
Emigración: errores del Gobierno de EUA, compartidos por el Gobierno de Guatemala
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El Gobierno de Estados Unidos de América ha renovado su intento de detener la emigración de guatemaltecos a esa nación; y para detenerla ha solicitado la cooperación del Gobierno de Guatemala. Conjeturo que ahora se pretende no solo extinguir la furia emigratoria de los guatemaltecos. Quizá se pretende también que los guatemaltecos emigrantes que residen en aquella nación, retornen regocijados a Guatemala, y se conviertan en fogosos predicadores de la permanencia de todos los guatemaltecos en el paradisiaco territorio de la sagrada patria.
Ese renovado intento está destinado a fracasar, por errores, el peor de los cuales es la pretensión de detener una emigración indetenible.
I. Errores
En el renovado intento de detener la emigración, el Gobierno de Estados Unidos de América comete cuatro errores, por los cuales ese intento está destinado a fracasar. Son errores compartidos por el Gobierno de Guatemala.
Primer error. El Gobierno de Estados Unidos de América anuncia que promoverá la inversión de cientos o miles de millones de dólares para crear, en Guatemala, fantásticas oportunidades de trabajo, con las cuales los trabajadores ganarían salarios tales que los disuadirían de emigrar.
Creer que esa inversión puede crear esas oportunidades de trabajo es un error. Según cifras de Statista, el salario promedio anual en Guatemala, en el año 2022, fue equivalente a 4,332 dólares. También según Statista, el salario promedio anual en Estados Unidos de América, en el año 2021, fue equivalente a 74,738 dólares. Estas cifras sugieren que el salario promedio en Estados Unidos de América podría ser casi 17 veces mayor que el salario promedio en Guatemala.
Entonces el inversionista pagaría, en Guatemala, un salario anual próximo a 4,332 dólares; pero no uno próximo a 74,738 dólares. Por consiguiente, las oportunidades de trabajo que se crearan en Guatemala no disuadirían a los guatemaltecos, de emigrar a Estados Unidos de América y ganar un salario anual que fuera, no necesariamente 17 veces mayor que el que pueden ganar en Guatemala, sino por lo menos 10 veces mayor.
In summa: la inversión generaría oportunidades de trabajo, como las genera cualquier inversión; pero el trabajador no ganaría un salario que lo disuadiera de emigrar.
Segundo error. El Gobierno de Estados Unidos de América pretende que el inversionista pague, en Guatemala, un salario tan económicamente gratificante, que contribuya a la finalidad de detener la emigración.
Creer que el inversionista pagará ese salario, con esa finalidad, es un error, conexo con el primero. El inversionista que invierta en Guatemala, en cuanto inversionista, sensatamente pagará, por el trabajo, un salario mayor solo si contribuye a la finalidad de obtener el máximo beneficio económico de su inversión, según un determinado grado de riesgo. No pagará, entonces, un salario mayor, que no contribuya a esa finalidad.
Toscamente expresado, el inversionista, en cuanto inversionista, no regalará dinero a los trabajadores guatemaltecos para evitar que emigren. Por ello, su inversión no tendrá un efecto disuasivo. Por supuesto, el Gobierno de Estados Unidos de América y el de Guatemala no pueden obligar a un inversionista a pagar un salario mayor con la finalidad de evitar la emigración.
Tercer error. El Gobierno de Estados Unidos de Américas pretende convertir en causa de la emigración, el ejercicio corrupto del poder del Estado de Guatemala. Presuntamente, los recursos fiscales sustraídos por la corrupción no se invierten en obras que propician una prosperidad generadora de estupendas oportunidades de trabajo; y entonces se torna atrayente emigrar.
