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También te transaron 20 de octubre

Mirilla Indiscreta

Las fechas para atrás o para adelante, no significan nada, si no tienen contenido que las sustenten, les den el soporte de una razón de ser trascendental que diga algo más que un día en el calendario.

El 20 de octubre, evocó para los amantes de la libertad una fecha que cimbró la conciencia nacional al unísono con una consigna generalizada, que significaba, Democracia frente a la dictadura que finalmente sucumbió agitando a toda la nación.

14 años de un dictador, que cambiaron Guatemala, en esencia, en su hacienda particular, renunciando a su poder omnímodo, que quién lo sucedió, lo pretendió heredar por 14 años más de poder absoluto.

Fue frente, al falso heredero, a quién se gestó el movimiento revolucionario del 20 de octubre de 1944.

Don Jorge Ubico Castañeda, era el tirano constructor de los 14 años, que hizo del país un remedo de su finca particular, sobre la que mandaba y construía con tal vehemencia, que esas dos actividades, como herencia, aún perduran en una imponente obra pública.

Después de 108 días de cortísimo gobierno el General Ponce Váides, provocó una alianza de civiles y militares, dispuestos a poner fin al gobierno Ubico Poncista.

Para variar, con la anuencia de la embajada estadounidense, dueños ya de los ferrocarriles, la energía eléctrica, y las bananeras.

Querían, como en el resto del istmo Centroamericano “legalizar” entre comillas el despojo a cambio de la soberanía nacional.

La renuncia del General Ponce Váides, se hizo efectiva por el requerimiento de los alzados con la “mediación” imperativa, otra vez entre comillas de la Embajada Estadunidense.

Ese “siempre comprando gangas imposibles de evitar”, hizo realidad el “Jamás pensé, Jamás soñé” a don Ponce Váides, después de quedarse al mando del triunvirato en el que designó don Jorge Ubico el poder añejo de los catorce años.

Los “canchitos” del norte, ya eran dueños de todo… les faltaba únicamente el título de propiedad.

El “Jamás pensé, el jamás soñé” se hizo de sopetón realidad para el acaudalado general terrateniente de las Verapaces que era el único capricho que no había agregado al uniforme militar de general con plata.

Por cierto, en estos lares, centroamericanos, en esta época, que vivimos ahora, a otro caprichoso muchachón, los gringófilos le pagaron Guatemala, por un puñado de dólares que lo hicieron nominalmente Interventor de un país importante, en una región estratégica.

Fue a un heredero de don Juan José Arévalo, digno exmandatario, ya despojado arteramente de sus créditos patrióticos, hurtándole su identidad ideológica y legado político.

Un gran señor, le han degradado en un mundo corrompido y mercantilizado con el discutible honor, no siempre enaltecido de ser simple expresidente.

Y he aquí el rumbo que le dieron a un vulgar negocio de mercachifles arrebatados por la ambición y el poder transferido por los interventores extranjeros.

A costa de un atraco político al pueblo, con la prepotencia de un imperio en agonía, acuerpado por sus corifeos internacionales, prostituyeron con el nombre de “transparente”, “libre” y “democrático” el apestoso proceso electoral guatemalteco del año 2023.

Pero entremos en materia sobre la “burrocracia” instalada en la administración pública que subastó al país.

¿Sabe realmente quien es el Doctor Juan José Arévalo Bermejo más allá de sus virtudes físicas de “hombre masculino”, como él define a su padre en memorias de aldea, sumamente apuesto, alto, carismático, con un hoyuelo en ja barbilla que la partía en dos?

Alto, ganadero como todos aquellos vascos que descubrieron Taxisco sobre las faldas del volcán Tecuamburro bañado por el inmenso pacífico.

Pero ahora hablamos de política criolla, cimarrona. Trampera y tramposa, donde todo tiene un precio, menos el honor y la honradez que oficialmente se declararon escasos.

Donde se celebran fechas que se desconocen, con personajes que no existieron, más que en la imaginación de quienes los inventaron para subastarlos en la eterna feria del pueblo.

En el lugar en que se le dice al interventor, presidente, cuyo poder agoniza todos los días, porque solo el 32 por ciento, de la poca gente que depende del erario nacional, ya no tolera que vivan como reyes mientras el resto mueren como mendigos y lo único que abunda son el hambre y la pobreza.

