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Algunos desafíos de la educación escolar (3 y final)

Tanmi Tnam 

Es común escuchar que la falta de educación apoya la injusticia y la desigualdad en el conjunto de relaciones entre personas, ciudadanos y pueblos. Varios sectores apoyan la demanda de los servicios educativos para todos con la esperanza de erradicar la extrema pobreza, porque sus efectos abonan concretamente el fomento de la injusticia. En contextos donde abunda la injusticia es fácil observar a las personas marginadas de los beneficios de la cultura, una mayoría que vive al margen de los efectos de los roles de instituciones públicas dedicadas al desarrollo social y político, es común ver hechos de violación de los derechos individuales y colectivos tanto por personas que creen pertenecer a una cultura superior y por las entidades oficiales cuyos roles están definidas desde la visión de superioridad. En contextos de injusticia y desigualdad, se impone una cosmovisión en todos los órdenes de la vida en detrimento de la cosmovisión de los pueblos que viven marginados. En donde hay injusticia la visión de la vida de los pueblos no cuenta con el apoyo de la esfera pública.

Necesitamos una educación escolar con altas posibilidades de estudiar las profundidades de la realidad nacional en los ámbitos social, económico y político.  Los sectores y pueblos que consideran necesario conocer por qué hay tanta injusticia y desigualdad, tienen que hacer esfuerzos por revisar los cimientos, el pensamiento y práctica de la educación nacional. Es necesario darnos cuenta qué decisiones políticas, cuáles son los contenidos, cuáles son los procedimientos de trabajo didáctico, qué materiales educativos y cuáles son las prácticas de la evaluación de aprendizajes que hacen posible la marginación, la desigualdad y la injusticia con el apoyo directo del currículo del sistema educativo nacional.

El liderazgo de los pueblos de Guatemala y los expertos en educación, deben revisar de manera consciente y responsable qué contenidos, métodos, técnicas y materiales educativos de la educación nacional han sido útiles para la reproducción del racismo, la discriminación, la corrupción y la impunidad. Nuestra educación ha funcionado muy bien y sigue haciéndolo muy bien para la formación de una población y la ciudadanía sumisas y sin crítica al estado de situaciones que provocan más injusticia y pobreza.

Necesitamos una educación escolar que apoye el análisis de los conflictos políticos, económicos, culturales, lingüísticos y sociales para la construcción de proyectos y programas que hagan posible alcanzar la justicia y la paz. Es sano aplicar procedimientos de análisis de los hechos injustos que permanecen en nuestro territorio, especialmente para la mayoría de guatemaltecos que viven en condiciones inadecuadas.

Es urgente contar con un sistema educativo que cuestione las causas, los argumentos y procedimientos que debe tener todo ciudadano para buscar los espacios de participación que faciliten el desarrollo económico, político y cultural. En nuestro medio, hay espacios de participación inducidos por el Estado y los espacios propios establecidos por las comunidades locales de los pueblos.

El docente debe dedicar momentos oportunos para identificar los frutos de su trabajo en cuanto a la transformación de condiciones de pobreza, injusticia y desigualdad que permanecen en nuestro país y asumir procedimientos de trabajo que aportan posibles soluciones construidas con ideas y participación de todos. El docente en servicio debe ser la persona que comprenda las ventajas de vivir en justicia y las desventajas de vivir en la injusticia.

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