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¡Nunca Olvidemos a Nuestros Héroes! (Primera Parte)

La Otra Cara

Cuando inicié la escritura del esbozo que será en fecha próxima el tomo 9 del Compendio Histórico “Las Batallas por Guatemala” le denominé “Nunca olvidemos a nuestros Héroes” y estaba de alta en la gloriosa Zona Militar Número 22, hoy Sexta Brigada de Infantería ubicada en el municipio de Ixcán, departamento de El Quiché.  Lejos estaba de saber que, con el tiempo, y sus (diez) 10 tomos, sería la obra más prolífica y documentada sobre el Enfrentamiento Armado Interno en Guatemala. Era en aquel entonces Teniente y Comandante de la Tercera Compañía del Segundo Batallón en un momento crucial del Enfrentamiento en contra de las huestes del autodenominado Ejército Guerrillero de los Pobres –EGP- que en aquella época llegó a tener 7 Frentes Guerrilleros a nivel nacional y casi 2,000 hombres en armas en los diferentes niveles y estructuras del área selvática y montañosa del Frente Guerrillero Ho Chi Min. 

Recuerdo que recién habíamos retornado con mis Gurkas como les denominaba a mis compañeros soldados subalternos oficiales, y tropa, de un largo periplo de alrededor de tres meses a través del cual habíamos recorrido grandes extensiones de selva cargando en la mochila las pocas raciones que se podían trasladar en esas condiciones ante la falta de helicópteros que pudieran darnos el soporte logístico necesario pues nuestros “aliados” estadounidenses dirigidos por “Jimmy Castro” como le decíamos al izquierdista Presidente Jimmy Carter nos habían sumido en un feroz embargo de armas y accesorios que mantenía en tierra a las pocas unidades que habían en el inventario de la Fuerza Aérea guatemalteca, y el accionar de las bien equipadas y pertrechadas unidades terroristas del Ho Chi Min operaban en contra de la poblaciones que se habían organizado como Patrulleros de Auto Defensa Civil –PADCIL-, incrustadas en ese mar de árboles y ríos caudalosos que producían tanta lluvia y lodo que prontamente se traducía en una humedad que rompía al poco tiempo de uso las botas de cuero e incluso nuestros equipos y nos obligaba a usar botas de hule que se quedaban trabadas constantemente en los profundos lodazales que llegaban hasta la rodilla en las veredas y trochas para bestias y frecuentemente daba cólera ante la impericia para encoger los dedos de los pies al caminar, para que esto no sucediera. 

La vida en la selva y la alta montaña era rigurosamente pesada y difícil mientras el cuerpo y la mente se adecuaban a las inclementes condiciones climáticas y la difícil configuración topográfica que hacían del terreno un importante aliado para los oriundos del área y conocedores, y un constante enemigo que nos acechaba junto a los terroristas, a nuestras unidades militares. Las trampas caza bobos (explosivas), las trampas de púas de bambú con estiércol para que se infectaran las heridas, las minas quita pié, las minas Claymore colocadas en serie a lo largo de las veredas, los francotiradores y los hostigamientos, las emboscadas de todo tipo traídas de la guerra de Vietnam, etc.

Por fin, retornamos a la sede de la Zona Militar luego de atender varias veces con mis escasos conocimientos médicos las heridas de mis soldados sujetos a ser trasladados con penuria mediante improvisadas camillas hechas con largueros cortados de árboles y ponchos de agua (capas de nylon) o hamacas, dándoles ánimo hasta que lográbamos sacarlos hasta alguna de las carreteras que construía con mística y sacrificio el Cuerpo de Ingenieros del Ejército a costa de muchas bajas de sus oficiales, especialistas y zapadores.

