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2020, una década turbulenta

Primeras décadas de terror en el mundo

Desde la antigüedad, la segunda década de cualquier siglo marca la huella que ha de seguir el ser humano durante cien años.

El siglo XIX: inició con cambios fundamentales para el mundo, se creó el Reino unido de la Gran Bretaña, imperio que dominó los mares y conquistó con violencia y esclavitud el Asia y África; surge el movimiento revolucionario creando Estados nacionales, especialmente con las guerras progresistas napoleónicas; el fin momentáneo del feudalismo español con la conquista de los franceses de España y la abdicación de Carlos IV en favor de Napoleón. Napoleón fue incapaz de entregar el poder a los liberales españoles por lo que el fin del imperio español no significó ningún avance progresista, pues los franceses fueron expulsados de España, y se reinició la monarquía en ese país de los más atrasados de occidente. No obstante, la caída del imperio generó un vacío de poder en las colonias y grupos de terratenientes encabezan las llamadas guerras de independencia, que en realidad eran la construcción de Estados sin democracia, tipo capitalismo semifeudal en toda la región. Con pocas excepciones. Desde 1808 el imperio ya no existía estos territorios eran “libres”, pero fue entre 1810 en adelante que se formaron Estados independientes.

Siglo XX, este siglo inició de manera violenta, ya en 1914 se inició la llamada primera guerra mundial. Que terminó con la supremacía de Inglaterra y Francia sobre el mundo. Además, fue el colapso del imperio ruso, anterior ancla de equilibrio de los poderes en Europa. Surge la revolución socialista encabezada por Lenin y los bolcheviques, que terminaría en un desastre en 1989. El mundo se ve impulsado por un constante avance de la ciencia y la tecnología, además del crecimiento población que desborda los recursos naturales del planeta.

Siglo XXI, no se queda atrás en un inicio lleno de violencia, guerras y crisis económica. Ha surgido la duda sobre el liberalismo, o capitalismo democrático. Hay temor de que el conflicto israelí-musulmán tenga un final desastroso para todos los seres humanos y más para el ambiente, y el resto de seres vivos.

Estamos pues, ante un inicio de siglo turbulento y lleno de incertidumbre

Vamos a realizar un estudio de uno de los discursos estratégicos de la directora del FMI, Kristalina Georgieva[1]. El FMI es el organismo que tiene un peso esencial en la conducción de la política económica mundial. Casi con la misma confianza que los clásicos de la economía tenían en el mercado, y que la historia de 300 años a confirmado, la directora nos recuerda que un destacado Dean Acheson escribió que: “La simple verdad es que la perseverancia en las buenas políticas es el único camino hacia el éxito…”

Así que la idea principal es el mantenimiento del orden establecido en Bretton Woods, con el eje central concentrado en el FMI y su ramaje de bancos centrales en todo el mundo, ya que “en un mundo de crisis cada vez más frecuentes y de mayor incertidumbre, necesitamos más que nunca buenas políticas.”

Aquí es donde cada país de la región necesita tener una gran madurez. El eje liderado por el FMI ha mostrado ser muy capaz de mantener la estabilidad basada en la lógica de los mercados y su búsqueda de maximizar las utilidades, controlando la inflación, el gasto público y el endeudamiento orientado a generar Estados domésticos. Sin embargo, esta lógica tiene sus contratiempos. El aumento de la pobreza, la concentración de la riqueza en cada vez menos manos, porcentualmente, y la destrucción de los bosques y el resto de especies lleva al deterioro ambiental y al suicidio del planeta.

Georgieva tiene razón “…tomar las decisiones políticas correctas definirá el futuro de la economía mundial”. Lo que pasa es que estas políticas correctas no son necesariamente las recomendadas por el FMI. Lo que es muy cierto es que todos estamos interesados en cómo responderemos, a mediados del siglo, las preguntas realizadas por la directora, pasaremos a la historia como la década: ¿de » los turbulentos años veinte», una época de perturbaciones y divergencias en la suerte económica, guerras de exterminio masivo y control del mundo por un puñado de técnicos de la informática, banqueros, industriales militares y políticos mafiosos?; o, ¿cómo los “tibios años veinte”, una época de lento crecimiento y descontento popular, que seguirá las tendencias hacia el deterioro ambiental sin pena ni gloria?; o, muy optimistas ¿cómo “los transformacionales años veinte”, una época de rápidos avances tecnológicos para el bien de la humanidad, la llegada del bienestar compartido y la protección de todas las especies de animales y plantas?

