Alcances de un Acuerdo por la Educación y el Pacto Colectivo
Antropos
La historia se convierte cada vez más en una carrera entre la educación y la catástrofe.
George Wells, novelista británico.
Hasta el día de hoy, aún no logramos avizorar en ninguno de los espacios pertinentes un debate serio, sostenido y ampliamente participativo, acerca de la educación en nuestro país, a no ser la propuesta de la reforma educativa, de los Acuerdos de Paz y para lo cual se instaló un consejo consultivo a fin de la elaboración de los acuerdos y propuestas, integrado por las diferentes organizaciones sociales, educativas, empresariales, sindicales, pueblos originarios, entre otros. Lamentablemente este hermoso esfuerzo se quedó como otros temas de los acuerdos de paz, olvidados en el papel. Con optimismo escuchamos las palabras recientes del Presidente de la República de Guatemala que en su discurso para celebrar los 28 años de haber sido firmados, afirmó que le dará seguimiento a los mismos. Como educador, me parece que el más crucial, es el referido a la educación, caso contrario, la ciudadanía de nuevo como con otros gobiernos, quedará burlada.
Sin embargo, debo reconocer qué en forma aislada y modesta, en las aulas universitarias, escuelas y colegios, algunos docentes exponen sus ideas y reflexionan en público acerca de las grandes corrientes del pensamiento educativo. Así también articulistas y autores de la vida nacional tímidamente publican libros y artículos en revistas o periódicos en torno al sentido de la educación. Sabemos además del esfuerzo que se hace en la formación del magisterio en las aulas universitarias como el trabajo que realiza la Escuela de Formación de Profesores de Enseñanza Media, previo acuerdo firmado y organizado por la Universidad de San Carlos, el Sindicato de Trabajadores de la Educación y el Ministerio de Educación.
Habrá que llamar la atención, como contraste a lo anterior, que las instituciones educativas de carácter nacional, Ministerio de Educación y universidades, hasta este momento, no se han convertido en centros de pensamiento en donde florezcan a partir de la investigación, las ideas que alumbren el destino de la educación. En ese sentido, pienso que en el marco del análisis e intereses que se discuten en el Pacto Colectivo entre el gobierno y el Sindicato de Trabajadores de la Educación y Asamblea Nacional del Magisterio, podría considerarse como una posibilidad para desencadenar entusiasmo que abra el debate acerca del destino de la educación en nuestra sociedad y construir con criterios de inclusión, el GRAN ACUERDO EDUCATIVO que amarre las líneas centrales y sustantivas de un proyecto educativo tan necesario para transitar por un camino de certezas y precisiones históricas.
Este dialogo que se lleva a cabo entre autoridades ministeriales y dirigentes sindicales, es un espacio idóneo que se puede con voluntad política convertir en el primer escalón hacia un Acuerdo Nacional por la Educación. Es una obviedad qué para el logro de este propósito, primero se deben llegar a acuerdos alrededor de las demandas magisteriales y los intereses propios del Ministerio de Educación, que están hasta hoy, cifrados en los de orden sindical de carácter laboral, lo cual es fundamental para atender los derechos justos de los docentes, en los que sobresale como demanda en el Pacto Colectivo, el cumplimiento al compromiso ante la comunidad nacional e internacional. Así mismo, debemos recordar que este pacto del gobierno con la dirigencia sindical está sustentado e inspirado en los diferentes documentos que el mismo Estado guatemalteco firmó y ratifico en torno al tema de los derechos a la libertad sindical, con Naciones Unidas, Unesco, Unicef, principalmente con la OIT (Organización Internacional del Trabajo) confirmado también por el Decreto Legislativo Numero 1485, del Congreso de la República de Guatemala, en el que se refiere a la dignificación del magisterio nacional. Porque “después de todo, señala el educador de los Estados Unidos Ernest Boyer, es inútil hablar de mejorar la calidad de la enseñanza si, finalmente no se les otorga un reconocimiento a los profesores por el tiempo que dedican a los alumnos”.
Esto significa que el debate por un Acuerdo por la Educación, según mi modesta opinión, debe pasar después de la firma del Pacto Colectivo, por analizar temas profundos como cobertura, calidad, equidad y pertinencia. Así mismo deberíamos de avanzar con un atrevimiento intelectual e imaginación creadora, a ver el futuro y encontrar puntos esenciales que nos unan como sociedad y Estado en el destino de la educación en Guatemala.
Pienso que no hay mejor momento para caminar por en el mejoramiento de la educación que lo que vivimos hoy día, en el sentido que están dadas las condiciones objetivas y subjetivas, en las que sobresalen los resortes de los acuerdos sobre la Reforma Educativa, el dialogo que llevan a cabo autoridades del Ministerio de Educación y la dirigencia sindical en torno al Pacto Colectivo, y la orientación universal que se desprende del pensamiento inspirador del Papa Francisco, al anunciar el Pacto Educativo Global, en el cual hace un llamado a la conciencia para que nos sumemos al esfuerzo orientado a la transformación cultural profunda. Ha dicho el Papa que debemos “dialogar sobre el modo en que estamos construyendo el futuro del planeta y sobre la necesidad de invertir los talentos de todos, porque cada cambio requiere un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más justa”.
Felizmente al centro de los Acuerdos sobre la Reforma Educativa, se especifica que es la persona humana que importa en todo esfuerzo, porque así mismo, entre los siete compromisos del Pacto Educativo Global, está “la persona humana al centro, pero además también enfatiza en escuchar a las jóvenes generaciones, cuidar la Casa Común, responsabilizar a la familia, promover a la mujer, abrirse a la acogida, renovar la economía y la política”.
Sólo falta ahora, que apartemos la desconfianza, la descalificación, y que surja la sabiduría, la templanza y voluntad política del gobierno y la dirigencia sindical, en el sentido de despojarse de intereses inviables para que se abran las compuertas del camino hacia la construcción del Acuerdo Nacional por la Educación.
Porque ahora más que nunca, como señala la doctora Beatriz Villarreal, es necesario “convertir la enseñanza en un aprendizaje para la democracia, que promueva los ideales de un buen ciudadano, la sociedad justa y equitativa, así como un estilo de vida bueno para todos. Un proyecto de sociedad que incorpore esos ideales como valores mínimos compartidos en una sociedad democrática, como los principios de libertad, igualdad y solidaridad que se conviertan en guías para la acción social”.
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