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Es mejor reír que llorar

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Cuando reímos, su manifestación mediante ciertos movimientos de la boca, ojos (por donde pueden ‘emigrar’ lágrimas inclusive) y otras partes de la cara, acompañados de la emisión de una serie – indicaría que gradual – de sonidos explosivos e inarticulados, como una evidencia de alegría, placer o felicidad.

Que de buscar un hilo conductor – término comúnmente utilizado en la pedagogía/didáctica en la preparación de una clase y su coherencia o vinculación con conocimientos ya adquiridos o abordados -, la risa también puede relacionarse con el llorar, siendo disímiles los motivos entre uno y otro comportamiento.

Lloramos en señal de dolor – donde un caso extremo, es cuando van a pinchar en el brazo para ponernos una vacuna y ya nos duele, lloramos inclusive de antemano, sin que la aguja haya penetrado -, ante la pérdida de un ser querido, la frustración ante un proyecto donde el resultado no fue el esperado y otros antivalores como la mentira, el engaño, etc.

Manifestarse llorando para que el causante de la misma disfrute, no vale la pena, no merece que se regocije, ya que el error de ‘herir’ los sentimientos ajenos, considerándose a su vez como alguien infalible, que se las sabes toda a la larga ‘beberá de su propia sangre’; realmente no amerita ni una letra más de esta cuartilla.

Es cierto que nos podemos equivocar quién no –, pero la posible fórmula de enmendar el motivo del error, partirá de una propia mirada al interior de nuestra alma, pensar con frialdad sin que los sentimientos florezcan nuevamente.

Poner en los platillos de una balanza: reír y llorar, quien podrá determinar hacia donde se inclina su fiel, será uno mismo, lo cual no excluye la participación de verdaderos amigos donde la confianza es literalmente absoluta y de ser posible le añadiría con una cierta experiencia a ese pequeño círculo seleccionado con el cual o cuales compartirás secretos, problemas y que posteriormente entre vaivenes de reflexiones, eso sí, la decisión final será personal.

Y si por casualidad perteneces a ese grupo exclusivo de personas que tienden la mano a quien lo necesite de forma desinteresada, sin esperar nada a cambio, tú comportamiento será genuino, de no ser así, entonces no lo hagas.

Que, de subir a la balanza anterior en el platillo de reír, no así en el contrario, mi mano para que la sonrisa en señal de felicidad (la cual viene en frascos pequeños ), sea mucho más amplia y te sientas mucho mejor, aquí te proporciono la mía.

Concluyo con extractos de algunas estrofas de una canción de…, cuando lo leas te acordarás de quién me refiero…, es más, ¿las cantamos juntos?

Voy a reír, voy a bailar

Vivir mi vida, la la la la
A veces llega la lluvia
Para limpiar las heridas
A veces solo una gota
Puede vencer la sequía

Y para qué llorar, pa’ qué
Si duele una pena, se olvida
Y para qué sufrir, pa’ qué
Si así es la vida, hay que vivirla, la la la

Voy a vivir el momento
Para entender el destino
Voy a escuchar en silencio
Para encontrar el camino

Y para qué llorar, pa’ qué
Si duele una pena, se olvida
Y para qué sufrir, pa’ qué
Si duele una pena, se olvida, la la la

Voy a reír, voy a bailar
Vivir mi vida, la la la la
Voy a reír, voy a gozar
Vivir mi vida, la la la la

Siente y baila y goza
Que la vida es una sola

Vive, sigue
Siempre pa’ lante, no mires pa’ atrás
¡Eso, mi gente!
La vida es una

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Le invitamos a leer más del autor:

Ernesto González Valdés

Nació en la ciudad de La Habana, Cuba y es nacionalizado Nicaragüense tiene estudios superiores de Licenciatura en Pedagogía y posgrados en Química Orgánica y elaboración de materiales didácticos.

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