Creer que la corrupción es una causa de emigración es un error. El ejercicio del poder del Estado podría ser el más honrado del mundo, y los gobernantes honrados podrían invertir más para propiciar la prosperidad y la creación de maravillosas oportunidades de trabajo. No por ello, sin embargo, el trabajador guatemalteco renunciaría a la expectación de ganar un salario que fuera por lo menos 10 veces mayor que el que puede ganar en Guatemala. Quiero decir que el guatemalteco emigrará porque puede ganar ese salario, independientemente de que el ejercicio del poder del Estado sea o no sea corrupto.
Por supuesto, no debe haber corrupción; y los corruptos deberían ser condenados a muerte o, por lo menos, a prisión vitalicia. Empero, no hay relación de causa y efecto entre corrupción y emigración, o entre corrupción y emigración con expectación de un salario notablemente mayor. No solo no hay tal relación, sino que un gobierno honrado no necesariamente asignará más recursos del tesoro público para invertir más en obras que propician una prosperidad generadora de atrayentes oportunidades de trabajo. Puede asignar más recursos, no para tal inversión, sino para expansión de la burocracia, incremento de salario de los burócratas, subsidio de actividades económicas, enriquecimiento de una casta sindical y creación de costosas empresas del Estado.
Cuarto error. El Gobierno de Estados Unidos de América supone, o parece suponer, que la única causa por la cual los guatemaltecos emigran es la expectación de ganar un salario extraordinariamente mayor que el que pueden ganar en su país.
Creer que esa es la única causa es un error. También es causa de emigración este hecho: los mismos ciudadanos de Estados Unidos de América contratan el trabajo de los emigrantes guatemaltecos. Si no fuera factible tal contratación, no habría emigración. Hasta puede conjeturarse que los políticos de aquella nación, que públicamente se oponen a la emigración, e intentan detenerla, contratan, para propósitos privados, el trabajo de migrantes guatemaltecos, aunque residan ilegalmente.
Séame permitido planear la misma cuestión, de esta manera: las oportunidades de trabajo de los guatemaltecos que emigran a Estados Unidos de América son creadas, no por ellos mismos, sino por los ciudadanos de esa nación, porque contratan su trabajo.
La cuestión no es solamente, entonces, que los guatemaltecos emigren con el propósito de obtener, de su trabajo, un mayor beneficio económico. La cuestión es también que su trabajo es contratado. El intento de detener la emigración tendría que ser, entonces, inmoralmente, intento de evitar la contratación del trabajo de los guatemaltecos emigrantes, o intento de prohibir que los ciudadanos de Estados Unidos de América tengan libertad de contratación de trabajo.
II. Emigración indetenible
El Gobierno de Estados Unidos de América ha intentado impedir la residencia ilegal; y expulsar a los residentes ilegales. El intento ha sido inútil; y la emigración ha sido indetenible. El ímpetu emigratorio ha triunfado sobre los muros fronterizos; y sobre la violenta represión, y la abusiva expulsión de emigrantes; y sobre la humillación y la amenaza de prisión y tortura; y sobre el peligro de enfermedad y muerte, y el sufrimiento por la separación familiar.
El intento de detener la emigración ha sido inútil; pero el renovado intento de detenerla también lo será, porque presupone creencias erróneas sobre finalidad de la inversión, costo del trabajo e inversión, ejercicio corrupto del poder público y causa de la emigración. Ese renovado intento multiplicará su inutilidad porque el problema no es detener una emigración indetenible. Precisamente el peor error del Gobierno de Estados Unidos de América es la pretensión de detener esa emigración indetenible, y excluir la sabia opción de aprovecharla.
Post scriptum. El Gobierno de Guatemala no debería involucrarse en el intento del Gobierno de Estados Unidos de América, de detener la emigración de guatemaltecos a esa nación. Involucrarse equivale a la complicidad con políticos que inmoralmente pretenden privar a los guatemaltecos migrantes de la opción de una vida mejor, y privar a los ciudadanos de Estados Unidos de América, de la opción de beneficiarse del laborioso y productivo trabajo de esos guatemaltecos.

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