Nuestros tapescos (camas elaboradas con palos delgados y horquetas) nos esperaban y el necesario chequeo y tratamiento médico indispensable para poder eliminar tanto hongo que se había extendido por todo el cuerpo pero principalmente en los pies, y las piernas, además de las zonas en contacto con nuestra fiel mochila. Recuerdo que al segundo día de nuestro retorno  saliendo del comedor al pasar cerca del Centro de Transmisiones el radio operador me comunico la trágica noticia de la muerte en el Petén de mi compañero Teniente Óscar Ovidio Ramírez Ramos, un verdadero héroe, combatiente como pocos, con el cual habíamos pasado inolvidables momentos de estudios y esparcimiento, pues varias veces me apoyo con su extraordinaria inteligencia y dedicación que lo condujo a ser abanderado de la Gloriosa Escuela Politécnica, alto honor destinado a muy pocos. 

Pasaron por mi mente  imágenes de cuando lo seguía durante el curso de equitación bajando pianos (cortes del terreno) con su fiel compañera de recorrido a campo, la corpulenta yegua “Xochil”, indómita y rebelde, y vinieron a mi memoria las operaciones militares contra los frentes terroristas de la autodenominada Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas –ORPA- organización consentida de Fidel Castro Ruz dada su cercanía con Rodrigo Asturias Amado (Comandante Gaspar Ilom) hijo de Miguel Ángel Asturias.

Óscar Ovidio fue ejemplo de valentía, arrojo y determinación en combate. Su astucia y entrega a nuestra causa, que era la de todos los guatemaltecos de bien, no tenía límites, y recordé el combate en el campamento guerrillero “El 81” cuando tras una larga marcha de aproximación durante la noche, al amanecer cercamos a los subversivos e iniciamos el enfrentamiento y Óscar Ovidio se puso de pie y empleando un megáfono conminaba a los terroristas a rendirse sin inmutarse ante la lluvia de balas de ametralladoras M-60 y fusiles M-16 y Mini 14 de fabricación gringa remanentes de Vietnam, con que los terroristas recién retornados de “La Isla” (como le llamaban a Cuba) pretendían romper el cerco, lo cual finalmente lograron utilizando a su favor lo quebrado de terreno, tras sufrir una fuerte cantidad de bajas.  

En esa misma operación combatió también con mucha hidalguía al frente de su pelotón orgánico de la Brigada Militar Manuel Lisandro Barillas, Quetzaltenango, el Teniente César Raúl Guerrero Barrios, quien lamentablemente falleció en combate tiempo después en otra operación pues nuestras unidades se multiplicaban de un área de operaciones a otra debido a la precaria cantidad de tropas del Ejército de Guatemala que hacíamos frente a las múltiples unidades entrenadas en Cuba, principalmente, de las cuatro organizaciones terroristas. Sus unidades de Fuerza Irregular habían proliferado luego del creciente flujo de armamento de todo tipo que llegaba producto de la porosidad de nuestras fronteras lo que incrementaba la presión sobre las unidades de Inteligencia Militar y sus imprescindibles redes de informantes.  En esa operación, ubicada entre el cerro Lacandón y el cerro La Cruz de Ajpop en el altiplano de Quetzaltenango, el cerco táctico lo complementábamos dos pelotones de la Guardia Presidencial con nuestros orgullosos soldados “Tohiles”.  

El dolor de amigo y admiración que sentía por Óscar Ovidio me hizo dirigirme a mi champa en donde le escribí un postrer homenaje que algún día espero hacer público, y me prometí que haría todo el esfuerzo necesario para que su sacrificio fuera conocido por todos los guatemaltecos y por supuesto el de todos los soldados que cayeron orgullosamente durante el Enfrentamiento Armado Interno con la cara al sol en defensa de nuestra Patria ante la agresión extranjera disfrazada bajo supuestas causas político sociales, como sucedió en muchos países de Latinoamérica dentro de la estrategia geopolítica y geoestratégica que quedó plasmada en la Conferencia Tricontinental de la Habana en enero de 1966 y el llamado de Ernesto Guevara de La Cerna (El Ché) para la creación de “Uno, Dos, Tres, muchos Vietnam” en América latina y los países del Tercer Mundo.

