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Lazos culturales: Perú y Centroamérica

Ventana Cultural

Cuando hablamos de lazos culturales, solemos pensar que no existen entre el Perú y Centroamérica. Sin embargo, hay muchas cosas que nos unen, a pesar de la distancia que nos separa.

A Centroamérica se le conoce principalmente por la civilización maya. No obstante, cada país guarda en sus entrañas culturas grandiosas, quizá no tan difundidas como la mística y mítica cultura maya, pero que han dejado huellas imborrables en la idiosincrasia de cada nación.

Aparte de la cultura maya, ¿conocemos a los xincas? ¿Sabemos quiénes fueron los nahuas pipiles? ¿Quiénes fueron los lencas o las culturas que habitaron Nicaragua y Costa Rica? Todas y cada una de ellas fueron grandes, aunque muchas veces permanezcan en el anonimato.

En esta primera entrega hablaremos de algunos datos generales sobre las culturas de Centroamérica. En la siguiente, abordaremos con más detalle cada una de las civilizaciones: nahua-pipil, lenca y xinca, además de profundizar en ciertos aspectos de la civilización maya.

Todos los países de nuestra región compartimos una herencia indígena muy rica. Todas las culturas expresaban amor y respeto por la naturaleza. Sus rituales nos recuerdan nuestra conexión con ella y el hecho de que somos parte del mismo todo. Muchos pueblos pedían permiso al entorno “explicando” los motivos de sus acciones, lo que refleja una conciencia profunda del equilibrio natural.

Uno de los lazos que nos unen es que algunas investigaciones ubican el origen de ciertas culturas del Perú en Mesoamérica. Se considera, por ejemplo, que la cultura Moche o los pueblos de Lambayeque podrían tener vínculos con los mayas. En Guatemala y El Salvador existió una cultura milenaria, la xinca, que dejó parte de su tradición oral en la leyenda de Chasca —término quechua— y su padre Pachacútec. Otra conexión se halla en el idioma: tanto el quechua como el náhuat salvadoreño comparten algunos vocablos.

En el ámbito astronómico y cosmogónico, los pueblos del Perú concebían tres mundos, al igual que los pueblos centroamericanos. Todos creían en los nahuales o apus, sus guardianes o regentes. La cosmogonía de estos pueblos antiguos enseña que no se trata de poner los recursos naturales al servicio de la humanidad, sino de procurar su cuidado y mantener el equilibrio dentro de un contexto sagrado.

En cuanto a la gastronomía —que en cada país varía por el mestizaje alimentario— todos comparten productos comunes: el maíz, el aguacate o palta, el camote, la papa, el frijol y el pallar (o habas, llamados piloyes en Guatemala). Sin embargo, cada país también alberga una variedad propia de frutas y granos. En El Salvador, por ejemplo, encontramos el mamón, el jocote, el marañón, la paterna, el mamey y el nance. Tanto en el Perú como en Centroamérica se disfruta la anona o chirimoya, la pitahaya, la granadilla, el algarrobo o copinol, el ujushte y la mora blanca, entre otros frutos compartidos.

Respecto a la música, vale destacar algunos aspectos. El instrumental de la música maya incluía instrumentos de viento (aerófonos) y de percusión (idiófonos). Entre los primeros se contaban flautas de caña y hueso, diversos pitos, silbatos, ocarinas y vasos sibilantes. Los mayas también desarrollaron tambores de madera o tunkules, sonajas, cascabeles, caracoles sonoros y caparazones de tortuga. La marimba, un idiófono de la familia de los xilófonos, tuvo un desarrollo notable a partir del modelo cultural original, destacando la marimba de arco, instrumento portátil con teclado diatónico y resonadores de jícara. El Salvador también cuenta con la marimba, y entre sus instrumentos originarios se hallan los pitos, silbatos y tambores. En el Perú encontramos la quena y otros instrumentos de viento y percusión. La influencia africana se percibe, por ejemplo, en el cajón, presente también en otras regiones del continente.

Quien diga que no existen lazos que nos unan puede observar que hay muchos aspectos comunes: los animales sagrados —la serpiente, el jaguar o puma, el cóndor o las aves nacionales de Centroamérica—; la presencia de mediadores como Wiracocha, Kukulkán o Quetzalcóatl; y los centros ceremoniales de tipo piramidal. Si esos no son lazos, entonces, no se sabe qué lo serían.

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Claudia Alexandra Figueroa Oberlin

El arte siempre lo llevé de la mano con la literatura, me dediqué al teatro, a la danza por más de quince años, y a las artes marciales, ahora soy miembro de diferentes asociaciones y academias de poesía: Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana, donde participo con crítica literaria, Academia Nacional e Internacional de Poesía de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, América Madre, Unidos por las Artes, Movimiento Literario de Centroamérica, y locutora de la radio el barco del romance con el programa Una Ventana al Mundo, donde hablo de los viajes, la historia y la cultura, recito poemas y leo cuentos o fragmentos de otros autores y propios.

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