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Marcha por la Educación

Antropos

El principal objetivo de la educación, es crear hombres capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente de repetir lo que otras generaciones hicieron, hombres creativos, inventivos y descubridores”.  J. Piaget.

Hace unos días, fui testigo de una inmensa manifestación de educadores de todos los niveles, que van desde la pre primaria, hasta profesores de las cinco universidades públicas de Costa Rica. Esta marcha fue acompañada por trabajadores de algunas dependencias del Estado, dado que comparten el ideal de una mejor educación con calidad.

Esta lucha expresa la preocupación del pueblo costarricense para lograr que el ocho por ciento se mantenga en torno al financiamiento del sistema educativo y que el actual gobierno, lo pretende disminuir. Esta situación, ha llevado a decir a la Doctora Yamileth González, ex rectora de la Universidad de Costa Rica, en un artículo reciente que “el panorama nacional es desolador: con este gobierno se ha ampliado la desigualdad y la brecha entre la educación pública y la privada”. Hace memoria que, “en Costa Rica hemos tenido un estado social de derecho, que debemos defender, con oportunidades para todos los grupos sociales”.

Habrá que tomar en cuenta, qué en Costa Rica, la ciudadanía considera a la educación como un valor que le es propio a su propia identidad y desarrollo social. En el mismo sentido está la salud y los servicios de electricidad y agua potable.  Esta conciencia ciudadana se ha forjado a través de los años con políticas claras en torno al bienestar social, así como acciones educativas para la formación ciudadana, o bien, ejercicio del cumplimiento de sus derechos y responsabilidades, y la visión de respeto a la dignidad humana de algunos gobernantes y políticos preclaros que definieron el sentido de un Estado de Derecho Democrático. De ahí que hoy, los educadores costarricenses estén dando la pelea por una buena educación pública con sustento financiero.

Definieron esta lucha, como la marcha por la educación y qué en el caso personal, me apropio de esta consigna. Precisamente nos ha advertido en este sentido José Joaquín Bruner, educador chileno, que el no cumplimiento de la agenda educativa del siglo veinte y la que hoy vivimos en pleno veintiuno, es lo que ha generado un ambiente de incertidumbre, desconcierto, duda y confusión respecto al interrogante viejo que si América Latina llegará algún día a ser una región desarrollada y justa.

De ahí, dice este pensador que “la educación está en medio de esta encrucijada. Entre resultados mediocres y enormes desafíos, en tensión entre los problemas no resueltos del siglo veinte y los retos emergentes que vienen con el siglo veintiuno”. Y esta es la preocupación según mi saber y entender de los educadores costarricenses, que se concretan con las palabras de Yamileth González al insistir que están dispuestos a defender el Estado de derecho en el cual todas y todos tengan las mismas oportunidades de acceder a una educación pública de calidad.

En cuanto a Guatemala, resulta en primer lugar, que la educación aún no se manifiesta como un valor en la conciencia ciudadana. Y esto sólo como punto de partida, es un inmenso problema, porque debemos de avanzar en la formación de ciudadanía con nuestros estudiantes. En cuanto al Ministerio de Educación, desde hace décadas, se le ha asignado durante algunos gobiernos el mayor presupuesto del Estado guatemalteco. Sin embargo, aún no hemos logrado visualizar aciertos trascendentes que marquen una similitud con lo que se hizo en la revolución de octubre del cuarenta y cuatro, a no ser el esfuerzo que se hace en la profesionalización docente con la participación académica de la Universidad de San Carlos, el Sindicato Magisterial y el MINEDUC, lo cual debo destacar como un avance cualitativo. Sin embargo, no hay un acuerdo de la sociedad y el Estado en torno al rumbo de la educación en el país. No hemos logrado ver que se perfile en el sistema educativo, un ideal de ciudadano. No hay respuestas adecuadas y creativas para miles de preguntas e inquietudes de los jóvenes. Existe desde hace años, un abismo entre la educación pública y educación privada. No hay una ruta a seguir, a sabiendas como solía afirmar al doctor Carlos González Orellana que en educación las estrategias en esta área se definen a largo plazo.

De ahí que lo planteado por Bruner, en el caso guatemalteco, es aterrador. Porque los pasos que nos toca realizar en esta marcha por la educación, deben ser pasos de un gigante de siete leguas, para alcanzar a otros países que ya han logrado, con limitaciones, un mejor desarrollo educativo con calidad, equidad y pertinencia que marquen desde la educación, el sentido de la identidad de la sociedad guatemalteca.

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