La Guardia Maldita: Una Noche de Terror en la Academia
Zoon Politikón
Una noche, el cadete Méndez tenía el turno de guardia nocturno en la academia. Aunque el reglamento decía que debía mantenerse alerta, su mente no podía evitar divagar en las historias que los antiguos contaban: el fantasma del sargento Argueta, un espíritu que, según decían, castigaba a los cadetes dormilones obligándolos a hacer despechadas eternas en el más allá.
El viento silbaba entre los corredores, y la luz de la luna proyectaba sombras alargadas en los pasillos. De repente, Méndez escuchó un sonido extraño proveniente de la barbería. Se detuvo en seco, su corazón latía con fuerza. Un susurro.
—¡Escuchen! ¡Es el fantasma del sargento!— gritó con voz temblorosa mientras llamaba a sus compañeros.
Todos tomaron sus linternas y fusiles, avanzando con sigilo. A medida que se acercaban, el sonido se hizo más fuerte… Y cuando iluminaron la esquina, encontraron una figura acurrucada en el suelo. Nadie se atrevió a moverse hasta que uno de los cadetes dio un paso adelante y empujó la silueta con la punta del fusil. La figura se removió y de su boca salió un ronquido tan fuerte que los hizo saltar del susto.
— ¡Por la gran… es Torres!
El cabo Torres, quien tenía turno de rondín, dormía profundamente, roncando con tal intensidad que su respiración sonaba como un susurro espeluznante. Entre risas y empujones, lograron despertarlo, y esa noche nació su nuevo apodo: «El Fantasma Sonoro». Desde entonces, la guardia nocturna quedó marcada como «La Guardia Maldita», una tradición que viviría en las anécdotas de la academia.
El ambiente en la cuadra se relajó tras la carcajada, pero la noche aún tenía sorpresas. Mientras tanto, el cadete Herrera, quien no había dejado de temblar tras el episodio de Torres, tenía su propio turno de vigilancia en el sector exterior. Desde el primer minuto, sintió que algo no andaba bien. El viento movía las ramas con un sonido siniestro, y la historia del «Fantasma Sonoro» no ayudaba en nada a calmar sus nervios.
Apenas llevaba media hora en su puesto cuando vio una sombra moverse entre los arbustos. Una silueta tambaleante emergió de la oscuridad.
— ¡Dios mío, me lleva el cadejo! — gritó Herrera mientras soltaba su fusil y salía corriendo como si su vida dependiera de ello.
Con la adrenalina en su punto máximo, tropezó con una piedra y cayó de cara al lodo. La figura se acercó lentamente hasta que la luz de una linterna la iluminó por completo… Era el cadete Martínez, dormido, y en calzoncillos.
—¡Diez vueltas a la pista para todos…!— murmuraba en trance, con la voz ronca.
El sargento Muñoz, que había llegado alertado por los gritos, observó la escena con incredulidad: un cadete semidesnudo sonámbulo, otro cubierto de lodo y un grupo de reclutas riendo sin control. Se masajeó la sien y exhaló con frustración.
— ¡Por la gran… Herrera, deje de hacer el ridículo y lleve a Martínez de regreso antes de que el Jefe de Servicio lo vea desfilando en calzoncillos!
Mientras lo escoltaba de vuelta a las cuadras, Herrera trató de convencerse de que lo que había visto era solo un error, un simple caso de sonambulismo. Pero la noche no había terminado con él.
Aún con el susto encima, otro cadete de guardia, Ramírez, notó algo aún más extraño en el pasillo principal: una figura marchaba de un lado a otro con paso firme y silencioso.
— ¿Quién anda ahí? — preguntó con voz temblorosa, encendiendo su linterna.
La figura no respondió.
Ramírez sintió que la sangre se le helaba y corrió a avisar al cabo López. Cuando regresaron, la sombra seguía ahí, marchando en línea recta como si estuviera en pleno desfile.
— ¡Dios santo! ¡Es el fantasma del sargento! — susurró Herrera, todavía intentando procesar lo del arbusto y el sonámbulo semidesnudo.
Justo cuando estaban por tocar la alarma, la linterna iluminó el rostro de la figura…
— ¡Torres! ¡¿Qué diablos hace aquí?!
Torres, con los ojos entrecerrados, respondió con total calma:
— Mi turno… órdenes del sargento…
Todos se miraron confundidos.
— Torres… —dijo López— ¿Quién te dio la orden?
Torres parpadeó lentamente. Se había levantado a la hora equivocada y, por costumbre, había empezado a marchar en piloto automático.
El sargento Muñoz, ya con los nervios desgastados, le dio un empujón.
— ¡Vuelve a tu litera, antes de que le castigue de verdad!
Pero la peor parte de la noche aún estaba por ocurrir.
El cadete Castro estaba en otro puesto de guardia cuando vio una figura en cuclillas entre los matorrales. Su mente recordó todas las historias que había escuchado y sintió que su alma abandonaba su cuerpo.
Entró en pánico, cerró los ojos y disparó al aire.
Las alarmas sonaron.
Los oficiales corrieron en dirección al disparo.
— ¡Nos atacan! — gritó alguien.
Cuando llegaron, encontraron al cadete González, agachado entre los arbustos, con los pantalones a media pierna y una cara de puro terror.
— ¡Idiota! —gritó González— ¡Solo estaba haciendo mis necesidades!
Castro, completamente rojo de la vergüenza, intentó balbucear una excusa, pero el sargento Muñoz ya tenía suficiente.
— ¡La próxima vez que veas a alguien en cuclillas, primero preguntas y después disparas!
Desde entonces, cada vez que González tenía que ir al baño, se aseguraba de anunciarlo con antelación:
— ¡Voy al baño, repito, voy al baño, no disparen!
Cuando finalmente amaneció, la academia entera estaba sumida en el caos.
- Un cadete sonámbulo casi ordenó diez vueltas a la pista en calzoncillos.
- Un patrullero zombie había marchado toda la noche sin razón.
- Un recluta aterrorizado casi provocó una emergencia en el baño.
El comandante, al recibir el informe matutino, solo suspiró:
— Si el enemigo hubiera atacado anoche, no les hubiéramos disparado… ¡los hubiéramos asustado hasta la muerte con nuestras tonterías!
Desde entonces, la leyenda de la «Guardia Maldita» quedó grabada en la memoria de la academia. Una historia que no solo se contaba con temor, sino también con carcajadas, porque en la vida militar, a veces el peor enemigo es la propia imaginación.

Le invitamos a leer más del autor: