Columnas

¡Saludos Hallistas!

Hay situaciones y vivencias que le marcan a uno la vida, le ayudan a definir el rumbo, le proveen valor y fortaleza en momentos difíciles y con el tiempo se convierten en recuerdos que uno atesora en el corazón.

En lo personal puedo decir que mi ingreso al Instituto Adolfo V. Hall Central se convirtió en un suceso que dejó una huella indeleble en mi vida y en los años por venir; en aquel ya lejano año de 1980 no tenía la más mínima idea de lo que vendría en los próximos años, en esa época estaba ocupado en continuar mis estudios y en sobrevivir a la adolescencia.

Muchos años después pude comprender que mi estadía en el glorioso Hall Central tenía un propósito y se convertiría en el soporte que sin saberlo me brindaría la fuerza, la entereza y la decisión para enfrentarme a las vicisitudes que el destino me deparaba; comprendí también que cada obstáculo, cada lágrima y cada gota de sudor habían valido la pena porque la vida es dura pero la recompensa es monumental.

Más de 30 años después de mi ingreso al Hall aún atesoro las remembranzas de los días de clases, los desfiles, las marchas y el temible curso de supervivencia, tengo un baúl lleno de recuerdos, diplomas, insignias y fotos que han quedado para la posteridad como mudos testigos de un pasado memorable, pero lo más tangible y maravilloso de aquella época de estudios, disciplina, esfuerzos y sacadas de jugo es la afectuosa, inquebrantable y sólida amistad que nació entre los integrantes de la Promoción XXVI, de la cual formo parte; amistad forjada en las instalaciones del instituto que nos vio crecer, una amistad de lazos fuertes que con el paso de los años se ha convertido en una hermandad que no tiene límites, ni de tiempo ni de espacio.

Es tan grande mi sentimiento que me resulta difícil ponerlo en papel y tinta, mi cariño, agradecimiento y admiración a nuestra Alma Máter y a cada uno de los integrantes de la promo son emociones que me acompañarán todos los días de mi vida y estoy seguro que por nada del mundo cambiaría lo vivido en el Hall ni la dicha de tener a mis hermanos a mi alrededor, por lo que aprovecho estas líneas para enviarles un fuerte abrazo, mis mejores deseos y un ¡Saludo Hallista!