El momento que vive Guatemala y la deconstrucción de nuestra historia (no memoria como le llaman los ex terroristas de acuerdo a sus intereses) hace necesario dar a conocer la verdad sobre lo sucedido en las décadas que se prolongó el Enfrentamiento Armado Interno, y es el objetivo del Compendio Histórico “Las Batallas por Guatemala” de donde surgirán hechos relevantes y sus actores convertidos en héroes de la Patria para dar vida al tomo 9 y a esta serie llamada a honrar su recuerdo.

En los tiempos que corren el exceso de información tergiversada nos ha llevado a lo opuesto, a la desinformación como instrumento de Guerra Política, Ideológica, y Cultural al mejor estilo Gramsciano y en estas circunstancias es vital escribir y documentar nuestra Historia para que las nuevas generaciones no caigan en el engaño deliberado de sujetos como Ricardo Falla Sánchez (Comandante Marcos) Luis Gurriarán (Comandante Julio) ambos del EGP, y muchos ex terroristas que denigran la esencia e hidalguía de líderes auténticos como el Coronel Mario Enrique Paiz Bolaños uno de los héroes de la Gesta del 2 de Agosto de 1954, caballero pundonoroso, leal y valiente de quien al momento de escribir esta primera parte de esta serie conozco sobre su lamentable deceso. Los soldados de todos los tiempos debemos honrar y seguir su ejemplo. Descanse en paz mi apreciado y respetado Comandante.

A manera de antecedente debo contar a mis lectores que en el tomo 9 recordaremos con orgullo, respeto y dignidad el sacrificio de muchos héroes de la patria aún anónimos para nuestra sociedad por la que se inmolaron, como los tenientes Óscar Ovidio Ramírez Ramos, César Raúl Guerrero Barrios, Leónidas Franco Sagastume, Capitán José Dolores Amezquita Velásquez, Teniente Bernardo Recadero Dardón Tejada, Subteniente José Isaías Mendoza Paz, General de División David Cancinos Barrios, Coronel Elías Osmundo Ramírez Cervantes, Coronel Samuel Humberto Ramírez Lima, Coronel Rafael Arreaga Bosque, Teniente Coronel Eduardo Figueroa, Teniente Ricardo Dastin García, Teniente Óscar Aníbal Gramajo Romero, Coronel Francisco Javier Arana Castro, Caballero Cadete Ángel Rivera Urízar, Sargento de Caballeros Cadetes Jorge Luis Araneda Castillo, Teniente Aníbal Boanerges Barquero Ramos, Capitán Geovany Humberto Miranda Mendoza, Soldado de Primera Lázaro Yucuté, Teniente Coronel Víctor Agusto Quilo Ayuso, Subteniente Jorge Alberto Chavarría Ponce,  Subteniente Sergio Alejandro Santizo Estrada, Teniente Carlos Enrique Orellana Pérez, Teniente Carlos Humberto Hernández Vásquez, Teniente César Agusto Joachim Orozco, Soldados Santos Hilario Martínez Ramos, José Santiago Rodríguez, Gumersindo Gutiérrez Osorio, Martin Ruiz García, Sacerdote Maya (Chamán) Sebastián Guzmán, Coronel Máximo Zepeda Martínez, Ingeniero Otto Diemeck, Ingeniero Alberto Habbie Mishaan, Empresarios Abel Villatoro, Jorge Ardavin, Gilberto Herrera, Luis Canella, Coronel Virgilio Villagrán Bracamonte, Capitán Franz Vielman Bakhard, Teniente Coronel Juan José Furlán Rodríguez, especialista Tomás de Jesús Arias Álvarez, empresarios Carlos Bickford Scheffer y su esposa Crista Neutze Gálvez de Bickford, Capitán Gerardo Exequiel Berganza Welchez, y miles de héroes guatemaltecos más que cayeron asesinados bajo las balas internacionalistas dirigidas por quienes quisieron y aun luchan por subyugar el destino de los guatemaltecos y nuestra soberanía nacional.

¡Ausentes, murieron gloriosamente luchando por la Patria!

Continuará….

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Oscar Platero

Historiador y escritor, Analista y docente de Inteligencia. Geopolítica, Seguridad y Defensa. Director del Instituto de Estudios Estratégicos IEE

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