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Regresé a las entrañas de mi primer parque

Preludios Opinionistas

Ese día, en mi mente recorrían muchas cosas. En fin, en la vida, siempre habrá realidad de realidades en: Lenguaje, existencia, universo, teorías, verdad, dudas, afirmaciones, incertidumbre, e ir y buscar, lo que ya existe ¿para qué? O no existe. Los peros pueden ser positivos o negativos, siendo los peros la realidad escogida por cada uno, para producir las propias ideas, y con esas nuevas ideas vendrán otros peros y así sucesivamente, y es de nunca acabar, siempre habrá ideas que dilucidar en todo.

Recién acababa de tomarme en mi casa, que no es mía, pero ahí habito un café calientito, mi mente se fijaba en las páginas de la vida asemejándose a un florero redondo, pero levanté mi vista, ésta se detuvo un momento, y se me vino a la mente aquella bandera vieja de mi escuela flameando que quizá construí desde niño. Con mucha destreza, facilidad mis pensamientos se balanceaban de un lado a otro, no era falsificación ni imaginación era la realidad de tiempos idos, aunque detrás de cualquier arte siempre hay ideas, esa es la belleza. ¡Qué misteriosa o misterios tiene la vida! ¡Qué ignara es la humanidad! Pero que fortuita después de tantas décadas o años de existencia, pues es bueno hacer un recuento de las cosas que ganamos o perdemos, pero lo perdido está, y lo ganado está.

Llevaba largo tiempo afincando irme a sentar al parque que está ubicado frente a la parroquia-iglesia-de San Jerónimo de mi ciudad natal Masaya-Nicaragua, dónde la manera más digna había vivido décadas, por eso le granjeaba respeto y admiración. La idea de visitarlo constantemente merodeaba por mi mente, era como una necesidad cuando se tiene por tomarse un vaso de agua o degustar un buen plato de comida, pero el deseo era únicamente ir a tomarme una taza de café y sentarme en las bancas de concreto, así se trasladaba días y meses mi pensamiento parqueño.

Con inmensa facilidad mis pensamientos se lanzaban sobre las mejillas empolvadas del tiempo, esta clase de cosas siempre se tornan interesantes, aunque no se sepa que pasó después o solamente sea sospechada. ¡Oh qué será de mí! Mientras tanto las ramas y hojas del árbol de limón golpeaban suavemente mi ventana que da al dormitorio, ello no me interrumpía mi idea, no era ningún obstáculo, más bien su ritmo amenizaba mis pretensiones, en ello radica su belleza con espléndido regalo natural musical.

Era una sensación de ilegitimidad, así pensé inicialmente, pero era la libertad, de seguro y sobre seguro existe (n) libros, cartas que se abren de par en par para ser saboreada esa (s) realidades que un día fueron y seguirán. Ello es como ser coleccionista de antigüedades. Entonces, hay que suspenderse y ver por sí mismo ¿qué es cierto acá en nuestros entornos? y sopesar que puede servir de consuelo, relleno para el alma, para no arruinar estas horas de paz, tranquilidad. De hecho, acabo de fijar mis ojos como gratificante sensación de la nueva realidad que tendré de frente, para salir de este terrible sueño que, se enciende y se apaga como una luz, siendo la prueba de otras cosas existentes en el mismo lugar con diferentes tiempos.

El ambiente está despejado. Llegó el día de ir. Salí a la calle principal para abordar el bus urbano, estuve esperándolo como veinte minutos, pasó, le hice parada y lo abordé. El bus escasamente llevaba a unas ocho personas viajando. El viaje fue placentero, cómodo. Llegamos a la parada, era como la muerte de la primera parte de la visita. El beneficio, era encontrar la nueva realidad, vivencia del parque. En ese ínterin del pensamiento como señal percibía con intensidad, pero sin prisa, la urgencia era dadivosa y espléndido gesto e imborrable de notable reencuentro con lo que una vez desde niño, dichoso parque sirvió de recreo. Esta fue la primera vez después de muchas décadas y décadas de no visitar el parque, hubo muchas más…

Después que bajé del bus había caminado como unos diez pasos, y tuve frente a frente la fuente de agua ubicada en media calle, se veía hermosísima. Aún no había tenido la oportunidad de penetrar en el parque, pero ya estaba a escasos tres metros, el cuerpo me temblaba no de miedo, sino que después de 59 años regresaba a las entrañas de mi parque, del barrio donde dejé mi ombligo, el barrio San Jerónimo. Este estaba árido.

Cuando estuve en el parque, observé los trabajadores de la alcaldía limpiaban su piso y regaban los diversos jardines, apenas los dueños de los kioscos abrían su establecimiento. Di mis primeros pasos, sobre el parque, observé la casa de corredores, varias cosas como películas se desplazaban por mi mente:  la familia de mi padre Amando Quinto Jirón y de Carlos Quinto Jirón, ambos músicos clásicos (Q.E.P.D) los poetas Rodrigo Delgadillo León-Delgaleón- y Rigoberto Escobar, ambos amigos míos ahora (Q.E.P.D) la iglesia San Jerónimo, la antigua  escuela pública Simón Bolívar que estaba ubicada diagonal a la iglesia al este, ahora es una propiedad de dos pisos, mis amigos de infancia adolescencia, mis primos hermanos los Núñez Cárdenas (Filiberto, César, Gastón, Fátima, Danilo, y Silvio que falleció en Panamá (Q.E.P.D) a mi mamá Amanda Núñez Cerda (Q.E.P.D) a mis hermanos Aminta, Yolanda y Amando (Q.E.P.D) las calles de hace 60 años polvosas, descalzas, el alumbrado público mortecino, en fin en montón de cosas de nunca acabar. También se me vino a la mente los nacatamales, chicharrones, morongas, que hacían todos los viernes donde la mamá de Rosa María, cariñosamente le decían en el barrio “Rosa María Pescuezo”, y del otro lado estaba el establecimiento de doña Paula, también conocida cariñosamente “Paula Burra”, ahí también se hacían exquisitos nacatamales y chicharrones de cáscara y de carne, las cantinas: 1) Coppel. 2) Pénjamo. 3) El Quelite. 4) Caballón. Los prostíbulos de: La Emma Lora; Carlos, Cochón; Las Muñecas; El Dorado, María Por Encima, El Chingo, y etc.

Me senté en una banca de concreto, e hice un recorrido visual, mental por todo el parque y por mi ex barrio San Jerónimo que ahora está muy bien pintado, aseado, con su bello obelisco de antaño, adornado con notables bustos alrededor del parque, la pileta con su león, arboleada y floresta, todo espléndido;  en ese instante discurría para mis adentros: “nunca dejes de buscar lo que no hay, sólo así lograrás ir mas allá, y ser mejor que los mejores, es una interpretación sorprendente y la voy a apreciar mucho, la deuda es muy grande, me ha dado gusto encontrar el lugar perfecto para escribir, pensar, recordar e imaginar estoy contento. Siempre se encuentra. En ese tenor el sabor de mi mente se desplazaba plácidamente en la búsqueda ya encontrada. Pero, como la mente no se detiene ni dormido ni despierto, las realidades siguen su curso a diario, todo continúa…

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Bayardo Quinto Núñez

Bayardo Quinto Núñez, nació el 12 de diciembre del año 1955 en la ciudad de Masaya Nicaragua. Es Abogado y Notario Público egresado de la facultad de Derecho de la universidad UNAN-LEÓN de Nicaragua, escritor, poeta, músico pintor. Ha escrito 16 libros (cuentos, minicuentos, poemas, mininovelas, novela y ensayos varios). ¡Seudónimo Bayquinú!

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