Bajito en una familia de gigantes le pide permiso al presupuesto de inservibles públicos para cambiar de “chance”

¿Qué habría pasado si el mayor Gustavo Díaz López no hubiera tomado la decisión de dirigir la rebelión de los pañuelos rojos el 11 de mayo de1988?

¿Hubiera muerto en prisión la semana pasada el coronel y abogado Raúl Dehesa Oliva acusado de cuanta porquería se les ocurrió a los interventores, utilizando a sus verdugos de la toga judicial, ahora cómodamente, viviendo como exiliados de oro en Washington?

¿Habría desistido el coronel Gustavo Padilla de esa rebelión de los “pañuelos rojos” fallecido también la semana pasada, si le hubieran anticipado las humillaciones, prisión y procesos a que le llevaría su heroica acción?

¿Si no hubiera escuchado los lamentos de su hijo Kenneth a quien una bomba subversiva le había explotado los tímpanos, siendo un niño todavía?

¿Habríamos renunciado a la acción de los “pañuelos rojos”: Mario David García, Mario Castejón, Gustavo Anzueto Vielman, Nicolas Buonafina, este “escribidor” amigo de ustedes, Rodolfo Montenegro Peláez, de haber anticipado la persecución judicial, agresiones familiares y políticas que sufrimos por aquel evento?

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¿Esos apátridas tendrían el valor de exigirle a doña Kamala, frente al triunfo de Trump qué no los abandone sabiéndose pagados?

¿Para qué quieren más dinero que el que tienen encaletado en Guatemala, multiplicándose con el agiotismo de los traidores en el poder?

El periodista Mario Castro Director de la revista Domingo de Prensa Libre donde ya escribía Don Edmundo Deantés y Julián Parrillas en 1988 y quien sin estar comprometido políticamente en el movimiento, con la lente de su mágica cámara fotográfica registro las históricas tomas de aquella historia que ya están, por fortuna, en la Hemeroteca Nacional, lejos de la censura editorial corporativa.

Allí estará también Manuel Conde Orellana vigente como ayer, de su fatiga política, en silencio con su pretérita congoja, escuchando sin comentar, las balas que asesinaron a su padre y a su abuelo, este último, en ese momento, Presidente del Congreso de la República.

La muerte criminal no se usa en la demagogia electoral y Manuel nunca lo hizo.

En otro escenario, pocos saben las cicatrices que dejaron las balas, en el pecho de Vinicio Cerezo en el encuentro llamado de Belén.

Los tiros matan, el recuerdo demagógico electorero, es oportunista y por eso se olvida y Vinicio… olvidó.

No se le puede pedir que se olvide a Jorge Serrano Elías y deje de seguir luchando en el exilio, contra quienes lo tienen como pesadilla, resucitando en Guatemala, pidiéndoles cuentas sobre su turbia economía mercantilista y desfalcadora.

Amílcar Alvarado Nisthal Director de El Siglo fue encarcelado y sigue el proceso… Vladimir, su hijo y por vocación, como su padre, periodista de cuna y sangre.

Amenazado porque hay quienes piensan que se debe coagular el periodismo, continúa en la lucha.

Usted joven lector, no importando esa condición, ya que no es el motivo del comentario: ¿sabía de los “pañuelos rojos”, de los asesinatos de los parientes de Manuel Conde, de los tiros en el pecho de Vinicio, de los robos de los exiliados dorados, del despojo judicial por extinción de dominio de Siglo 21, de la persecución y amenazas a sus directores?

¡Estoy seguro de que no!

Y usted joven o viejo, político o apolítico, como supone que es, empleado o desempleado, estudiante o no, universitario o analfabeta, hombre, mujer o plurisexual, degenerado o según usted, como se disculpa, solamente pedófilo, a todos, todas o todes… ¡ESTOY SEGURO DE QUE TAMPOCO!

Ningún héroe de hoy existiría, sin el mártir de ayer.

No existe presente sin pasado… ¡Lo grave es que LO DESCONOCEMOS!

Por esa razón, la correlación, entre el pasado y el presente, quiero que hagamos un pacto entre nosotros y juremos escribir en nuestra lápida mortuoria.

¡QUERIDO PUEBLO… NOS VEMOS MAÑANA!

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Danilo Roca (Edmundo Deantés)

Jurista, analista político, luchador por la libertad.

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