OpiniónColumnas

Las próximas crisis

Sueños…

Se ha producido un cambio esencial en el mundo. En Guatemala, la izquierda aliada con el gobierno de los Estados Unidos intenta hacer real la decisión de los ciudadanos en las urnas. La derecha apela a las teorías conspirativas de los ideólogos rusos para indicar que en este mundo no valen las reglas sino los intereses de los grupos hegemónicos y que por lo tanto los grupos que han detentado el poder en los últimos setenta años tienen el derecho de indicar quién participa y quién no en la política y en los cargos públicos.

Esta primer crisis marcará el futuro de la nación y de la región hasta finalizar la década que anuncia profundos cambios en la estructura económica y social del mundo. Un mundo fracturado que tendrá que renovar sus mitos, leyes y creencias.

A dos meses y medio de la solución final de la crisis chapina, que mantiene en vilo a ciudadanos, grupos de interés, políticos de Estados Unidos, Europa y Centroamérica no sabemos como terminarán estos actos. Como tragedia o como comedia. Esperemos que el resultado final habrá caminos de concordia, resiliencia social, reformas orientadas a la construcción de una república democrático burguesa consolidada.

Ojalá que nos pase como a Edgar Allan Poe, que durante 7 meses enteros de un año “oscuro, sombrío, silencioso, en que las nubes se cernían pesadas y opresoras en los cielos” nos encontremos al final con un resultado que ninguno queremos. Que el final sea de paz, consensos y superación y que no nos encontremos ante una vista melancólica. Yo no quiero que el 15 de enero a la primera ojeada sobre la sociedad de un país tan fantástico sintamos “una sensación de insufrible tristeza”.

Pero no estamos solos ante la incertidumbre, como una especie de oráculo el Banco Mundial viene presentándonos grandes temas que van a impactar a la naturaleza y la sociedad. Una amenaza que se cierne como segunda crisis futura del mundo es la contaminación química[1].

Los productos químicos, nos cuenta el blog del Banco, están en el centro de nuestra vida. Ellos dan existencia a nuestros relojes, autos, computadoras, las plataformas de streaming, en los alimentos, en la ropa, en las medicinas. Los productos químicos son uno de los orgullos de la potencia de la ciencia humana. Son la manifestación más clara de un sistema de mercado eficiente, innovador, avanzado tecnológicamente y que controla plenamente el agro y la naturaleza.

Según la biología el promedio de vida de un humano, en forma natural es de 60 años. Pero gracias a la ciencia aumentamos la expectativa de vida a 80. El uso de químicos como el nitrógeno en los fertilizantes permite que la agricultura industrial genere enormes masas de alimentos para mantener a millones de humanos. Aquí aparece el fantasma que nos atormenta en la hora actual. La enorme masa de químicos pone en riesgo los límites del planeta. Pone en riesgo la vida en la Tierra.

Pareciera que nos acercamos al momento fatal, en que los avances de la ciencia, aplicados a la producción puedan reducir la esperanza de vida y provocar que las enfermedades de la vejez se presenten a edades más tempranas. La respuesta de la naturaleza es contundente. A los problemas del cambio climático y extinción de las especies, tanto de flora como de fauna, se acerca el momento en que el depredador, el humano, también esté en peligro. El planeta está dejando de ser habitable.

El Banco Mundial, llama la atención, según los datos de instituciones científica la exposición al plomo causa la muerte prematura de millones de personas en el mundo; por ejemplo, 5,5 millones en el 2019; esos fallecimientos se producen en países de ingreso bajo y mediano, como la conocida sociedad chapina.

Dramáticamente, el banco indica que en ese año, “…los niños menores de 5 años perdieron 765 millones de puntos de coeficiente intelectual (CI) debido al envenenamiento por plomo”. El uso intensivo de químicos implosiona la calidad de vida, el aprendizaje y los resultados escolares, la productividad y, en última instancia, el desarrollo económico y el crecimiento. Y genera una mayor presión humana sobre los recursos naturales.

Continúan en su tétrico relato los analistas del banco. Que los fertilizantes nitrogenados usados beneméritamente para enriquecer los nutrientes en los suelos agrícolas, tiene su contraparte en que solamente el 40% del nitrógeno es realmente absorbido por los cultivos y el 60% restante se transfiere al aire o puede diluirse y empobrecer el agua. “Esto, a su vez, puede crear vastas zonas muertas en los cuerpos de agua, donde la vida silvestre se encuentra diezmada.”

No es un cuento de terror. Los fertilizantes a base de nitrógeno, tales como el amoniaco, se volatilizan en el aire y se transforman en partículas finas secundarias y óxidos de nitrógeno, que son parcialmente responsables de millones de muertes y enfermedades causadas por la contaminación atmosférica. Sin dejar de lado que el nitrógeno en el aire es parte del sombrío efecto invernadero.

Por supuesto, el nitrógeno no está solo. “El cadmio, una sustancia química que se encuentra en las baterías, los dispositivos electrónicos y la pintura, y también en algunos alimentos, afecta la salud cardiovascular y puede causar insuficiencia renal y cáncer. El asbesto, conocido por provocar cáncer de pulmón y prohibido en la mayoría de los países de ingreso alto”, se sigue utilizando con frecuencia como material de aislamiento en países pobres.

La pregunta sigue siendo: ¿podemos promover el crecimiento económico sin reparar en los daños ambientales?

La tercera crisis que se avecina es el impacto sobre nuestras sociedad y entorno del doloroso y triste conflicto en Palestina. Lo más importante es el dolor y sufrimiento de dos pueblos abandonados en un pequeño territorio para que se enfrasquen en una lucha sin final y sin misericordia. Los ganadores de la segunda guerra mundial, para satisfacer fines egoístas y de discriminación étnica crearon el mayor gheto judío-palestino en ese territorio. Condenando en una lucha eterna a dos pueblos que sufren, por oprimir o ser oprimidos.

Pero, no saldremos intactos de ese conflicto. Tarde o temprano el mercado energético va a reaccionar negativamente. Eso podría afectar los mercados de productos básicos y profundizar la inseguridad alimentaria que se vive en la región norte de Centroamérica[2].

Ojalá que no nos pase como al personaje de Poe. Que no sepamos cómo sucedió; y que estas crisis nos den la sensación de insufrible tristeza que penetre nuestro espíritu. Nuestro espíritu optimista nos lleva a la esperanza de que todo camine por los caminos de la paz, la honradez y la convivencia con la naturaleza y entre los humanos.


[1] https://blogs.worldbank.org/es/voices/contaminacion-quimica-la-proxima-crisis-mundial?cid=ECR_E_NewsletterWeekly_ES_EXT&deliveryName=DM199839

[2] Ver otro blog del World Bank, https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2023/10/26/commodity-markets-outlook-october-2023-press-release?cid=ECR_E_NewsletterWeekly_ES_EXT&deliveryName=DM199839

Area de Opinión
Libre emisión del pensamiento.

Le invitamos a leer más del autor:

Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

Avatar de Cristobal Pérez-Jerez