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Presidencialismo y gobernabilidad

Reflexiones

El presidencialismo o sistema presidencial es en política, una forma de gobierno en la que, una vez constituida una República, la Constitución establece una división de poderes entre el poder Ejecutivo, el poder Legislativo y el poder Judicial. El Jefe de Estado (presidente) como jefe de gobierno ostenta la representación formal del país, le corresponden facultades propias del gobierno, siendo elegido de forma directa por los votantes y no por el congreso.

Tradicionalmente en Guatemala el presidencialismo ha tenido la connotación popular de ser una cuasi monarquía. El presidente de la república ha pretendido tener el poder absoluto y los otros poderes del Estado se han supeditado al poder ejecutivo. Es por esta razón que en el pensamiento mágico popular se presume que el presidente del ejecutivo todo lo puede, que de él depende lo bueno o lo malo que sucede en el país.

En las elecciones generales acontecidas en este siglo, la población ha votado por los candidatos a diputados y alcaldes de su preferencia y para presidente han votado por el que consideran el menos malo o el que de acuerdo a su pensamiento mágico será el que vendrá a cambiar todo lo malo en el país y a traernos el paraíso a la tierra.

De acuerdo a este razonamiento, en las últimas elecciones generales, un segmento de la población voto por Bernardo Arévalo, considerando que era la opción para poner un alto al llamado pacto de corruptos. En la segunda vuelta fue la alternativa contra la vieja política representada por Sandra Torres.

En esa dinámica la expectativa que se generó en la población es muy alta, o sea que, se espera mucho del nuevo presidente de la república y su equipo de gobierno y esto puede convertirse en un arma de doble filo, porque al iniciar la gestión en términos que no cautivan a la población, se puede generar una frustración generalizada que haga perder popularidad y legitimidad al gobierno, desgastando su arraigo popular.

Es importante comprender que el gobierno del Movimiento Semilla tuvo que acceder incondicionalmente a entrar a un proceso de negociación, de dialogo y consensos con diferentes sectores de poder factico, para llegar a acuerdos de gobernabilidad mínima y que le corresponde ahora, asumir el compromiso de gobernar con actores que no son afines en ideológia, ni comparten un mismo ideario político, con el único propósito de generar una gobernanza positiva para la población.

Es importante percibir que, en esta coyuntura política, el gobierno de Bernardo Arévalo debe realizar concesiones a otros actores políticos, sociales y económicos en el marco de un gran acuerdo político para lograr gobernabilidad. En este contexto de polarización y conflictividad provocado por el pacto de corruptos, las concesiones son necesarias para evitar llegar a extremos de ingobernabilidad, ya que estos escenarios permiten la pérdida de legitimidad, la corrupción, la impunidad y el socavamiento de las instituciones.

Las reacciones al gabinete de gobierno de Bernardo Arévalo han sido diversas y polarizadas. Por un lado, algunos sectores aplauden la inclusión de figuras de origen Semillista, el sector empresarial y políticos reciclados, que reflejan el compromiso del presidente electo con los grupos de poder. Por otro lado, otros sectores critican la falta de experiencia política y técnica de algunos ministros, así como la ausencia de representación de las fuerzas políticas afines que podrían dificultar la gobernabilidad y el diálogo con el Congreso. El gabinete de Arévalo tendrá que enfrentar grandes desafíos en materia presupuestaria, social y política, en un contexto de crisis que requiere conocimiento y experiencia en la administración pública.

El presidencialismo sigue estando presente en el inconsciente colectivo de Guatemala, por lo que Bernardo Arévalo y su equipo tendrán que saber tomar las mejores decisiones en esta gestión gubernamental para garantizarle a su proyecto estabilidad y espacio de maniobra política.

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