Salir del Subdesarrollo: Una Hoja de Ruta Hacia El Progreso
Zoon Politikón
El subdesarrollo no es un destino inevitable, sino el resultado de decisiones equivocadas, falta de liderazgo y políticas que ignoran las verdaderas necesidades de las naciones. Para países como Guatemala, el desafío va más allá de superar barreras económicas y sociales; se trata de trazar un camino claro hacia un progreso sostenible. Las lecciones de naciones que han logrado salir del subdesarrollo nos ofrecen una hoja de ruta invaluable, centrada en la libre empresa, la estabilidad política y el fortalecimiento del sector privado como motor del desarrollo.
El primer paso para cualquier nación que aspire al desarrollo es garantizar la estabilidad política. Países como Botsuana y Chile han demostrado que la estabilidad institucional atrae inversiones y es clave para el crecimiento económico. Botsuana ha mantenido una democracia estable desde su independencia, creando un entorno de confianza y gobernabilidad. Chile, tras las reformas de los años 70 y 80, no solo logró un crecimiento económico sostenido, sino que también fortaleció su democracia, convirtiéndose en un referente regional. Estas experiencias muestran que sin un liderazgo fuerte y transparente, cualquier intento de desarrollo está destinado al fracaso.
Otro aspecto importante es establecer un marco legal sólido y regulaciones eficientes. Ejemplos como Singapur y Georgia destacan en este aspecto. Singapur ha construido un centro financiero global protegiendo los derechos de propiedad y promoviendo la competencia. Georgia, por su parte, simplificó la creación de empresas y combatió la corrupción, logrando un entorno empresarial competitivo. Para Guatemala, estas lecciones son claras: sin un marco regulatorio que fomente la confianza y la competencia, el desarrollo seguirá siendo un sueño inalcanzable.
La infraestructura, a menudo ignorada en los discursos políticos, es otro pilar a considerar para el desarrollo. Sin carreteras, puertos y redes de telecomunicaciones modernas, ningún país puede competir en la economía global. Chile, nuevamente, invirtió en sistemas de transporte público como el de Santiago; India lanzó programas como Bharatmala, destinados a mejorar la conectividad y el comercio. Estas iniciativas no solo reducen costos logísticos, sino que también integran comunidades marginadas en el mercado nacional e internacional. Guatemala debe adoptar un enfoque similar, priorizando proyectos de infraestructura que conecten las áreas rurales con los principales centros económicos.
La educación y la capacitación son igualmente esenciales para un desarrollo sostenible. Finlandia, con su enfoque en la calidad docente y el aprendizaje práctico, y Singapur, que vincula la educación técnica con el sector privado, son ejemplos de cómo los sistemas educativos pueden transformarse en motores del desarrollo económico. Guatemala necesita una fuerza laboral capacitada para enfrentar los retos de la economía global, y esto solo se logrará reformando su sistema educativo para alinearlo con las demandas del mercado laboral.
Fomentar la inversión extranjera es otro componente clave. Países como Vietnam y Mauricio han demostrado que la creación de zonas económicas especiales con incentivos fiscales y menos burocracia puede atraer capital extranjero, impulsar el sector manufacturero y generar empleos de calidad. Guatemala, con su posición estratégica en Centroamérica, tiene un enorme potencial para replicar este modelo, pero necesita políticas claras y un entorno estable para hacerlo realidad.
No se puede relegar el desarrollo del sector privado. Iniciativas como «Innpulsa» en Colombia, que apoya a emprendedores y pequeñas empresas, o el Ghana Startup Act, que facilita el acceso a financiamiento, son ejemplos de cómo el sector privado puede convertirse en motor del crecimiento económico. Guatemala debe eliminar las barreras burocráticas y ofrecer incentivos reales para que las pequeñas y medianas empresas prosperen.
El comercio internacional también juega un papel central. Chile, con sus numerosos acuerdos de libre comercio, ha diversificado su economía y reducido su vulnerabilidad a cambios en el mercado internacional. En cambio, Guatemala ha desaprovechado su privilegiada posición geográfica. Es hora de que firme nuevos acuerdos comerciales, modernice sus puertos y aproveche su ubicación estratégica para convertirse en un hub logístico en la región.
No podemos hablar de desarrollo sin considerar la sostenibilidad económica. Costa Rica ha demostrado que se puede equilibrar el crecimiento económico con la conservación ambiental. Su enfoque en energías renovables y turismo sostenible lo ha convertido en un líder regional en sostenibilidad. Guatemala, con su rica biodiversidad, tiene el potencial de seguir un camino similar, pero necesita políticas que valoren sus recursos naturales como activos económicos estratégicos.
Finalmente, la participación ciudadana es clave para garantizar la transparencia y legitimidad de las políticas públicas. Uruguay, con su sistema de presupuestos participativos, ha demostrado cómo los ciudadanos pueden ser parte activa de la toma de decisiones, fomentando la confianza en las instituciones y asegurando un uso eficiente de los recursos. Guatemala debe aprender de estos ejemplos, adoptando mecanismos que permitan a su población ser parte del proceso de desarrollo.
En conclusión, salir del subdesarrollo no es una tarea fácil, pero tampoco es imposible. Los ejemplos de países que han superado sus barreras estructurales nos muestran que el camino está claro: estabilidad política, un marco legal sólido, inversión en infraestructura, educación de calidad, fomento al sector privado, comercio internacional y sostenibilidad económica. Guatemala tiene el potencial, los recursos y la ubicación para convertirse en un referente regional. Lo único que falta es la voluntad política para implementar las reformas necesarias. Es hora de dejar atrás las excusas y abrazar el futuro con determinación.
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