OpiniónColumnas

Estado de Derecho

Vocación de Libertad

Se refiere al principio de gobernanza por el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente y se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos. Las instituciones políticas regidas por dicho principio garantizan en su ejercicio la primacía e igualdad ante la ley, así como la separación de poderes, la participación social en la adopción de decisiones, la legalidad, no arbitrariedad y la transparencia procesal y legal.

Conceptualmente el Estado de derecho contempla los siguientes puntos: 1) la estructura formal de un sistema jurídico y la garantía de libertades fundamentales a través de leyes generales aplicadas por jueces independientes (división de poderes); 2) libertad de competencia en el mercado garantizada por un sistema jurídico; 3) división de poderes políticos en la estructura del Estado; y 4) la integración de los diversos sectores sociales y económicos en la estructura jurídica.

(Sistema de Información Legislativa, Secretaría de Gobernación México: http://sil.gobernacion.gob.mx/Glosario/definicionpop.php?ID=97 )

Y si a todo lo anterior le adherimos un código de moralidad y ética fundamentados en las bases sustantivas del judeo cristianismo, tendríamos un desarrollo sostenible y sustentable.

Desde mi personal punto de vista, siendo esta la Premisa 1 de mi planteamiento para buscar un acuerdo de gobernanza para Guatemala, es necesario tener claridad y profundidad en nuestro entendimiento.

Es esta una vía de salida al mismo tiempo que de entrada al capítulo que los gobernantes electos están por iniciar en una Guatemala con futuro, con esperanza y con voluntad y ánimo para avanzar, reconociendo la interdependencia que permita incluso alianzas insólitas entre actores de quizá hasta ahora poca o mínima relación – por ejemplo, grupos étnicos y su cosmovisión de salud con grupos ladinos y su visión occidental del mismo tema -. No así, por ejemplo, acuerdos de grupos delincuenciales con el gobierno, como hemos visto en otros países.

Por alguna razón, esta cultura de vida nunca se ha formado en los estamentos de nuestra sociedad, partiendo de la individualidad de cada hombre y mujer, pasando luego por la familia y el hogar como base de educación en justicia, formación de carácter y establecimiento de un set de valores propios de nuestra herencia judeocristiana. Hemos más bien crecido en una idea de “legalidad” a la que sumado el “libertinaje” como entendimiento de vivir en libertad – hago lo que se me da la gana – nos ha llevado a una suerte de anarquía en donde de manera similar al oeste de las películas de vaqueros, recreamos la ley del más fuerte. No podemos seguir creciendo así.

En la familia, los padres no sentimos el inmenso desvío con que muchas veces de forma irresponsable generamos en nuestros hijos. No percibimos que generamos ciudadanos violentos, acomodados; de búsqueda fácil del dinero y la comodidad sin la virtud del esfuerzo y el trabajo; irresponsables y donde la honra, la dignidad y el respeto, menos aún, el amor al prójimo es visto como virtudes a cultivar. 

Hay millones quizá que asisten a la iglesia, en algunas iglesias le llaman cada ocheros y en otras, banqueros porque llegan a ocupar bancas, siendo evidente que la predicación de los fundamentos de convivencia, amor al prójimo y valoración de la otredad que con acierto, algunos sacerdotes o pastores según sea el caso, abordan en sus mensajes, pasan de noche porque sus cabezas están tupidas de estupideces con que conviven cada día en el mundo cibernético de hoy.

Cambiar mis estimados lectores, cambiar debe ser una consigna personal, desde nuestro ser individual, la apertura al dialogo familiar nuclear y de familia extensa, hasta llevarlo a toda suerte de sociedad intermedia entro nosotros y el Estado. No puede ser de otra manera si de verdad tenemos la ilusión de alcanzar un nivel de éxito en nuestros sueños democráticos en el marco del Estado de Derecho. Es utópico, dirán algunos. La pregunta sería: ¿De qué otra manera entonces, si ya lo hemos probado casi todo, o se necesitará de un dictador como lo fue Pinochet en Chile y Fidel Castro en Cuba y lo está siendo Daniel Ortega en Nicaragua?

Cierro este artículo animando a nuestros futuros gobernantes a buscar de verdad un acuerdo de gobernabilidad que privilegie la vida ciudadana decente en el marco del soñado Estado de Derecho que bien necesita el ideal de una República Democrática y Constitucional.

Area de Opinión
Libre emisión del pensamiento.

Le invitamos a leer más del autor:

Juan F. Callejas Vargas

Nicaragüense por nacimiento, Guatemalteco por decisión. 72 años de edad, periodista de opinión, casado con una esposa – Ana Lucrecia Aquino de Callejas - con quien ha procreado ocho hijos. Estudios profesionales en Universidad Rafael Landívar, INCAE y post grados en Inglaterra, Brasil y Estados Unidos de América. Amplia experiencia en diseño y ejecución efectiva de programas de comunicación y diseño de Estrategias a nivel comercial para firmas y organizaciones nacionales e internacionales. Estratega de campañas políticas, de gobierno e institucionales en Guatemala y El Salvador, así como mercadeo social.

Avatar de Juan F. Callejas Vargas