversión en infraestructura y recursos educativos afecta la calidad educativa, no basta con tener una pizarra (cemento o formica), yeso o marcadores de agua, unas cartulinas de colores, tijeras, goma y periódicos viejos en el aula. Se debe de implementar pizarras inteligentes con acceso a internet para dar un salto cualitativo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Debe comprenderse que el mobiliario también representa una diferencia en el ecosistema áulico, por lo que debe garantizarse un pupitre ergonómico para cada estudiante.

La falta de una cultura de mejora continua en el sistema educativo dificulta la implementación de nuevas estrategias y la búsqueda de soluciones a los problemas. Es importante que el Ministerio de Educación garantice la adquisición de equipos de cómputo para los maestros a precios asequibles, así como acceso a internet, esta estrategia promoverá la investigación, la lectura y la actualización de los maestros.

La política de educación virtual permite incorporar al país a la tendencia mundial de la conectividad disminuyendo los límites a la innovación en el aula y la adaptación a las nuevas formas de aprendizaje. Se enfoca en la transformación digital del sistema educativo, en busca de reducir la brecha digital y potenciando la educación a distancia.

La descentralización del sistema educativo puede ayudar a responder mejor a las necesidades específicas de cada región. Se debe replantear la filosofía de las Direcciones Departamentales de Educación, así como de la Supervisión Educativa haciéndolas más tecnológicas y contextualizadas, para que puedan tomar decisiones en pro de la solución a la problemática pedagógica y de gestión educativa en sus localidades, tratando de disminuir la centralización del poder y la toma de decisiones en el despacho superior de educación.

La incorporación de la tecnología en el aula puede mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde la amplificación de la información que se genera continuamente en el mundo. Es imperativo recurrir al minimalismo pedagógico (menos, es más), como lo están planteando los países desarrollados actualmente. Curricularmente debe realizarse una dosificación de contenidos bajo un enfoque inductivo, el cual privilegia lo esencial por sobre lo periférico. El estudiante podrá trabajar en el aula los contenidos básicos y completará su formación con información extraída de los buscadores en internet.

La calidad de la educación debe ser una prioridad, junto con la cobertura, para garantizar que los estudiantes adquieran las competencias necesarias para el futuro. El ministerio debe reconocer que su gestión enfrenta grandes déficits en la cobertura y calidad educativa, pero también debe expresar su compromiso con una renovación curricular. Guatemala merece un mejor destino a través de una mejor educación.

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