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¿Despega la economía en Argentina?

Idealis Mundi

Empecemos aclarando que la caída del PBI durante la actual administración de Javier Milei no se debe al gobierno anterior. Recibir una empresa o institución, cualquiera que sea, en mala forma significa que se comienza desde abajo y con dificultad, pero no que se siga cayendo. El mercado se expande automática y espontáneamente al tiempo que se lo libera del peso del Estado (impuestos, regulaciones, etc.). 

Es intuitivo, lógico y obvio en la naturaleza: lo que se libera se expande, es una ley física, metafísica, incuestionable, inmutable. Los dos desaciertos graves de la actual administración fueron subir, inicialmente, los impuestos y no liberar completamente el mercado de cambios. Escuché muchas “justificaciones”, pero la realidad es que no haber confiado en el mercado y, consecuentemente, no haber levantado las restricciones en el mercado de divisas significa no confiar en que libertad implica siempre la solución más efectiva. 

Antes que nada, desde el punto de vista político, y esto es opinión no ciencia, lo primero que debió hacerse es la liberación total del sistema sindical. Los problemas de la libertad se solucionan, siempre, con más libertad. Al liberarse se atomizan y muchos aportantes -al no verse obligados- se desafiliarían, y así perderían todo el poder político y, de este modo, el gobierno se deshace de la presión de los sindicalistas actuales y de muchos políticos que parasitan el sistema sindical.

Y, no menos importante, debería también desregularse completamente el sistema bancario/financiero ya que, el oligopolio hoy existente, pone mucha presión sobre el gobierno y es un fuerte impedimento para el libre mercado, ergo, para el progreso. 

Pero vamos al tema de esta columna, hacia dónde va hoy la economía. Para ello es imprescindible aclarar dos temas que hoy no se tienen en cuenta.

Primero, cuando se habla del tamaño del Estado, hay que considerar que lo que importa es su tamaño con relación al sector privado. Por caso, el de los EE.UU. es enormemente más grande que el argentino y, sin embargo, allí la economía funciona mejor, precisamente porque la relación con su sector privado es muy inferior.

Segundo, se suele asociar el gasto con los impuestos (y/o inflación y/o endeudamiento, todos cargados al ciudadano) de manera directa. Esto es una falacia. Esto es verdad (apelemos a la hoy muy despreciada ciencia de la Lógica) si y solo sí, no se tienen en cuenta otros modos de financiamiento. Pero tenemos aquí un “si y solo sí” condicionante. 

Quitado el condicionante y teniendo en cuenta que existen otros modos para financiarlo, la verdad toma otro cariz. Podría financiarse vendiendo propiedades estatales que son “infinitas”: todo el subsuelo, toda la costa, calles, caminos, rutas, parques nacionales, tierras fiscales, todo el espacio aéreo, etc. Esto parece “utópico”, pero ese es otro tema, lo que vale aclarar es que gasto público no necesariamente significa una carga para el ciudadano. 

Ya que hablamos de impuestos, subrayemos que estos -como toda carga estatal- recae siempre con más fuerza sobre los más pobres: por caso, los empresarios los pagan subiendo precios, los autónomos subiendo honorarios y los pobres nada pueden subir, pero sí pagar el aumento de precios. De hecho, la carga estatal es la principal causa de empobrecimiento sino la única

El error de creer que gasto e impuestos tienen una relación directa llevó a la actual administración a “bajar el gasto para luego recortar impuestos”. En el interín, al principio de esta gestión, el sector privado se quedó con menos dinero por el aumento de impuestos, y el recorte del gasto público. Por caso, al quitarse los subsidios, el público debió beneficiarse por un recorte en los impuestos con los que se financiaban. Pero se quitaron subsidios, y aumentaron las tarifas y los impuestos al mismo tiempo. Y esto provocó la caída del PBI, no el gobierno anterior.

