Manchas divertidas y misteriosas
Solemos considerarnos justos en la valoración que damos moralmente hacia los demás, pero nuestra mirada no es la misma cuando observamos a un niño o a un anciano; con el niño normalmente se nos dibuja una sonrisa en el rostro llena de ternura, sin embargo, con el anciano, se nos arruga el entrecejo, a veces sentimos lástima, otras, preocupaciones, y otras, desagrado hacia su actitud, entonces pensamos “cuando llegue a mayor no voy a ser igual” pero al final todos somos igual, ¿sabéis por qué?
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