
JUBILACIÓN: El inicio de un nuevo viaje
Desde La Ventana De Mi Alma
“No se jubila el alma, solo cambia de escenario para seguir creando, amando y viviendo con más calma y plenitud”.
Dicen que la vida se mide en años, pero en realidad son solo números. Lo que de verdad cuenta son los momentos, las pasiones y los sueños que llevamos dentro. La jubilación, para muchos, llega como un cambio brusco: se cierra la puerta de la rutina laboral, del “deber cumplido”, y de pronto aparece el silencio de los días. Ese silencio puede ser descanso… pero también puede convertirse en vacío si no lo llenamos de propósito.
Muchos piensan que jubilarse es simplemente dejar de trabajar, cuando en realidad es el inicio de una nueva etapa, donde lo más importante no es lo que ya hicimos, sino lo que aún podemos descubrir. La experiencia acumulada es un tesoro: años de historias, aprendizajes, errores y victorias que pueden convertirse en fuente de inspiración para otros. La jubilación no es el fin de la utilidad, es el momento de transformar esa utilidad en legado.
Pero, ¿qué pasa cuando no se encuentra un sentido? Cuando los días parecen repetirse y la energía se apaga poco a poco, aparecen la tristeza, la enfermedad y la sensación de que ya no hay camino. Y, sin embargo, siempre lo hay. El secreto está en elegir vivir y no simplemente sobrevivir.
El arte, por ejemplo, es una salida poderosa. Pintar, escribir, cantar, tejer o aprender un instrumento no son solo pasatiempos: son formas de despertar la creatividad dormida, de volver a ser niños que juegan sin miedo a equivocarse. El arte devuelve la chispa y mantiene viva la mente.
Los viajes también abren horizontes: no es necesario cruzar océanos, basta con caminar por una plaza distinta, conocer un pueblo cercano, mirar el mar o subir a una montaña. Cada lugar tiene algo nuevo que contar, y cada experiencia rompe la rutina y llena el alma de paisajes.
Y, sobre todo, está el poder de compartir. Los jubilados son depositarios de una riqueza invaluable: la memoria de un tiempo, los oficios aprendidos, la sabiduría que no se enseña en las universidades. Transmitir ese legado a los jóvenes, contar historias, enseñar una habilidad, escuchar con paciencia, es quizás la misión más grande de esta etapa. Porque cuando alguien se siente útil, se siente vivo.
La jubilación puede ser el inicio de la enfermedad o el inicio de la plenitud. Todo depende de la mirada. No se trata de añorar lo que fue, sino de atreverse a preguntarse: ¿qué quiero descubrir ahora?
Cada día que amanece es una oportunidad. Nunca es tarde para aprender un idioma, escribir un libro, sembrar un árbol, bailar un ritmo nuevo o reconciliarse con un viejo sueño. El cuerpo podrá cansarse, sí, pero el alma sigue teniendo alas.
Querido jubilado: tu vida no terminó con el último día de trabajo. Al contrario, acaba de abrirse una página en blanco para que la escribas como quieras. El mundo aún necesita tu voz, tu ternura, tu experiencia y tu presencia.
La jubilación no es un retiro de la vida. Es, más bien, el comienzo de tu libertad para vivir con sentido.
POEMA: Cuando el tiempo regala libertad.
No son cadenas los años,
son llaves que abren caminos,
ventanas que miran al mundo
con ojos nuevos y tranquilos.
No es el fin de la jornada,
es el alba de otro destino,
donde el alma, sin apuros,
vuelve a jugar como niño.
El arte pinta horizontes,
los viajes encienden latidos,
y la ternura compartida
da sentido a lo vivido.
Tu historia no se detiene,
tus huellas siguen contigo;
cada día es promesa abierta,
cada instante, un nuevo inicio.
Levanta el rostro sereno,
que el corazón aún respira,
jubilarse es florecer de nuevo,
¡es volver a abrazar la vida!

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