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El conflicto Irán-Israel

Zoon Politikón

El conflicto entre Israel e Irán se ha convertido en una preocupación creciente en la región de Oriente Medio y ha generado tensiones significativas en el panorama global. Para comprender cómo se llegó a esta situación y su relación con el conflicto israelí-palestino, hay que examinar el trasfondo histórico y los eventos clave que han influido en ambos conflictos a lo largo de los años.

El conflicto histórico entre Israel y Palestina se ha caracterizado por diferencias irreconciliables en cuanto a la soberanía de Jerusalén y los límites territoriales. Las negociaciones de paz que tuvieron lugar en 2000 en Camp David, Estados Unidos, fracasaron debido a estas discrepancias fundamentales. Israel reclama la soberanía sobre la ciudad de Jerusalén, considerada sagrada por judíos, musulmanes y cristianos, mientras que los palestinos desean que Jerusalén Oriental sea la capital de su futuro Estado.  Además, los palestinos exigen que su Estado se establezca dentro de los límites anteriores a la Guerra de los Seis Días en 1967, pero Israel rechaza esta demanda.

El cambio en el estatus de Palestina en 2012 permitió a los palestinos participar en debates en la Asamblea General de la ONU, pero no logró establecer el Estado palestino. A lo largo de los años, varios eventos han influido en el conflicto israelí-palestino, como el traslado de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén en 2018, bajo la presidencia de Donald Trump. Guatemala siguió el ejemplo de Estados Unidos y trasladó su embajada a Jerusalén en mayo de 2018.

Por otro lado, tras la Revolución Islámica de 1979, Irán adoptó una posición de confrontación hacia Occidente, especialmente hacia Estados Unidos e Israel. La revolución fue impulsada en parte por el resentimiento hacia el Shah, quien era apoyado y respaldado por Estados Unidos y su interferencia en los asuntos internos de Irán.

Las tensiones entre Israel e Irán han experimentado un preocupante aumento, desempeñando un papel crucial en el conflicto israelí-palestino, organizaciones terroristas, como Hamas en Gaza y Hezbolá en el Líbano, las que reciben respaldo político de Irán, su principal patrocinador, así como armas, entrenamiento y recursos financieros.

Hace siete meses del ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, en el cual fallecieron 1.200 personas y más de 200 fueron tomadas como rehenes. En respuesta, Israel ha llevado a cabo una acción que ha resultado en miles de víctimas mortales y la destrucción de una parte de la extensa red de túneles construidos por los militantes palestinos en Gaza, los cuales utilizaban para llevar a cabo sus ataques.

La crisis actual inicio con un ataque aéreo presuntamente israelí, que destruyó el consulado de Irán en Damasco, cobrando la vida de al menos siete personas. Entre las víctimas se encuentra el general de brigada Mohamed Reza Zahedi, uno de los comandantes de mayor rango de la Guardia Revolucionaria, quien desempeñaba un papel crucial en la Fuerza Quds en Siria y el Líbano.

En represalia, Irán lanzó una brutal ofensiva utilizando drones, misiles de crucero y misiles balísticos contra territorio israelí. Este contraataque generó una escalada en la confrontación en Medio Oriente, con más de 300 proyectiles disparados hacia Israel, la mayoría de los cuales fueron interceptados.

En el contraataque, aeronaves de diferentes países, incluyendo Estados Unidos, Gran Bretaña y Jordania, intervinieron en la operación. Jordania permitió que aviones israelíes sobrevolaran su espacio aéreo como parte de la acción conjunta.

Ahora surge la inevitable pregunta de si ¿habrá una escalada aún mayor en el conflicto entre Israel e Irán y cómo afectará esto al conflicto israelí-palestino? La comunidad internacional está preocupada por la posibilidad de una guerra a gran escala en la región, lo que tendría graves consecuencias humanitarias y geopolíticas.

En el caso de Irán, su sistema político se basa en una teocracia chiita conocida como islamismo Chiita o Imamismo. En este sistema, el líder supremo es el Ayatolá, quien ostenta la máxima autoridad religiosa y política del país.

Además, Irán comparte la mayoría chiita con otros países de la región de Oriente Medio, como Irak, Líbano y Azerbaiyán. Estos países no son de mayoría árabe, ya que la gran mayoría de su población pertenece a otras etnias, como la persa, los kurdos, los asirios, los turcomanos, entre otros. Asimismo, en estos países coexisten distintas comunidades religiosas, como los cristianos, los drusos y los baluchis.

Por otro lado, existen países de mayoría suní y con población mayoritariamente árabe. Estos países reconocen a los califas como líderes políticos y religiosos después de la muerte de Mahoma, y han adoptado sistemas de gobierno monárquicos. La autoridad religiosa puede residir en imanes o clérigos. Algunos ejemplos de estos países son Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Marruecos y Emiratos Árabes Unidos.

La diversidad étnica y religiosa en Oriente Medio desempeña un papel fundamental en la complejidad del conflicto entre Israel e Irán. Esta diversidad refleja la falta de unidad política y religiosa en la región, lo cual complica aún más la resolución de los conflictos y las tensiones entre ambos países. Además, el choque entre el islamismo chiita y suni contribuye a las dinámicas geopolíticas en la región. Irán lidera una coalición chiita, mientras que países como Arabia Saudita lideran la rama suní. Estas diferencias ideológicas y políticas influyen en las alianzas y rivalidades en Oriente Medio, añadiendo otra capa de complejidad a las implicaciones geopolíticas del conflicto entre Israel e Irán y su relación con el conflicto israelí-palestino. Estas implicaciones tienen repercusiones tanto a nivel regional como global.

En conclusión, el fracaso de las conversaciones de paz entre Israel y Palestina en 2000 se debió a las diferencias irreconciliables en cuanto a la soberanía de Jerusalén y los límites territoriales. A lo largo del tiempo, diversos eventos y cambios en la política internacional han afectado el conflicto, como el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por parte de Estados Unidos y los esfuerzos de los palestinos por obtener apoyo en la ONU. Aunque persisten las tensiones y confrontaciones en la región, la diversidad étnica y religiosa de Oriente Medio, junto con otros factores geopolíticos, se descarta la posibilidad de un conflicto a gran escala que desencadene una tercera guerra mundial.

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Edgar Wellmann

Profesional de las Ciencias Militares, de la Informática, de la Administración y de las Ciencias Políticas; Analista, Asesor, Consultor y Catedrático universitario.

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