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¡Qué lindo ese jardín!

Antropos

¿No es paradójico que el animal mejor equipado en sentidos y mente para disfrutar de la hermosura de su planeta, sea entre las multitudinarias especies que lo pueblan el más destructivo de todos y la mayor amenaza para su prosperidad continuada?
Alexander F. Skutch, El Ascenso de la vida.

¡Qué lindo ese jardín!, es una de las mejores expresiones acerca del cultivo de las flores, plantas y arbustos que escuchamos con placer y alegría. Los colores embellecen y los verdes nos elevan el significado y sentido de la vida plena.

Las mariposas revolotean de pétalo en pétalo. Los gorriones se detienen vibrando sus alitas en miles de movimientos intermitentes. Los pájaros le dan colorido al follaje en donde se posan para descansar por ratitos en su habitual aleteo y las ardillas, mapaches, iguanas y garrobos, luchan cada uno para comer de la fruta que se les extiende para su buen vivir.

Esa expresión de que lindo ese jardín, lleva en sus entrañas el esfuerzo humano de cultivar con cariño, amor y sencillez cada una de las plantas. Requiere gusto y tenacidad. Lograr por ejemplo que las flores vibren con su belleza, es toda una hazaña de sensibilidad humana en medio de un gran torbellino el cual se ataja, con ternura para que la diversidad natural florezca llena de vida.

La vida, entonces, al servicio de la vida, es una proeza generosa en medio de una vorágine que arrasa el planeta hasta llevarlo a las temperaturas más altas que se han conocido hasta ahora. “La era del calentamiento global ha terminado, ahora es el momento de la era de la ebullición” según el Secretario General de Naciones Unidas. Y agrega, “En grandes partes de Norteamérica, Asia, Africa y Europa, este verano es cruel. Para todo el planeta, es un desastre”, e indica que “el aire es irrespirable, el calor es insoportable. Y los niveles de beneficios que generan los combustibles fósiles y la inacción climática son inaceptables”.

Sin embargo, afirma “todavía podemos evitar lo peor. Pero para ello, debemos convertir un año de calor abrasador en un año de ambición abrasadora”.

De ahí lo significativo de la expresión ¡qué lindo ese jardín! debe ser la máxima del buen vivir de cada uno de nosotros. Lo cual me recuerda la emoción de un alemán que visitó a uno de nuestros países, cuando vio un árbol de naranja, arbolitos de café y matas de banano. No resistió el encanto y de inmediato corrió a tocar a cada una de estas plantas. Después nos relató que su jardín, era una pequeña maceta en el ventanal de su apartamento.

Si esta analogía sirve para algo, es el hecho qué hasta hoy, América Latina no está incluida en la era de la autodestrucción planetaria. Por ello debemos de cuidarla como a nuestras pupilas. Lograr que no devasten los bosques, ni que envenenen el agua motivados por la ambición desmedida del dinero y la ganancia cueste lo que cueste.

Quizás América Latina muy pronto se convertirá en la salvación de nuestro planeta, pero con una perspectiva de independencia y autonomía en la toma de decisiones, y no como el etnocidio que se fraguo cuando los conquistadores europeos destruyeron parte de la cultura ancestral de los pueblos originarios, para salvarse ellos, de una crisis profunda que los ahogaba a plena luz del sol.

Para lograr que nuestro subcontinente siga verde como un hermoso y bello jardín, la ciudadanía, los empresarios, las iglesias, los medios de comunicación y principalmente los líderes políticos, deberemos de aunar grandes y profundos esfuerzos de unidad, a fin de salvarnos para salvar al planeta de un desastre desgarrador que asoma sus garras con ferocidad y agresividad.

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