
Temor a la tempestad; Guatemala sobrevive
Sueños…
El hambre de los niños
Todos los ciudadanos del mundo amamos el país donde nacimos, aunque en nuestra vida cotidiana no vemos más que atraso, ineficiencia, injusticias y desequilibrios, en nuestra mente, en nuestros sueños el paraíso es pequeño comparado con la grandeza sublime de nuestra patria. Es indiscutible que tenemos que adorar a nuestra patria a la que vemos como en un altar adorable llena de bellezas naturales, pájaros llenos de ternura y todas las especies son maravillosas. Y nunca comparamos la cruda realidad con aquella belleza idílica que solo vive en nuestra mente. Y, hay de aquel que con siega locura sus colores prenda manchar.
Una de las realidades más crudas, casi imposible de entender, es aquella que nos muestra la increíble gallardía de mi patria cuando veo las tristes notas de un país que está primero en desnutrición y hambre infantil. ¿Quién puede sentirse orgulloso de una país en donde el porcentaje de niños que padecen hambre y desnutrición son casi la mitad de los niños de mi patria?, ¿cómo podemos decir que somos un gran país con semejantes resultados?
De acuerdo con los datos del gobierno de Guatemala, agosto del 2025, las personas en crisis alimentaria en Guatemala son 3 millones 430 personas. Según la secretaría de nutrición del gobierno hay 6 millones 700 mil en fase acentuada de desnutrición. Es indescriptible que una sociedad pueda agachar la cabeza y no hacer nada para salvar a sus propios compatriotas.
Un giro, la economía nacional
Pese a los desastres sociales, la economía nacional funciona en forma positiva. Claro, ante un mundo especialmente incierto. Escribí un largo artículo del hambre en la niñez, para no deprimir el entorno, mejor hablemos de macroeconomía, lo único que ha funcionado hasta hoy.
Según el FMI la gestión macroeconómica del gobierno es prudente lo que ha respaldado la resiliencia, que indican que el termómetro del país la inflación esté controlada, con unos colchones de política sólidos y un superávit sostenido en la balanza de cuenta corriente. Naturalmente, un sistema mundial en jaque genera un futuro incierto y lleno de peligros geopolíticos. La preocupación de los que ven mejor el futuro indica que si se mantiene el orden democrático electoral hay expectativa de un crecimiento sólido, con el fin de que sea inclusivo y orientado realmente a la reducción de la pobreza. No cabe duda que se tiene que acelerar la implementación de reformas estructurales y recuperar la coordinación de políticas entre los poderes del Estado y la ciudadanía.


Como se ve, la producción del país crece entre las más rápidas del hemisferio, con una inflación que está controlada pero que se anuncia con riesgos a partir del 2026. La atracción de inversión muestra niveles muy bajos, que requieren una mejor inversión en infraestructura, mejorar la calidad de la educación y la salud del pueblo.
Aquí se toca uno de los temas tabú en Guatemala, siendo un país capitalista semifeudal que aún depende de mano de obra barata, en ocasiones usando el sistema servil, hablar de aumentar el gasto en temas innecesarios como educación o salud para la mayoría es una herejía.
Sin embargo, por el avance de los países más desarrollados de la región Costa Rica, Uruguay, Chile y ya casi Panamá, si Guatemala quiere alcanzar y rebasar a esos distinguidos países tiene que llegar al consenso de todas las fuerzas políticas y sociales para gastar el 10% del PIB anual en educación de calidad para la mayoría y hacer que el gasto social sea eficiente y competitivo.
Según el FMI “…para mejorar la calidad y eficiencia del gasto es necesario reforzar la formulación, focalización, ejecución y control del presupuesto, acompañada de una rápida implementación de la agenda anticorrupción”. Una gran tarea, yo dudo que se pueda implementar en el corto plazo.


Cualquiera puede ver en los datos que los ingresos del Estado son exiguos. La falta de cobro a los mayores ingresos sitúa a este país entre los de menores ingresos porcentuales del mundo. Las grandes empresas, las grandes fincas, los grandes bancos no tributan, y no solo no tributan sino que evaden los impuestos, generando un faltante que se refleja en el resultado primario -un apodo para déficit primario-, o sea, el gobierno no recauda ni siquiera para pagar su burocracia. El gobierno chapín tiene bajos ingresos, no gasta en educación, ni salud y se endeuda para que el pueblo pobre siga pagando. Lo que conduce a que la deuda crece sin parar. La deuda del gobierno pronto consumirá el 30% de lo producido en el país.


Conclusión
Si no aparecen proyectos claros para resolver los graves problemas estructurales heredados de la colonia, se tiene el riesgo de que la población reniegue de los principios democráticos en construcción, rechace todas las ideologías y se convierta en una población zombi de gente sin interés y sin rumbo.
La inmensa amenaza es que el pueblo se convenza de que toda autoridad, toda institución es corrupta por que todos los chapines lo somos.

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