
La impunidad cercena sueños, como los de Miguel Uribe Turbay, los de su familia y los de Colombia
Quod Pertinet
Si algo ha probado el reciente asesinato de otro valioso y brillante ser humano llamado Miguel Uribe Turbay, es lo infinitamente doloroso, lo inaceptablemente vergonzoso y lo muy costoso que resulta siendo el atroz y fétido manto de impunidad con que durante las últimas 4 décadas y desde los tres poderes públicos de la nación se ha cobijado al usurpador de la presidencia de Colombia Petro Urrego, a toda la izquierda criminal de Colombia e Iberoamérica, y a todos los cómplices que han tenido estos infames a nivel nacional e internacional.
Ojo hermanos Guatemaltecos con el siniestro ejemplo que está dando Colombia: No se debe aceptar ni tolerar que en supuesto y mentiroso nombre de “la paz”, de la “tolerancia”, de la “convivencia”, de la “reconciliación”, de las “segundas oportunidades”, de la “justicia social”, de supuestos “derechos ancestrales”, y en general de toda esa logorrea que utiliza la izquierda, se pretenda justificar y condonar lo injustificable y lo imperdonable para exonerar de toda responsabilidad a una reducida, perversa, degenerada, dispensable y tan reducida como criminal mutación del ser humano.
Tanto el paso del tiempo como la inocultable crudeza de la realidad hecha verdad e historia, están probando lo trágico, lo fatal y lo equivocado que resulta siendo cobijar con absoluta e injustificada impunidad para que sigan con vida y disfrutando de libertades y de derechos, a criminales de lesa humanidad, a genocidas, a criminales de guerra, a criminales responsables de cometer Infracciones Graves contra el Derecho Internacional Humanitario (DIH), y a sus cómplices. Estas cosas no son seres humanos, son una depravada mutación de nosotros.
Nunca deben valer ni importar más los derechos, la vida ni los enfermizos propósitos de curtidos, redomados, abyectos y aún impunes criminales como Petro Urrego, como sus camaradas, y como sus cómplices, que las libertades, que los logros y que los sueños de seres humanos valiosos como los honorables miembros de nuestras Gloriosas Fuerzas Públicas hermanas, y como Miguel Uribe Turbay.
Porque cuando una vida valiosa es terminada por esa repugnante mutación humana representada por los criminales y por sus cómplices, no solo se trunca y cercena la vida de ese ser humano, sino también sus logros, propósitos, ilusiones y sueños, así como aquellos de su gente querida y de las diferentes comunidades y grupos sociales de los que hizo parte y con quienes convivió y trabajó… Esto tan doloroso e infame es por lo que están ahora pasando, especialmente, los familiares cercanos del asesinado Miguel Uribe Turbay, a saber, su Señor Padre Miguel Uribe Londoño, su Señora hermana María Carolina Hoyos, su Señora Esposa María Claudia Tarazona, sus hijas María, Emilia e Isabella, y su hijo Alejandro. Van para ellos mis sentidas condolencias y mis oraciones porque sean cobijados con las bendiciones de fortaleza, de serenidad y de entereza necesarias para sobrellevar tan trágica pérdida.
Para la psicología, a las personas incursas en un trastorno de conducta por medio del cual, de manera olímpica, ridícula y carente de todo sentido, atacan a quienes se les oponen transfiriendo y asignando a ellos su forma de sentir, sus defectos, sus complejos, sus aberraciones, sus frustraciones, y sus culpas, se les conoce como PROYECTORES. Nadie ilustra de menor manera este otro trastorno mental de la proyección que el aún impune criminal de lesa humanidad y usurpador de la presidencia de Colombia Petro Urrego, así como sus atembadas hordas de violentos e irracionales seguidores, simpatizantes, defensores, encubridores y/o cómplices, cuando acusan y pretenden señalar de “fascistas” y de “nazis” a todo ciudadano de bien que osa enfrentarles.
Desde lo jurídico, la única, la más grande, la más grave, y la más vergonzosa diferencia que hay entre el proceder de los psicópatas nazis (partido nacionalsocialista obrero alemán) y entre el proceder de los nazis del Siglo XXI, a saber los derrotados narcoparamilitares de la izquierda colombiana m-19 representados con creces por el usurpador de la presidencia de Colombia Petro Urrego y por los aún impunes pedófilos de las farc que expoliaron el Congreso de mi nación, radica en la condición jurídica que cada uno tuvo al momento de hacerse al poder. Me explico.
Los nazis llegaron al poder y una vez en el poder cometieron todas esas suficientemente documentadas atrocidades que marcaron un antes y un después en la proclamación y defensa de los Derechos Humanos a nivel mundial. Por su parte, Petro Urrego y los demás aún impunes narcoparamilitares de la izquierda colombiana m-19 y farc fueron puestos en el poder después de haber superado en barbaridad y fiereza, y seguir haciéndolo, las atrocidades cometidas por sus hermanos mayores los nazis, atrocidades todas también suficientemente documentadas.
Una vez en el poder, los nazis desplegaron tales niveles de salvajismo y de barbarie contra quienes con ellos no coincidieran, declarándolos sus enemigos, que a partir de esa tragedia y durante el último siglo, la humanidad se vio obligada a proclamar más de veinte (20) instrumentos en defensa de los Derechos Humanos y para castigar severamente a quienes violaran los derechos humanos.
En cambio, los aún impunes narcoparamilitares de la izquierda colombiana m-19 y farc fueron puestos en el poder tras cometer, y seguir cometiendo, crímenes iguales a los cometidos por los nazis, pero con unos raseros de salvajismo, de barbarie, de sistematicidad y de impunidad superiores a los de los nazis, sus hermanos mayores, atrocidades todas que aún siguen sin castigar; Lo anterior sin pasar por alto que mientras la vigencia del régimen de terror de los nazis duró menos de una década, Petro Urrego y sus camaradas llevan seis (6) décadas insistiendo en imponer su criminal ideología de izquierda. Esto no puede ni va a seguir siendo así en Colombia, ni puede permitirse llegue a suceder en la ahora amenazada Guatemala de Arévalo.
No admite discusión ni interpretación alguna que ninguna mutación del ser humano debe sentirse en capacidad, por ningún motivo ni a nombre de nada, de impunemente vulnerar las libertades ni los derechos humanos de seres humanos, mucho menos de acabar con la vida, con los sueños y con las posibilidades de otro, ni con las alegrías, ilusiones y futuro de sus familias y de sus naciones. No es aceptable ni tolerable.

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