
Ansiedad y depresión, principales rostros de la salud mental en Guatemala
- Expertos señalan que estos trastornos mentales no solo concentran la mayor parte de la atención psiquiátrica del país, sino que representan comorbilidades recurrentes en pacientes con diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares.
- Violencia, inseguridad y desastres naturales, entre los factores que exacerban la carga de la salud mental del territorio.
En el marco del Día Mundial de la Salud Mental que se celebra cada 10 de octubre, expertos de distintos países de América Latina hicieron un llamado urgente a atender la creciente carga de trastornos mentales de la región, donde millones de personas enfrentan barreras de acceso al tratamiento, discriminación, estigmas persistentes y falta de políticas públicas integrales. Líderes de opinión coincidieron en la necesidad de impulsar un abordaje ético, riguroso y compasivo de la salud mental, condición de alta vulnerabilidad, particularmente cuando se asocia a determinantes sociales como educación, pobreza, exclusión social, desempleo, violencia, inseguridad y desastres naturales.
Sin lugar a duda, la magnitud del desafío es contundente. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a pesar de que más de 160 millones de personas en la región viven con un trastorno mental, solo una de cada cinco recibe tratamiento. A esta preocupante realidad, se suma el fuerte vínculo de la ansiedad y la depresión con enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como cardiovasculares, cáncer, diabetes o respiratorias, lo que convierte a estos trastornos mentales en comorbilidades frecuentes y de alto impacto. Este panorama pone en evidencia que los trastornos mentales, a pesar de su prevalencia y carga económica, quedan relegados en la agenda sanitaria.
“A nivel regional, las principales barreras en salud mental siguen siendo la desinformación, los prejuicios y la falta de recursos específicos. Mientras que la salud física cuenta con presupuestos y estrategias claras, la salud mental sigue siendo un tema subatendido. Necesitamos voluntad política y esfuerzo colectivo para que pacientes con trastornos mentales reciban la misma atención que otras condiciones de salud pública”, señaló el doctor Pedro Gargoloff, investigador principal en más de 50 estudios clínicos internacionales.
En Guatemala, las cifras reflejan realidades igualmente complejas. En 2023, 34,178 guatemaltecos fueron diagnosticados con algún trastorno mental y de comportamiento, siendo los más frecuentes la ansiedad y la depresión. Asimismo, de 2012 a 2021 se diagnosticaron 4,881 casos de trastornos de ansiedad no especificados y 1,948 trastornos de ansiedad generalizada. Estas cifras reflejan solo una parte del problema ya que en la práctica clínica los pacientes se debaten en silencio para reconocer una condición mental. La doctora Mirna Santos, directora de servicios del Centro Médico Psiquiátrico “El Manzanillo”, advierte: “la gran dificultad para un paciente reside en distinguir si lo que vive es tristeza o depresión, si es estrés o trastorno de ansiedad. No existe un examen de laboratorio que lo aclare. Cuando la enfermedad avanza, se afecta la cognición y la capacidad de comprender lo que sucede, lo que complica aún más reconocer la necesidad de ayuda”.
La evidencia también muestra que la salud mental no solo debe verse desde la óptica clínica, sino también desde la perspectiva social y económica. En los países de ingresos bajos y medios como Guatemala, entre el 76% y el 85% de las personas con trastornos mentales graves no reciben tratamiento, principalmente por falta de recursos, infraestructura deficiente y persistencia de la discriminación.
En este sentido, la doctora Sheena Nandwani, directora médica de Viatris Centroamérica y el Caribe, destacó el esfuerzo continuo de la compañía con este tema global: “Trabajamos para cerrar la brecha de atención en salud mental. Nos enfocamos en ampliar el acceso a tratamientos innovadores, combatir el estigma y colaborar con profesionales de la salud y organizaciones de la sociedad civil para que el bienestar mental tenga la misma urgencia que la salud física”.
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