Uno de los temas de la presente década es la tendencia a utilizar con más fuerza trabajo extranjero en las economías líderes del mundo, como podemos ver en el siguiente gráfico.

Todo lo cual contradice los anuncios populistas de combatir la migración.

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En medio de la quiebra de sus teorías, Marx estaría satisfecho al observar que la resiliencia de la economía mundial, es el resultado de dos fuentes: una, la existencia de sólidos fundamentos macroeconómicos mencionados en El capital y dos, mercados laborales fuertes, principalmente basados en una fuerza laboral en expansión, especialmente por la inmigración, “que ha sido especialmente útil en países con poblaciones que envejecen”.

Riesgos que subsisten

Internamente, los países se enfrentan a la pérdida de autoridad de los puestos oficiales, el liberalismo democrático viene en caída por su demagogia y la falta de respuestas para los grandes problemas sociales y ambientales. Los grupos políticos carecen de ideologías o utopías que vender. Se organizan para vivir del poder y enriquecerse por medio de las rentas que el gran capital les esparce. Vivimos un mundo en el que los poderes del Estado no cumplen eficientemente sus funciones.

Y el entorno global se convierte en la principal fuente de incertidumbre y riesgos para toda la población terrestre. No es solo la fragmentación de la economía mundial lo que está en peligro. Es el riesgo de una confrontación que permita usar armas de destrucción masiva, tanto en regiones localizadas como en cualquier parte del planeta, lo que pondría el aldabazo final al sistema en el que vivimos.

El sistema capitalista basado en el predominio de bancos y financieras se derrumbó en 2007-2008, y los organismos internacionales tenían que tomar la decisión de realizar una reforma profunda y sacrificar los bancos o buscar financiar a los bancos por medio de la deuda pública y salvar a los grandes banqueros del planeta endeudando a todos los ciudadanos del mundo. Se tomo la segunda decisión, con la cerviz inclinada de los gobiernos de todo el mundo. El resultado una crisis permanente, llamada jocosamente recesión. Obviamente, el crecimiento se ralentizó, y el sistema está al borde de crisis financieras más profundas, pandemias de todo tipo y calentamiento global agobiante.

La inflación, ese fantasma aterrador que es el signo visible de la crisis “no está totalmente derrotada”. Según el FMI “…Los colchones fiscales se han agotado”. No se puede presionar a población en riesgo a pagar más impuestos, los grandes empresarios que manejan los poderes del Estado, por medio del imperio de la ley, no pagan impuestos, los evaden, los eluden, los manipulan. El gasto público no se puede aumentar so pena de que el pago de intereses y la inflación generen un tsunami político. Y, la deuda fagocita a los Estados.

Es evidente, según el siguiente gráfico que el promedio de crecimiento de la economía mundial se viene deteriorando. La salida sería relanzar un sistema mundial de control y planificación, o la confrontación violenta en contra de sectores tercer mundistas. Que las grandes potencias entren en un nuevo conflicto armado para repartirse las colonias y las semicolonias.

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“Las cicatrices de la pandemia todavía están con nosotros. La pérdida de producción mundial desde 2020 ronda los 3,3 billones de dólares, y los costos recaen desproporcionadamente en los países más vulnerables.”

El siguiente gráfico es muy claro. Todas las economías sufren de perdidas económicas como resultado de las cicatrices de la pandemia del Covid. Como era de esperarse solo Estados Unidos tiene un desempeño positivo. El resto, especialmente las economías pobres y en vías de desarrollo sufren un efecto mayor.

En Centroamérica podremos generar una estrategia de unión nacional, convivencia pacífica y protección del ambiente que nos preserve del desastre que se avecina. O caeremos una vez más en una confrontación fratricida que nos lleve al estancamiento en que vivimos. Lo sabremos en el 2025.

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[1] Discurso de la Directora Gerente del FMI, 11 de abril de 2024, https://www.imf.org/en/News/Articles/2024/04/sp041124-outlook-global-economy-policy-priorities-kristalina-georgieva

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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