
NORMATIVIDAD VERSUS INTELIGENCIA
Antropos
Algunos profesionales de la educación, hemos gozado de la oportunidad asumida responsablemente con la docencia en el sistema educativo preuniversitario o bien en los centros de educación superior. Esto nos condujo a fortalecer el sentido y significado de un proyecto de vida. Nos acercó a los libros como un gozo y felicidad. Hemos convivido con la niñez, juventud y adultos mayores con gran entusiasmo y entrega hacia la formación de ciudadanía y de personas competentes por los conocimientos que han alcanzado. Lo crucial, nos llena de alegría, cuando descubrimos que estos estudiantes siguen la senda de los caminos de la curiosidad, la imaginación, él cultivo de la inteligencia y la búsqueda de los saberes.
Hemos sido favorecidos porque los centros de educación en los cuales trabajamos, ha está presente como condición necesaria, el aliento por el libre juego de ideas y del cultivo de la inteligencia y creatividad. Obviamente va en paralelo un alto grado de responsabilidad laboral y entrega a la vida académica. Pero y a su vez, debemos de reconocer que este lugar de pensamiento crítico es el resultado de largas, fuertes, dramáticas y entusiastas luchas por la libertad y por el derecho a una educación con calidad. La historia reciente nos muestra inmensos ejemplos como la lucha de los estudiantes franceses en la década del sesenta del siglo veinte, así como la de mexicanos que fueron reprimidos por las armas de un gobierno autoritario.
Habrá que asumir nuestro destino como educadores el cual hemos heredado del espíritu rebelde y amor a la libertad, por una educación digna, desde lo que aconteció en América Latina particularmente con el movimiento de la Reforma de Córdoba, Argentina en la cual los estudiantes protagonizaron el desplome de un modelo feudal de la enseñanza. Así mismo, Centro América es también rica con ejemplos de luchas estudiantiles enfrentados a las hordas impositivas de los diferentes gobiernos en la región. En cada país se han hecho las cosas de manera diferente, pero al centro está el grito por la libertad, él cultivo de la inteligencia, la creatividad sobre la base del pensamiento crítico.
Hoy, ya no nos enfrentamos a fusiles y garrotes, sino a gestiones de orden administrativista que se imponen en los centros educativos, con kilómetros de normativas que debemos cumplir los educadores, como si no fuera suficiente prepararse para hacer docencia. Esta manera de hacer gestión altamente burocratizada está debilitando la esencia del camino de la educación, y atemorizando a quienes luchan por el libre juego de ideas, el cultivo de la inteligencia y “la imaginación creadora”.
Entiendo que esta gestión en la que prevalecen las normas y obediencia a ellas, bajo el amparo de la burocracia, es un proyecto solapado de quebrar la academia, porque suponen que ésta es un peligro para destronar a los gestores que tienen pocas ideas para empujar excelentes proyectos educativos. En este marco de ideas, vale la pena recodar el libro del filósofo francés Michel Foucalt Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. Cita que viene al caso, porque hoy se impone lo disciplinario a través de la norma, y distrae a los docentes en su propio quehacer. Hay cientos de ejemplos, en los que maestros de escuela primaria son obligados a llenar hojas de planificación, evaluación e información, así como realizar otras tareas que no le son propias a los docentes. Y en el ámbito de la educación secundaria se han olvidado del cultivo de la lectura y parcializan la enseñanza en pequeños retazos del conocimiento. El arte y el deporte ya no son tomados en cuenta.
En cuando a nuestras universidades, cada vez más el proceso educativo olvida los grandes marcos filosóficos que fundamentan a la educación. Las palabras y documentos esclarecedores para orientar al Estado y a la sociedad acerca de problemas sustantivos, cada vez son más escasos. Casi no hay debate de ideas y de concepciones políticas, económicas, educativas, sociales, principalmente en las universidades públicas, a no ser en las de más prestigio mundial por su nivel de cultivo a la inteligencia e investigación. Contrariamente, abundan en nuestros centros de educación superior de países periféricos las normas y hasta las cámaras para vigilar la asistencia de los docentes, pero se olvidan de acompañar los senderos de la calidad, y pertinencia de lo que se enseña en las aulas.
Este exceso de normas es lo que contradice a las corrientes liberadoras, de los pensadores como Paulo Freire quien nos legó como un paradigma a seguir su libro: La educación como práctica de la libertad.

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