
La información del Estado: Una amenaza cuando no se protege
Una Guatemala Diferente Es Posible
En Guatemala, los cambios de autoridades en instituciones de seguridad pública, de administración pública o inteligencia suelen celebrarse con discursos y ceremonias, se entregan los cargos, se agradecen servicios y se da la bienvenida a los nuevos responsables, pero detrás de esta formalidad una realidad alarmante queda oculta; los funcionarios salientes se marchan sin un protocolo riguroso que garantice la protección de la información sensible que estuvo bajo su custodia y esa debilidad no es menor, de esa información depende no solo la lucha contra el crimen organizado, la prevención del terrorismo y la desarticulación de redes de corrupción, también depende la vida de agentes encubiertos, de informantes, de víctimas y de ciudadanos que confían en las instituciones del Estado.
Cuando un funcionario que tuvo acceso a datos clasificados se va de la institución sin rendir cuentas claras sobre documentos que manejó, qué dispositivos utilizó o qué claves conserva, el Estado queda expuesto. Esta información puede terminar en manos del mejor postor, políticos corruptos estructuras criminales, narcotraficantes o grupos que trabajan para desestabilizar el país.
Esto ocurre porque no hay controles adecuados, no se exige la devolución certificada de expedientes sensibles, no se registra la entrega de dispositivos asignados, no se revocan de inmediato las claves de acceso a sistemas y base de datos, en algunos casos, se siguen usando cuentas institucionales semanas después del cambio de puesto; así, sin necesidad de un ataque sofisticado, el enemigo encuentra la puerta abierta.
Los guatemaltecos debemos de comprender que la información en manos del Estado es un bien público, es parte de nuestra soberanía, protegerla debería ser tan importante como resguardar nuestras fronteras o nuestras fuerzas de seguridad, sin embargo, cada cambio de autoridades en instituciones de seguridad, inteligencia o administración pública se realiza sin protocolos rigurosos para garantizar la custodia de datos sensibles.
En un país en donde el crimen organizado ha demostrado capacidad para infiltrarse en las estructuras estatales, no asegurar la información estratégica es abrirle la puerta al enemigo; además, otro daño terrible es el riesgo evidente de fuga de información, de igual forma la ausencia de protocolos provoca otro daño profundo, la perdida de continuidad institucional; cada relevo se convierte en un reinicio, investigaciones se estancan, cadenas de mando se rompen, planes estratégicos se deshacen, parece como si los avances institucionales fueran propiedad personal del funcionario saliente y no del Estado, y mientras el aparato público vuelve a comenzar desde cero, el crimen organizado no se detiene, al final, quienes pagan el precio son los guatemaltecos de bien, víctimas de un sistema que se maneja entre la legalidad y la ilegalidad.
Guatemala necesita políticas públicas firmes para poner orden en este aspecto crucial, no es un mero tema técnico, es una decisión política, se requiere una ley especifica y protocolos obligatorios para todas las instituciones del Estado, especialmente que manejan información estratégica, Ministerio de Gobernación, Ministerio de la Defensa, Policía Nacional Civil, Agencias de Inteligencia, Dirección General del Sistema Penitenciario, aduanas, migración y fiscalías.
Los principios son simples:
- El Estado es dueño de la información, no el funcionario.
- Quien maneja datos sensibles debe rendir cuentas antes, durante y después del cargo.
- La información clasificada debe tener controles, trazabilidad y auditoría.
Esto exige invertir en tecnología, fortalecer la ciberseguridad y profesionalizar procesos, pero, sobre todo, exige voluntad, valentía para hacer lo correcto.
Guatemala no puede seguir siendo un país donde los secretos de Estado viajan en un USB, en un teléfono personal o en una cuenta de correo que termina en manos políticas o criminales, cada filtración de información, es una traición a la nación, a su seguridad y a su gente, los guatemaltecos merecemos instituciones que protejan y garanticen la seguridad, la vida y la justicia, la seguridad nacional también se defiende cuidando nuestra información. Si aspiramos a un país seguro, serio y fuerte, frente a quienes buscan arrodillarnos, debemos de empezar por lo mas elemental, que el Estado proteja su propia información y que cada funcionario entienda que servir a Guatemala significa nunca ponerla en riesgo.
AL RESCATE DE GUATEMALA.
GUATEMALA NECESITA DE SUS MEJORES HOMBRES Y MUJERES.

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