
Bryan Cranston, orgulloso de su carrera
Tras 20 años de carrera, Bryan Cranston saboreó la fama con la serie Malcom in the Middle y subió al Olimpo con Breaking Bad, una profesión a la que ha dedicado su vida y sobre la que dice no poder “sentir más orgullo”.
“Lo único que quería cuando decidí ser actor a los 22 años era poder vivir de ello”, explicó Cranston antes del estreno de su nueva película, The Infiltrator, “y lo logré a los 25 años”, dijo sobre su debut en la serie Crisis Counselor (1982).
“Desde entonces, solo he tenido que actuar. Ese es aún el logro profesional del que estoy más orgulloso. Nada me llena más. Todo lo que ha venido después es la guinda del pastel. Han sido oportunidades para mejorar mi vida y mi carrera”, indicó el intérprete.
“Hay ciertas cosas que debes reunir: tienes que tener talento, paciencia y persistencia, pero también suerte. Y la suerte puede llegar en cualquier momento. Solo tienes que estar preparado”, indicó. Bryan no la dejó pasar y, de hecho, es muy consciente de que sin la repercusión de Breaking Bad y de su histórico personaje de Walter White, no estaría hoy en día al frente de producciones como The Infiltrator.
The Infiltrator, basada en hechos reales, cuenta cómo el agente federal Robert Mazur (Cranston) se infiltra a mediados de la década de 1980 en el cartel del narcotraficante Pablo Escobar haciéndose pasar por un empresario dedicado al blanqueo de dinero.
“Existe una fascinación hacia lo prohibido, historias llenas de folclore, insinuaciones, rumores, misterio. Queremos ser testigos de ese mar de destrucción, pero no vivir en él. La película te permite justo eso”, señaló.
El reto de Cranston en el filme no era nada fácil, ya que, en realidad, encarna a tres personajes diferentes. Primero el actor asume la identidad de Bob Mangione, un delincuente callejero. Después pasa a ser Bob Muzella, el agente que ejecutará una de las mayores operaciones encubiertas de la historia. Y, en todo momento, es Bob Mazur, un corriente hombre de familia.
“Digamos que Bob Mazur y Bryan Cranston tienen el mismo objetivo: hacer un papel y que sea lo más honesto posible para ser efectivo. Pero si Bryan se equivoca, hace otra toma. Si Bob se equivocaba, podía ser asesinado”, manifestó.
Cranston habla con la sabiduría de quien pasa por ser uno de los grandes actores de Hollywood, aunque reconoce que su personalidad hoy día no es la misma que la de aquel joven que soñaba con dedicarse al séptimo arte. “Era inseguro, introvertido y muy observador”, reveló.
“Al final eso me ayudó mucho una vez que concilié la idea de expresarme, abrirme, ser vulnerable y susceptible. Eso me permitió desplegar las emociones frente a la cámara y sobre las tablas del teatro. Pude mostrar mi humanidad de forma honesta”, declaró.
“Un actor”, subrayó, “debe arriesgarse a ser ridículo, ser excluido o ser avergonzado, para, finalmente, obtener algo más grande”.
Cranston es consciente de que para muchos siempre será Walter White, el profesor de que adopta un estilo de vida criminal tras serle diagnosticado un cáncer de pulmón. Pero no se obsesiona por ello ni busca como loco papeles de talla similar.
“Walter White fue un regalo que me cambió la vida. Pero ya sabes lo que se dice: cuando algo acaba, no llores porque acabó; sonríe porque sucedió”, dijo entre risas.
The Infiltrator, de Brad Furman, cuenta con John Leguizamo, Diane Kruger y Benjamin Bratt en un reparto en el que aparecen también Simón Andreu, Rubén Ochandiano y Elena Anaya.
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