Ahora, ¿crecerá o no la economía por el camino que vamos? No lo sabremos con certeza hasta que el mercado lo diga, porque todas las mediciones estadísticas y matemáticas son solo indicativas, desde el momento en que es imposible, de toda imposibilidad, calcular las infinitas variables que supone la actividad económica de millones de personas. Pero veamos lo que, de momento, nos dicen las estadísticas y cifras más serias.

De acuerdo con el IGA-OJF (Orlando Ferreres y Asociados), el nivel general de actividad registró un crecimiento de 7,8% interanual en marzo, acumulando para el primer trimestre una subida de 7,3%. Pero, la medición desestacionalizada registró una contracción de 1,2% respecto a febrero.

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La medición desestacionalizada del índice de producción industrial en marzo registró una caída mensual de 2,3%. Y el freno podría extenderse a abril, según OJF.  

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En cuanto a la inversión real, al mirar la serie sin estacionalidad se aprecia un retroceso en marzo. 

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Es decir, la economía viene cayendo sin dudas. Ahora, en OJF son optimistas, el problema es que su optimismo es voluntarista, no tiene fundamento científico.

“Hacia adelante podremos ver una evolución más lenta de lo esperado originalmente” y entre sus consideraciones más serias para avalar su optimismo están “la mejora del consumo privado… la mayor estabilidad macroeconómica, la desaceleración de la inflación”. Pero, según el Indec, el consumo viene cayendo (0.3% en febrero respecto de enero) y profundizándose en abril, la estabilidad macroeconómica no existe desde que, por ejemplo, el dólar baja y sube todos los días como por tobogán al punto que complica a muchos la formación de precios, y la desaceleración de la inflación no es seria desde que sigue siendo muy alta comparada con los países desarrollados.  

Con todo lo visto, podemos dudar del achicamiento del Estado que habría ocurrido durante la actual administración. Considerando que el peso del Estado es la suma del Nacional, Provincial y Municipal (obviamente estos dos últimos no son responsabilidad de la administración nacional) sobre el sector privado disminuido según cayó el PBI. 

Veámoslo por el lado del empleo. Como bien señala Roberto Cachanosky , según el Ministerio de Trabajo, entre noviembre de 2023 y enero 2025 (último dato disponible) el sector privado formal perdió 101.482 puestos de trabajo. El sector público 82.679 puestos y en total, incluyendo autónomos, personal doméstico, monotributistas, etc. se perdieron 539.039:

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Dejemos de lado Autónomos y Monotributistas porque engloban “monotributistas sociales” y no está claro el tema. Para muestra baste decir que el empleo privado cae más que el público. En otras palabras, si bien se achicó el Estado, el privado se achicó aun más y, así, la relación Estado/Sector privado subió: El Estado se agrandó con la actual administración, hay más empelados públicos por cada privado. 

Ahora, lo más importante. La recaudación tributaria creció sin ser compensada por el crecimiento del PBI privado, es decir, que el peso del Estado respecto del privado aumentó. La recaudación de abril registró un incremento cercano al 6,5% real, según datos de ARCA, subiendo 8,4% real en el primer trimestre de la mano del IVA y del IRPF. Por su lado, el IARAF estimó que «los primeros meses del año continúan con suba real interanual de la recaudación tributaria nacional» y estima que «habría ascendido un 7%».

Esto no solo demuestra que el Estado -ya que no se compensa con la supuesta subida del PBI privado- creció sino, lo que es peor, estaría anticipando una mayor caída del PBI del sector privado ya que tiene menos recursos para producir, a regulaciones prácticamente constantes, ya que la desregulación hasta el momento es pobre.

Para terminar y como frutilla de postre, el déficit de la cuenta corriente se profundiza: 

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En fin, como dije, con los datos que vimos, la razón dice que la economía se ralentizará. Queda ver qué tanto de la realidad expresan estas cifras y, entonces, el mercado -único y definitivo juez- dará su veredicto inapelable.

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Le invitamos a leer más del autor:

Alejandro A. Tagliavini

Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

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